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Garoé



El Garoé (del tamazight insular: ⴳⴰⵔⴰⵡ, de gărăw > garoe, palabra masculina que significa 'laguna', 'río'),[1]​ posiblemente un ejemplar de (Ocotea foetens) conocido como til o tilo, fue el árbol sagrado de los bimbaches, antiguos habitantes de El Hierro, en el archipiélago Canario, así como uno de sus símbolos. En el escudo de El Hierro se representa un árbol con su copa rodeada de nubes del que caen gotas de agua.[2]

Cuentan las crónicas de la Conquista que en la Isla del Hierro hubo un árbol al que los naturales llamaban Garoé. No conocían los españoles de otro árbol similar en todo el archipiélago o tierra conocida. El caso es que las grandes hojas del Garoé eran capaces de captar y destilar el agua de las nieblas que a él llegaban, agua que se recogía en grandes oquedades hechas en torno al árbol por los bimbaches, siendo la principal fuente de agua de este pueblo. No había más agua en el Hierro que la que dimanaba del Garoé. Por ello, el pueblo bimbache ―entonces una escasa población― tenía al Garoé por una divinidad digna de toda adoración. Este mítico árbol se encontraba en una zona cercana a Tiñor, en una ladera constantemente bañada por el alisio, y a unos mil metros de altura sobre el nivel del mar. Se sabe que el Garoé era de impresionante tamaño y que su tronco tenía metro y medio de diámetro.

A la llegada de los españoles, los bimbaches resolvieron ocultar a estos la cualidad del Garoé para que, no hallando agua, la sed les hiciera tornarse prestos a sus bases. Ya a punto estuvieron de conseguir su propósito. Pero Guarazoca, una joven bimbache, se enamoró de un soldado andaluz que formaba parte de la expedición y, traicionando a los suyos, lo condujo directamente hasta el árbol que el necesario elemento les proporcionaba. Fue castigada con la muerte. Poco después Armiche, el Mencey, fue capturado y con él todos aquellos que lo seguían y defendían.

Pero en 1610, fortísimos vientos arrasaron toda esa zona y el árbol Garoé fue arrancado de la tierra que tan orgullosamente lo alimentaba. Tras él, la población aborigen de El Hierro, los bimbaches, también desaparecieron por falta de agua, entre otras cosas.

En 1949, se plantó otro en el emplazamiento del antiguo.

El primera texto en que el árbol es nombrado, refiriéndose a él como «Árbol que da agua» es en el libro de 1525 de Antonio Pigafetta, Relación del primer viaje alrededor del mundo.

En Historia de las Indias, escrito por Fray Bartolomé de las Casas, hay también un breve párrafo en honor al Garoé.

En 2010 el escritor canario Alberto Vázquez-Figueroa (1936-) publicó la obra Garoé, cuya trama se desarrolla en la isla del Hierro, y que obtuvo el Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio.[3]



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