Francisco Hung (Cantón, República de China, 1937 - 2001) (Lei Kium (Estímulo al poder) en chino) fue un pintor, máximo representante del expresionismo abstracto en Venezuela. Desarrolló su obra desde comienzos de los años 60.
Comienza sus estudios en la Escuela de Arte Julio Árraga de Maracaibo, continuando luego en Caracas en La Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas.
Desde temprana edad empieza a ganar Premios y reconocimientos, habiendo exhibido su obra en lugares como la Bienal de Sao Paulo, Bienal de Parìs, Sede de la ONU, La Galería de Arte Nacional de Venezuela, Centro de Bellas Artes de Maracaibo, entre otros.
En 1958, participa en un salón de artes donde gana el primer premio y una beca para estudiar en La Escuela de Bellas Artes de París, Francia. Viaja por varios países de Europa completando así su formación. Regresa a Venezuela en 1962, año donde conoce a la que sería su esposa Maite Mandaluniz en el ambiente cultural de “40 grados a la sombra” (movimiento cultural multidisciplinario que se dio en la ciudad de Maracaibo).
Extiende su participación en distintos salones de arte por toda Venezuela, obteniendo el Premio Otero Vizcarrondo del Salón Oficial de Arte Venezolano en Caracas. Así como el primer premio del Salón D’Empaire en Maracaibo y Mención Honorífica en la 3.ª Bienal de París, Francia en 1963. Al año siguiente gana los premios: Armando Reverón y Roma del Salón Oficial de Arte Venezolano en Caracas; y gana el Primer premio del Salón de Artistas Jóvenes en el Museo de Bellas Artes de Caracas.
Participa en la 8.ª Bienal de Sao Paulo en el año 1965, con un grupo de obras de la serie Materias Flotantes, recibiendo el Premio Felisa Lernier. Ese mismo año obtiene el Premio Nacional de Pintura de Arte Venezolano y obtiene por 1era vez el Premio Salón Arturo Michelena, en la ciudad de Valencia, Edo Carabobo.
Iniciando la década de los '70 gana por segunda vez el Premio Salón Arturo Michelena. Y en 1971 fija residencia junto a su familia, por un año en la ciudad de Nueva York, continuando su investigación y pintando.
Al regresar a Venezuela luego de algunos viajes de investigación por varios países, confirma que la mejor luz para realizar sus obras era la de Maracaibo, su ciudad.
En la década de los ´80 sigue obteniendo premios, como el Primer Premio de Dibujo del Salón de Occidente (1981) en el estado Mérida. El Primer Premio de la Bienal de Barquisimeto (1982) estado Lara. Por tercera vez le otorgan el Primer Premio Salón Arturo Michelena (1986, Valencia estado Carabobo).
Ese mismo año es invitado por la Comisión de la Gira Presidencial para viajar por Asia como representante de la Cultura Venezolana.
En 1988 culmina la construcción de su Estudio / Taller como un espacio destinado a la producción, conservación y exhibición de su obra.
Finalizando la década, realiza un viaje de investigación tomando como punto de partida las ciudades de San Francisco y Hawái (Estados Unidos), continuando por Beijing y Cantón (China), luego Bombai (India), Singapur, París (Francia), Madrid (España) retornando a la ciudad de Caracas en Venezuela.
Por medio de un acuerdo entre La Alianza Francesa y el Gobierno de Venezuela, viaja a París (Francia) residiendo por varios meses trabajando en una serie de obras. Realiza viajes cortos por Francia y Grecia.
En 1992 regresa definitivamente a Maracaibo, donde realiza múltiples exposiciones en toda Venezuela. Su pasión por el dibujo a lo largo de toda su vida le permitió dejar un vasto legado de retratos de ambiente familiar y de la vida cotidiana, compaginándolo con sus obras gestuales.
Se fue un 6 de abril de 2001 en busca de sus Materias Flotantes.
Son obras realizadas a comienzo de los años ´60, primero en París y luego en Maracaibo, Venezuela. Con esta serie Hung tuvo acceso a su universo caligráfico en expansión, casi monocromáticas, están resueltas como una contraposición de formas negras sobre fondos rojos, uniformes, intensos o atenuados con texturas sensibilizadas en los cuales la forma constituye un tejido de signos de aspecto móvil, a manera de estructuras giratorias inscritas en el espacio por medio de barras que al cerrarse para formar círculos en forma de ruedas dentadas o de cabezas de molinos, dan idea de extraños aparatos suspendidos en el espacio. De allí el nombre de Máquinas Voladoras para esta serie.
