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Forma farmacéutica



Una forma farmacéutica o forma galénica es el medio por el que se adaptan los principios activos y excipientes para constituir un medicamento y permitir la administración de dicha sustancia al organismo. Se define por la combinación de la forma en la que el fabricante presenta el producto farmacéutico y la forma en la que es administrada.[1]

Las formas farmacéuticas son creadas bajo procedimientos farmacotécnicos. Una regla es que los excipientes de las formas farmacéuticas sean inertes, es decir, que no posean actividad biológica. La importancia de la forma farmacéutica reside en que determina la eficacia del medicamento, ya sea liberando el principio activo de manera lenta, o en su lugar de mayor eficiencia en el tejido diana, evitar daños al paciente por interacción química, solubilizar sustancias insolubles, mejorar sabores, mejorar aspecto, etc.[2]

La droga bruta original, por ejemplo, hoja de belladona o corteza de quina, no se presta tal cual es, para ser administrada o formar parte de un medicamento. Para que esto sea posible, debe transformársela mediante métodos de farmacotecnia a fin de que adquiera características físicas y morfológicas particulares que faciliten su administración y acción farmacológica.[3]

Las características físicas y morfológicas constituyen la esencia de la 'forma',[4]​ que es particular para cada uno de los géneros preparados. Existen muchas formas farmacéuticas y esto se debe a que no todos los fármacos pueden administrarse por una sola vía. Por ejemplo, la neomicina solo puede administrarse por vía tópica, o por vía oral. En inyectable no puede emplearse. Del mismo modo, existen productos que se inactivan en el estómago y por tanto deben ser inyectados, como ciertas hormonas.[3]

Las formas farmacéuticas también implican rapidez de acción. Los supositorios de paracetamol actúan más rápido por la vía rectal que ingerida.

En base a la vía de administración podemos clasificar las formas farmacéuticas en las siguientes categorías:

No plantean problemas de disgregación o de disolución en el tubo digestivo, lo que condiciona una acción terapéutica más rápida. Por el contrario no están protegidas, en caso de reactividad, frente a los jugos digestivos. Resultan de elección particularmente en niños. Los líquidos para administración oral son habitualmente soluciones, emulsiones o suspensiones que contienen uno o más principios activos disueltos en un vehículo apropiado. Los vehículos pueden ser:

Estas formas líquidas pueden contener también sustancias auxiliares para la conservación, estabilidad o el enmascaramiento del sabor del preparado farmacéutico: conservantes, antimicrobianos, antioxidantes, tampones, solubilizantes, estabilizantes, aromatizantes, edulcorantes y colorantes autorizados.

Las formas farmacéuticas líquidas para administración oral más usuales son:

Las formas sólidas, presentan una mayor estabilidad química debido a la ausencia de agua, lo que les confiere tiempos de reposición más largos. Además, estas formas galénicas permiten resolver posibles problemas de incompatibilidades, enmascarar sabores desagradables e incluso regular la liberación de los principios activos.

Las formas farmacéuticas sólidas más frecuentes para administración oral son:

La vía rectal puede utilizarse para conseguir efectos locales o sistémicos. En este último caso, solo se debe considerar como una alternativa a la vía oral cuando esta no pueda utilizarse, ya que la absorción por el recto es irregular, incompleta y además muchos fármacos producen irritación de la mucosa rectal. Uno de los pocos ejemplos en los que esta forma farmacéutica tiene una indicación preferente es el tratamiento de las crisis convulsivas en niños pequeños (diazepam).

La vía tópica utiliza la piel y las mucosas para la administración de un fármaco. Así pues, esto incluye mucosa ocular y genital.

La característica de esta vía es que se busca fundamentalmente un efecto a nivel local, no interesando la absorción de los principios activos.[7]

(Grasa+Polvo)

(Grasa+Líquido)

A diferencia de las formas tópicas, en este caso se busca que el principio activo administrado a través de la piel alcance un efecto sistémico en vez de local.

La industria farmacéutica está continuamente desarrollando nuevas formas de hacer llegar el fármaco a su destino de la forma más rápida y eficaz. Al igual que el descubrimiento de nuevos fármacos, las formas galénicas están sujetas a patente de propiedad, pasando al cabo de un tiempo a dominio público. Así, por ejemplo, Norman Leo Henderson y Louis Nasir Elowe inventaron en 1969 las cápsulas de liberación prolongada con la patente 3427378.[14]​ De esta manera, continuamente se están inventando sistemas, que basados en las fórmulas galénicas clásicas, aportan un plus de efectividad al producto comercial. Algunos ejemplos serían:

Ninguna de las dos formas farmacéuticas anteriores se emplean en medicina alopática



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