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Fruta



Se denomina fruta a aquellos frutos comestibles obtenidos de plantas cultivadas o silvestres que, por su sabor generalmente dulce-acidulado, su aroma intenso y agradable y sus propiedades nutritivas, suelen consumirse mayormente en su estado fresco, como jugo o como postre (y en menor medida, en otras preparaciones), una vez alcanzada la madurez organoléptica, o luego de ser sometidos a cocción.[1]

La definición del diccionario de la Real Academia Española no es específica: "fruto comestible de ciertas plantas cultivadas; p. ej. la pera, la guinda, la fresa, etc."[2]​ Sin embargo, por los ejemplos dados, se evidencia que el término fruta se refiere a frutos para uso prioritario (aunque no excluyente) como postre, producidos en su mayoría por plantas leñosas (es decir, árboles frutales; por ejemplo, manzano, peral, melocotonero o durazno, ciruelo, cerezo, albaricoquero o damasco, higuera, vid, naranjo, mandarino, limonero, mango, papaya, chirimoya, guayabo, etc.) o por plantas semileñosas (arbustos frutales; por ejemplo, arándano, zarzamora, frambuesa, etc.) y, en mucha menor medida, por plantas herbáceas (por ejemplo, frutilla o fresa, banano o plátano).

El consumo de frutas aporta pocas calorías y un alto porcentaje de agua (entre 80 y 95 % de su peso fresco), por lo que facilita la hidratación del organismo.[3]​ Coadyuva al correcto funcionamiento del aparato digestivo por el aporte de fibra alimentaria.[3]​ Salvo excepciones (por ejemplo, el coco y el aceite de palma obtenido del fruto de Elaeis guineensis), las frutas no aportan grasas saturadas. Algunas frutas son fuentes de ácidos grasos esenciales para el organismo, tales como los frutos secos y las paltas o aguacates.[3]​ Las frutas son además una importante fuente de energía para el organismo por su alto contenido en hidratos de carbono solubles de rápida disponibilidad.[3]

Como alimento, las frutas realizan aportes a la dieta que son de suma importancia para la salud humana. En general, son ricas en vitaminas, sales minerales y antioxidantes.[3]​ Algunas vitaminas y minerales, como la vitamina C y el potasio, dependen en buena medida de las frutas como fuentes de suministro.[3]​ Existen frutas como la sandía o el melón que contienen un alto índice de agua.

Hay diferentes formas de clasificar la fruta, según sea su tipo, la forma de recolección o el proceso de maduración.

Siempre, la velocidad de maduración y la vida en postcosecha no se asocia con el carácter climatérico o no climatérico de las frutas, sino con la respiración: cuanto mayor es la tasa respiratoria (constante o no), mayor es la perecibilidad de la fruta.[5]​ Por ejemplo, la manzana es una fruta climatérica que evidencia un pico en la producción de etileno y en la tasa respiratoria durante su maduración. Sin embargo, su tasa respiratoria media-baja le asegura una vida en postcosecha más prolongada que la de algunos frutos no climatéricos, como las fresas, las zarzamoras o las frambuesas que poseen tasas respiratorias más elevadas.

Hay además, algunos grupos de frutas que se distinguen por tener ciertas características comunes:

La composición química de las frutas depende sobre todo del tipo de fruta y de su grado de maduración.

Las frutas pertenecen al grupo 5 de la rueda de alimentos, ricos en azúcares, vitaminas C y A y sales minerales, representada en dicha rueda de color verde. Por su alto contenido en vitaminas y sales minerales pertenece al grupo de alimentos reguladores. Las frutas se localizan en el segundo piso de la pirámide de alimentos, es decir, que se recomienda la ingesta de 4 piezas de fruta en niños y 2 piezas en el adulto al día. A pesar de que en la clasificación general por grupos, las verduras y frutas están en grupos diferentes, los nutrientes que contienen son similares, aunque en el caso de las frutas el contenido en hidratos de carbono es más elevado y ello las convierten en alimentos un poco más energéticos. Por lo tanto:

La fruta no puede ser substituida por otros postres más modernos sin desequilibrar nuestra alimentación. Forma parte de nuestro comportamiento alimentario tomar fruta después de las principales comidas, aunque hoy día se sustituye con frecuencia por productos lácteos, es preciso decir que esta sustitución no es adecuada si se hace de forma habitual, debiendo hacerse solo en ocasiones especiales.[9]​ El consumo adecuado de fruta recomendado, por la OMS es de 5 porciones diarias[10]​.

Las transformaciones que se producen en las frutas debido a la maduración son:

Estas transformaciones pueden seguir evolucionando hasta el deterioro de la fruta. El etileno es un compuesto químico que genera la fruta antes de madurar y es fundamental para que la fruta madure. El etileno es un compuesto derivado halogenado. En las frutas maduras su presencia determina el tiempo de la maduración, por lo que el control de su producción será clave para su conservación. En las no climatéricas la presencia de etileno provoca una intensificación de la maduración.

La manipulación de la maduración se puede hacer modificando la temperatura, la humedad relativa y los niveles de oxígeno, dióxido de carbono y etileno.

