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Ganimedes (mitología)



En la mitología griega, Ganimedes (en griego Γανυμήδης Ganymêdês)[1]​ era un héroe divino originario de la Tróade. Siendo un hermoso príncipe troyano, fue raptado por el dios Zeus, quien lo convirtió en su amante y en el copero de los dioses.

Sobre la etimología de su nombre, Robert Graves propone en Los mitos griegos lo siguiente: ganuesthai + medea («regocijándose en la virilidad»).

Ganimedes era hijo del rey Tros, que dio su nombre a Troya (o de Laomedonte, según algunas versiones), y descendiente de Dárdano; su madre era Calírroe, hija de Escamandro. Sus hermanos eran Ilo y Asáraco. Este último fue bisabuelo de Eneas.

Ganimedes fue raptado por Zeus en el monte Ida, en Frigia (que actualmente corresponde a Turquía), lugar de más de una leyenda sobre la historia mítica de Troya. Ganimedes pasaba allí el tiempo de exilio al que muchos héroes se sometían en su juventud, cuidando un rebaño de ovejas o, alternativamente, la parte rústica o ctónica de su educación, junto con sus amigos y tutores. Zeus lo vio, se enamoró de él casi instantáneamente, y enviando un águila o transformándose él mismo en una lo llevó al monte Olimpo.

En el Olimpo, Zeus hizo a Ganimedes su amante, compañero de lecho y copero de los dioses, suplantando a Hebe. Todos los dioses se llenaron de gozo al ver la belleza del joven, salvo Hera, la esposa de Zeus, que lo trató con desprecio. Su odio por el muchacho fue usado por los mitógrafos para justificar su rencor por los troyanos (junto al hecho de no habérsele concedido el premio de belleza en el juicio de Paris y a la infidelidad de Zeus con la pléyade Electra, de cuya unión nació Dárdano, ascendiente de los reyes troyanos). Más tarde Zeus ascendió a Ganimedes al cielo como la constelación de Acuario (el Aguador), que está relacionada con la de Aquila (el Águila).

El padre de Ganimedes echaba de menos a su hijo. En compensación, Zeus envió a Hermes con una vid de oro, obra de Hefesto, y dos caballos tan veloces que podían correr sobre el agua. Además, Hermes aseguró al padre de Ganimedes que el muchacho era ahora inmortal y que sería el copero de los dioses, un puesto de mucha distinción. El tema del padre se repite en muchos de los primeros mitos griegos de amor entre hombres, sugiriendo que las relaciones homosexuales simbolizadas por estas historias tenían lugar con el consentimiento del padre.

Ganimedes era de origen troyano y no griego, lo que le identifica como parte del nivel más antiguo de la mitología egea prehelénica. Platón opinaba en su Timeo que el mito de Ganimedes había sido inventado por los cretenses —la Creta minoica era un centro de poder de la cultura prehelénica— para justificar sus inclinaciones homosexuales, que más tarde fueron importadas por Grecia, en lo que coinciden los autores griegos. Homero no se preocupa por el aspecto erótico del rapto de Ganimedes, pero es ciertamente en un contexto erótico en el que la diosa se refiere a la rubia belleza del troyano en el himno homérico a Afrodita, mencionando el amor de Zeus por el muchacho como parte de su atracción por el troyano Anquises.

El poeta romano Ovidio añade vívidos detalles y veladas ironías dirigidas contra los críticos del amor entre hombres: tutores maduros esforzándose por recuperarlo y los perros de Ganimedes ladrando inútilmente al cielo (Carmina x). En la Tebaida (i.549) de Estacio se describe una copa labrada con una iconografía del mito de Ganimedes: «Aquí el cazador frigio es llevado por el aire sobre alas leonadas, la cordillera de Gárgara se hunde a medida asciende, y Troya se desvanece bajo él; tristes quedan sus camaradas; en vano los perros cansan sus gargantas ladrando, persiguen su sobre o aúllan a las nubes.»

En una posible versión alternativa, la titánide Eos, diosa del amanecer y experta en belleza masculina, secuestró a Ganimedes junto con su hermano Titono, su más recordado esposo, a quien le fue concedida la inmortalidad, pero no la eterna juventud. De hecho Titono vivió para siempre pero se hizo más y más anciano, en lo que es un ejemplo clásico del elemento mitológico de la bendición con trampa. Al igual que Ganimedes, Titono se sitúa en el linaje de los dardánidas a través de Tros, un epónimo de Troya. Robert Graves (Los mitos griegos) interpretaba la sustitución de Ganimedes por Titono en unas pocas referencias al mito como malinterpretaciones de un icono arcaico que habría mostrado al consorte de la diosa alada llevando un libatorio en su mano. (Citado en el escolio Sobre Apolonio Rodio iii.115; Virgilio, Eneida i.32; Higino, Fábulas 224.)

En la Antigua Roma, el objeto pasivo de deseo homosexual de un hombre era un catamitus. La palabra es una corrupción del griego ganymedes, pero no tiene connotaciones mitológicas en latín. Cuando Ovidio esboza el mito brevemente (Las metamorfosis x.152-161), Ganimedes conserva su familiar nombre griego.

En la poesía, Ganimedes es un símbolo del joven idealmente bello y también del amor homosexual, a veces en contraste con Helena de Troya en el papel de símbolo del amor hacia las mujeres.

