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Frans van Mieris el Viejo



Frans van Mieris (I) (Leiden, 1635-1681) fue un dibujante, grabador y pintor barroco holandés, especializado en pintura de género y retratos.

Nació en una familia de pintores y de orfebres. Era hijo de Jan Bastiaans van Mieris, un orfebre, tallista de rubíes y diamantes en Leiden. Inició su formación como orfebre en el taller de su primo Willem, pero no tardó en pasar a estudiar pintura con Gerrit Dou, primero, y con Abraham van den Tempel más adelante. Adquirió del primero el gusto por el acabado exquisito, la atención a la calidad de las texturas y la composición.

El 14 de mayo de 1658 se inscribió en el gremio de pintores de Leiden aunque es posible que ejerciese como maestro independiente al menos desde 1655.[2]​ Desempeñó cargos de responsabilidad en el gremio ya en 1663 y en 1665 fue elegido decano.[3]​ Casado en 1657 con Curera van der Cock, fue padre de Jan y Willem van Mieris y abuelo de Frans van Mieris (II), pintores todos ellos y continuadores de su estilo. Ya en vida gozó de considerable notoriedad. Superando las fronteras de su patria obtuvo encargos de Leopoldo Guillermo de Habsburgo, que lo invitó a su corte de Viena al abandonar los Países Bajos del Sur, y de Cosme III de Médici, gran duque de Toscana, que lo visitó en su estudio.[3]​ Falleció en Leiden el 12 de marzo de 1681.

Además de a sus propios hijos tuvo como aprendices a Carel de Moor (II) y a Olivier van Deuren.[2]

A menudo escogió tablas de pequeño tamaño, 30 x 40 cm, y si se relaciona su nombre con un cuadro de tamaño mayor probablemente se trate de una obra de su hijo, Willem o de otro imitador. A diferencia de Dou cuando dejó a Rembrandt por primera vez, o Jan Steen cuando comenzó una carrera independiente, Mieris nunca se atrevió a dibujar figuras a tamaño natural. Se le clasifica, junto a él y con Gabriël Metsu dentro de los fijnschilders neerlandeses, esto es, pintores en los que la precisión es tal que las pinceladas se hacen invisibles a simple vista. La forma en que representa las telas, la seda en particular, es, en este punto, notable. El aspecto final es de brillantes y un bruñido metálico.

Mieris pintó muchos cuadros sobre la vida de la aristocracia y la cotidiana de los trabajadores. Los temas que mejor trataban eran aquellos en los que ilustraba las costumbres de las clases pudientes; pero a veces tenía éxito también en los incidentes cotidianos y en el retrato, y no infrecuentemente se atrevía con las alegorías. Pintó repetidamente la falta de satén que Ter Borch puso de moda, y a menudo rivalizó con él en la representación fiel de los tejidos ricos y coloridos. Pero quedaba por debajo de Ter Borch y Metsu, porque carecía de su delicada percepción de la armonía o su encantados suavidad de toque, y era inferior a Gerard Dou, porque era duro, y no tenía su sentimiento por el efecto del claroscuro, que a veces representa el marco de una ventana animada con verdura, y ornamentada con bajorrelieves dentro de los cuales se ven figuras hasta la cintura, su modelo es verdaderamente Dou. Si hay que buscar diferencias entre sus obras de juventud y las de madurez, es que las primeras eran más claras y con más delicadas carnaciones, mientras que las segundas fueron a menudo más oscuras y más lívidas en las sombras.



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