La fruta debe ser consumida, principalmente como fruta fresca. Un almacenamiento prolongado no es adecuado; tampoco sería posible para algunos tipos de fruta, como las cerezas o las fresas. Muchas especies de frutas no pueden ser conservadas frescas, porque tienden a descomponerse rápidamente. Para la conserva o almacenamiento de la fruta hay que tener en cuenta que la temperatura ambiental elevada favorece la maduración ya que la temperatura demasiado alta puede afectar al aroma y al color. La fruta que se almacena debe estar sana, no deteriorada y exenta de humedad exterior. No se aconseja guardar juntas diferentes variedades de fruta ni las frutas con hortalizas, sobre todo con la patata, ya que se piensa que puede influir en la maduración. Tampoco deben guardarse las manzanas junto con las zanahorias porque hacen que estas últimas se pongan amargas. No se aconseja guardar los plátanos en la nevera porque el aroma y el aspecto se deterioran. El resto de las frutas si pueden guardarse en el frigorífico. Se recomienda guardar las frutas delicadas como máximo dos días, una semana las frutas con hueso, y unos diez días los cítricos maduros. Las manzanas y peras pueden guardarse algunos meses en una habitación fresca a unos 12 grados, aireada y oscura con un 80 y 90 % humedad.

En la conservación a gran escala o industrial de la fruta el objetivo más importante para alcanzar dicha conservación será el control de su respiración, evitando la maduración de las frutas climatéricas e intentando que la maduración de las frutas no climatéricas sea lo más lento posible. La fruta antes de madurar se conserva en ambientes muy pobre en oxígeno, y si es posible con altas concentraciones de anhídrido carbónico. Deben colocarse en lugares oscuros y con temperaturas inferiores a los 20 °C. Estas condiciones controlan la producción de etileno.

La fruta ya madura debe mantenerse en condiciones de poca luz, bajas temperaturas entre 0 y 6 grados centígrados y alta humedad relativa, próxima al 90 %.

Hay que separar las frutas maduras de las que no lo están, ya que una sola pieza puede hacer madurar al resto. Especialmente las manzanas, cuando una está podrida hay que separarla inmediatamente y desecharla para que no se pudran las demás.

Para poder disfrutar de fruta todo el año, se procede a su conservación:

La posibilidad de utilizar frutas es aún mayor con las diversas preparaciones de frutas:

La India lidera la producción mundial de fruta a gran escala, posible gracias a su clima húmedo, seguida de Vietnam y China.

La producción en miles de dólares internacionales está calculada según precios internacionales de 1999-2001
Fuente: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: Dirección de estadística

Por otra parte, respecto a la fruta tropical, Filipinas es el principal productor, seguido de Indonesia e India.

La producción en miles de dólares internacionales está calculada según precios internacionales de 1999-2001
Fuente: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: Dirección de estadística


Efecto laxante

Las frutas se han considerado como un coadyuvante para prevenir el estreñimiento. La fibra dietaria o alimentaria presente en ellas, se consideran la clave para esta propiedad. Pueden tener dos tipos de fibra la soluble y la insoluble. La cantidad promedio que aportan de fibra las frutas oscila en 9 gramos por 100 gramos. Existen otros compuestos que pueden ser laxantes, como el sorbitol o compuestos fenólicos; las frutas recomendadas para este efecto son las ciruelas pasas (frescas o en zumo), tienen alto contenido de sorbitol (dosis laxante hombres 0,4 g/kg, mujeres 1 g/kg).[12]

Frutas y cardiopatías

Las enfermedades cardiovasculares (enfermedad coronaria o infarto al miocardio), tienen una estrecha relación de incidencia con los hábitos dietéticos, muchos estudios reportan especial atención al consumo de frutas y vegetales en cuanto a los altos beneficios, ya que aportan ciertas sustancias, como antioxidantes, folatos, fibra, potasio, flavonoides y otros fitoquímicos (licopeno); los cuales intervienen en mecanismos para el control de hipertensión arterial, dislipidemias, control de procesos oxidativos (formación de radicales libres) responsables del desarrollo de la enfermedad cardiovascular.[12]

Las recomendaciones del ACC/American Heart Association basan el tratamiento en cambios del estilo de vida, para la Disminución y control de la hipertensión arterial y lipoproteínas de baja Densidad, dentro de estos cambios se hace hincapié en el aumento del consumo de frutas, vegetales y cereales de grano entero. [13]


Frutas y cáncer

Varios estudios prospectivos, multicentricos, han mostrado la evidencia significativa de una correlación inversa entre consumo de frutas y vegetales y el riesgo de padecer cáncer. Por ello en 1997 el World Cancer Research Fund, estableció la siguiente recomendación ¨comer entre 400-800 g o 5 o más porciones al día de una variedad de vegetales y frutas a lo largo del todo el año¨.[12]

Las frutas son una fuente importante de vitamina C y otros antioxidantes, como carotenoides, polifenoles y flavonoides; en un meta análisis se estimó una reducción significativa del riesgo del 28 %/100 g diarios de fruta consumida . Cuando el análisis se restringió a los cítricos, la reducción significativa del riesgo fue del 25%/50 g/día de fruta consumida. En la cohorte europea European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC) se observó un 40%  de disminución significativa del riesgo para el quintil superior de consumo de fruta respecto al menor, las frutas cítricas particularmente reporto reducción del 24 %•[14]

Frutas y metabolismo de la glucosa

Los estudios experimentales han demostrado que una alta ingesta de fibra reduce la concentración de glucosa e insulina en sangre de personas diabéticas y produce una baja tolerancia a la glucosa. Los alimentos con índice glicémico bajo, sin relación a su contenido de fibra en particular, se asocian con una mejor respuesta de la glucosa postprandial y con una mejora global del control de la glucemia.[12]

Frutas y obesidad

El alto consumo de frutas y vegetales en personas con obesidad, asegura la disminución de un 30% de la ingesta calórica diaria, pero no afecta la palatabilidad y la sensación de saciedad de las mismas. Pero el alto contenido de fibra insoluble de algunas frutas puede ayudar a controlar la saciedad, mediante el enlentecimiento del vaciamiento gástrico[12]



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