Podría hacerse un estudio de la influencia que tuvieron los primeros lanzamientos de cohetes al espacio extraterrestre sobre un género de pintura espacial que, tras los ensayos cosmonáuticos y astronáuticos emprendidos por los rusos y norteamericanos, comenzó a extenderse sobre muchos lugares del planeta. Hasta podría llegar a demostrarse que el curso del arte, al menos en su relación materia-forma, cambió sustancialmente desde entonces.
Hung es el más elocuente y cualitativamente hablando con el que se cuenta en Venezuela, para explicar esta relación que se dio sobre todo en la pintura gestual, en el marco de una concepción que, explorando el espacio con una técnica automática, abordaba los grandes formatos para reproducir metafóricamente el impacto de los experimentos astronáuticos, cuya imagen, en el caso de Hung, se presenta abruptamente recortada por los bordes del soporte, como si la obra fuera el fragmento de un acontecimiento que se extiende más allá del cuadro, y del cual solo viéramos en este una parte céntrica.
Debe ser considerado como un pintor abstracto-expresionista y hay sobradas razones para afirmarlo. Sin embargo, en buena medida ha hecho también extensa obra figurativa, a lo largo de los años, aunque este aspecto de su trabajo escasamente ha sido mostrado en exposiciones y eventos. La tendencia figurativa se reinició en su obra con una serie de autorretratos de 1971. Obra de base gestual en la cual los rostros que el artista proporciona salen de una incisiva trama de signos que acusa más la intención de caracterizar psicológicamente al sujeto que describirlo de manera realista.
Hung continuó haciendo, sistemáticamente la obra figurativa, ya para autorretratarse, ya para ocuparse de las personas de su entorno y especialmente del universo familiar, el dibujo representa una visión condensada del espacio de este núcleo, revelado todo esto a través de un estilo intimista enormemente sinópico y diverso en motivaciones, técnicas y materiales sobre soportes variados de papel o sobre tela.
El nexo común en ambas expresiones es el espacio, bien porque se lo somete a las reglas de una arquitectura libre, bien porque se concibe como espacio topológico dentro del cual lo que acontece es la pintura misma (el caso de Las Materias Flotantes). La figuración fue ganando terreno en la obra de Hung al punto de que su producción se hizo en adelante continua. La particularidad de la obra figurativa inspirada en personajes y ámbitos del entorno familiar, incluyéndolo a él mismo, es que está basada en la observación de lo natural, por lo cual esta faceta de su obra difiere en procedimiento del carácter imaginativo de su pintura de acción.
Hung ha hecho figuración a lo largo de toda su carrera, desde el momento mismo en el que entró a estudiar en la escuela de arte. Lo que quiere decir que su obra dibujística ha sido ininterrumpida dentro de ese estilo intimista, híbrido de dibujo y pintura y, en todo caso, resuelto con gran libertad.
En su honor se creó la Fundación que lleva su nombre, cuyo objetivo principal es todo lo concerniente a la divulgación en todas sus formas de la vida, obra y pensamiento del maestro Francisco Hung. Así como la conservación, preservación y certificación de las obras. Una arista indispensable de esta fundamentación institucional, prevé la faceta pedagógica pertinente, vale decir, también tiene como finalidad organizar cursos, conferencias, seminarios, congresos, coloquios, talleres, foros, y cualquier otra actividad encaminada a la educación mediante el arte y el desarrollo de sensibilidad estética.
La Fundación consagra su sentido y razón de ser, en el hecho de promover el desarrollo y difusión del arte contemporáneo en todas sus expresiones, enfatizando el fomento de la vocación de artistas emergentes.
De tal amor y devoción familiar, sus tres hijos han pautado la creación de esta Fundación. Todos los que tuvimos la suerte de compartir y disfrutar distintas experiencias con el maestro “Chino”, estamos en el muy afectivo compromiso de apoyar, respaldar y preservar esta plataforma cognitiva que, según sus pautas institucionales, está sustentada en términos que, más allá del amor filial y del principio de la amistad, trasciende al plano del deber civil de reconocer, apreciar y valorar la vida y obra de personalidades como Francisco Hung.
Las puertas permanecerán siempre abiertas, como en todo momento estaban las de su casa-taller, en el sector 18 de Octubre. Aquí siguen fluyendo, profundas y maravillosas, estas conjunciones de pintura, dibujo, poesía, literatura, filosofía, verbo y gracia, toda la cultura sensible, siempre con esta música de fondo, la que alimenta todos estos apuntes a mano alzada, esta regia música que lo recuerda a él, a “El Chino”, pintando y danzando, amando y sonriendo, en su gran tocata y fuga de alquimias perplejas. Alexis Blanco
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