El principal satélite del planeta Júpiter fue bautizado Ganimedes en honor al mito de Zeus y Ganimedes, puesto que el equivalente romano de Zeus es Júpiter.

En Atenas, los pintores de vasijas representaban a menudo la historia mítica, que resultaba muy apropiada para los simposios o banquetes formales exclusivamente masculinos. El mito de Ganimedes era tratado en términos contemporáneos reconocibles, ilustrado con el comportamiento habitual en los rituales de cortejo homosexuales. En una crátera ática pintada en rojo conservada en el museo del Louvre, Zeus persigue a Ganimedes en un lado, mientras en el otro el joven huye, haciendo rodar un aro mientras sujeta en alto un gallo cantando (presumiblemente un regalo de cortejo hecho por Zeus). En una vasija del «pinto de Aquiles» Ganimedes también huye con un gallo. Suele representarse a Ganimedes bien desarrollado, joven y musculoso, aunque practicando actividades incongruentemente infantiles (como rodar un aro calle abajo).

Leocares (sobre 350 a. C.), un escultor ateniense que trabajó con Escopas en el mausoleo de Halicarnaso moldeó un grupo en bronce de Ganimedes y el águila, una obra extraordinaria por su ingeniosa composición, que se aventura audazmente en el borde de lo permitido por las leyes de la escultura, y también por su encantador tratamiento del joven volando por el aire. Esta escultura es aparentemente imitada por un conocido grupo en mármol del Vaticano, a mitad de la escala natural. Tales proezas helenísticas desafiando la gravedad influyeron en las artes del Barroco.

Una de las estatuas de Sperlonga representa el rapto de Ganimedes.

En la obra de Shakespeare Como gustéis (1599), una comedia de equívocos ambientada en el mágico Bosque de Arden, Celia, vestida de pastora, se convierte en Aliena («forastera») y Rosalinda, al ser «de una estatura más alta que la general», se disfraza de muchacho, Ganimedes, una imagen conocida para el público. Rosalinda se aprovecha de su encanto ambiguo para seducir a Orlando, pero también (involuntariamente) Febe. De esta forma por las convenciones del teatro isabelino en su concepción original el joven que interpretaba a Rosalinda se vestía como un muchacho y era entonces cortejado por otro chico que interpretaba a Febe.

Cuando el pintor y arquitecto Baldassarre Peruzzi incluyó un panel de El rapto de Ganimedes en un techo de la Villa Farnesina en Roma (circa 1509-1514), el largo pelo rubio y pose de niña de Ganimedes le hacen inidentificable a primera vista, aunque sujeta el ala del águila sin resistencia. En la versión de Correggio (1439-1534) en Viena el agarre de Ganimedes es más íntimo. La versión de Rubens retrata un joven muchacho del campo totalmente desarrollado. Pero cuando Rembrandt pinta el Rapto de Ganimedes para un mecenas calvinista neerlandés en 1635, los matices eróticos clásicos sufren un giro mordaz: la oscura águila lleva en volandas un regordete bebé querubín que llora y se orina de miedo (Galería de Pinturas de Dresde). Esto es una formulación pictográfica de la antigua condena de los pederastas que explotan a los niños pequeños.

El poeta español Juan de Arguijo escribió en 1605 un poema titulado Júpiter a Ganimedes, y Luis de Góngora utiliza el mito de Ganimedes en Las Soledades y en su famoso soneto La dulce boca que a gustar convida....

Wilhelm Vollmer ilustraba el artículo «Ganimedes» de su Wörterbuch der Mythologie aller Völker (Stuttgart, 1874) con un grabado de un «relieve romano» que mostraba a un Zeus sentado y barbudo que sostenía la copa a un lado para poder abrazar a un desnudo Ganimedes. Sin embargo, dicho grabado no era más que una copia del fresco romano falsificado por Anton Raphael Mengs, como broma para el crítico de arte del siglo XVIII Johann Winckelmann, quien estaba desesperándose en su búsqueda de antigüedades homoeróticas griegas y romanas. Esta historia es referida muy brevemente por Goethe en su Italienische Reise[1].

Franz Schubert puso música en 1817 a un poema de Goethe titulado Ganymed, que publicó en su Opus 19, n.º 3 (D. 544).

En el siglo XIX el soltero duque de Devonshire añadió a su galería de esculturas en Chatsworth la pieza neoclásica de Adamo Tadolini Ganimedes y el Águila, en la que un Ganimedes exuberantemente recostado, abrazado por un ala, se dispone a intercambiar un beso con el águila. La delicada copa de su mano está hecha de bronce dorado, dando una inquietante inmediatez y realismo al grupo en mármol blanco.

El artista danés Bertel Thorvaldsen esculpió en 1817 una escultura dedicada a la escena de Ganimedes y el águila.

A principios del siglo XX, el clásico tema del rapto de Ganimedes por Zeus fue puesto al servicio de las empresas comerciales. Basándose en una litografía de 1892 de F. Kirchbach, la fábrica de cerveza de Anheuser-Busch lanzó en 1904 una campaña publicitaria ensalzando las bondades de la cerveza Budweiser. Hasta principios de los años 1990 se editaron coleccionables sobre el grafismo del póster.



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