Dos previos:
Dos sucesivos:
Gaspar de Medina (n. Imperio español, 1530 – Córdoba de la gobernación del Tucumán, Virreinato del Perú, 1598) fue un militar y funcionario de origen español, partícipe como uno de los más famosos capitanes de la conquista del Tucumán en la segunda mitad del siglo XVI, en el actual territorio de la República Argentina. Fue asignado como teniente de gobernador general del Tucumán desde 1566 hasta 1570, y como tal estuvo interinamente al mando de la gobernación homónima durante tres meses en el año 1567. Posteriormente, fue asignado como simple teniente de gobernador de San Miguel de Tucumán desde 1574 hasta 1581 y como teniente de gobernador general de Córdoba de 1586 a 1587, y dos veces más de forma intermitente de 1591 a 1592.
Gaspar de Medina nació en el año 1530, según su propio testimonio en 1585, en la probanza de Hernán Mejía de Mirabal.
Se desconoce con exactitud el lugar de su nacimiento, ya que hay silencio documental sobre su naturaleza y filiación. Ni siquiera es posible afirmar que hubiera nacido en la península ibérica, ya que existe la posibilidad de que tal hecho se hubiera producido en alguno de los territorios ya conquistados en el Nuevo Mundo, por lo cual habría nacido en alguna parte del Imperio español.
De lo que no se puede dudar es que Gaspar de Medina fue tenido en habitual consideración por hombre noble hijodalgo y que por ser persona principal los distintos gobernadores del Tucumán lo emplearon en los más diversos oficios y cargos honoríficos durante el prolongado período de su residencia en la región.
Pasó desde el Virreinato de Nueva España al del Perú, y a finales del año 1548 se encontraba en el puerto de Manta (en el actual Ecuador). Posteriormente llegó a la Capitanía General de Chile, en 1550, trayendo a su costa una compañía de treinta soldados valientes, amigos suyos, con los cuales al no encontrar embarcación apropiada en Lima, entraron por tierra a Chile atravesando el desierto de Atacama, hasta reunirse con Francisco de Aguirre, y a cuyas órdenes se puso.
No hay registros de su actividad entre 1550 y 1552, aunque Luque Colombres especula que debió residir en esos años en La Serena, fundada por Aguirre en 1549.
Cuando Aguirre cruzó la Cordillera de los Andes para entrar al Tucumán a fines de 1552, Gaspar de Medina era parte de su contingente de poco más de sesenta soldados, al igual que Nicolás de Garnica.
El padre Lozano en su narración destaca enfáticamente su participación en la epopeya y lo presenta como "la persona más principal" entre todos los que vinieron con Aguirre, "su grande amigo".
Participó junto a él en la conquista de los diaguitas y en la pacificación de los calchaquíes.
Cuando Aguirre fundó Santiago del Estero en 1553, fue el escribano mayor de la gobernación. Con este acontecimiento, culminó su actividad en este primer período en el Tucumán.
Regresó junto a Aguirre a Chile en 1554, tras el fallecimiento de Pedro de Valdivia. Al momento en que Aguirre fue arrestado y enviado prisionero al Perú en 1557, Medina era su secretario particular.
Tan leal le era al conquistador, que cuando gobernaron Juan Pérez de Zurita y Gregorio de Castañeda, Medina no intervino en los asuntos de la gobernación.
Luque Colombres deduce que en esos años, entre 1554 y 1563, en los que hay escasos registros de su actuación, residió en La Serena, y piensa que es en esta época en que se casó con Catalina de Castro.
A mediados de 1559 regresó Aguirre a Chile, absuelto por la Real Audiencia de Lima, y fue designado gobernador del Tucumán a fines de 1562 por el conde de Nieva, virrey del Perú. En noviembre de 1563, Aguirre se puso en marcha hacia el Tucumán, llevando consigo a su familia, a muchos parientes y amigos, entre los que se encontraba Gaspar de Medina.
El capitán Medina era un hombre extremadamente valiente e intrépido. Cuando Aguirre entró en los Valles Calchaquíes en 1564, fue cercado por casi 4000 indígenas. Medina acudió en su auxilio, los enfrentaron denodadamente y los hicieron huir matándoles mucha gente. El padre Lozano relató el suceso de la siguiente manera:
Francisco de Aguirre decidió intentar reforzar su tropa, al haber fallecido varios soldados en el enfrentamiento con los calchaquíes, entre ellos su hijo el maestre de campo Valeriano de Aguirre. Para ello:
Entre las nueve doncellas huérfanas mencionadas debieron venir, aparte de Isabel de Frómista, que contrajo matrimonio con Juan Serrano, conquistador de La Rioja; Isabel de Salazar, esposa primero del famoso Hernán Mejía Miraval y luego de enviudar, de Alonso de Vera y Aragón "el cara de perro", encomendero de Matará y vecino del Pilcomayo y Francisca de Cuéllar, que casó con Juanes de Artázar. Las tres declararon como testigos en la información que se hizo a pedimento del capitán García de Medina en 1621.
La encomienda que recibió como premio de sus servicios fue la de Acapianta, en jurisdicción de San Miguel de Tucumán. Los pueblos indígenas incluidos en esta merced fueron los de Acapiantagastona, Palcoliguala, Ascatiguala, Gualanto, Salta, Caonaxita, Pioxita, Catonxita, Manchoxita, Oliteaxita, Canemanxita, Capahao y Campijes.
No se encontró presente en la fundación de San Miguel de Tucumán, en 1565, donde sí figuran sus hijos Luis y García de Medina, que hubieran tenido corta edad en esa época.
En 1566, partió Aguirre en una malograda expedición hacia el Río de la Plata, y en el camino de regreso, en un lugar actualmente denominado Altos de Aguirre, ubicado a 40 leguas de Santiago del Estero, se produjo un motín dirigido por Jerónimo de Holguín, Juan de Berzocana y Diego de Heredia, que secundados por otros, prendieron a Aguirre y sus hijos. Llegados a Santiago del Estero, depusieron a Medina, quien era teniente general de la gobernación, embargaron sus bienes y luego de amenazar colgarlo, lo enviaron custodiado a San Miguel de Tucumán.
Catalina de Castro y sus hijos, totalmente desamparados, fueron recogidos por Isabel de Frómista, una de las nueve doncellas que Medina trajera de Chile para casarlas con conquistadores, quien les dio vivienda y sustento.
Medina, en astuta maniobra, logró escapar de sus custodios y se refugió en las sierras de Conso. Desde allí, con hábiles estratagemas, se comunicó con sus allegados en San Miguel de Tucumán y en Santiago del Estero, concertando una acción sincrónica que fue efectiva, pues al mismo tiempo que él ingresaba a Santiago del Estero con la tropa colectada en Tucumán, sus aliados Miguel de Ardiles, Nicolás Carrizo y Juan Pérez Moreno con la cooperación de la mayor parte de los vecinos de la ciudad, se levantaron en armas, sofocando la revuelta, restituyendo la autoridad y, procediendo, tras un juicio sumario, a decapitar a los dos cabecillas: Berzocana y Heredia.
En el ínterin, Aguirre y sus parientes habían sido llevados por Holguín a La Plata, a donde arribaron en noviembre, después de viajar engrillados por más de 250 leguas.
Partió enseguida Gaspar de Medina a dar cuenta a la Real Audiencia de Charcas de todo lo acontecido. Dicha audiencia le agradeció sus buenos servicios y nombró gobernador interino a Diego de Pacheco, natural de Talavera.
Durante el gobierno de Diego Pacheco (1567-1569), residió en la ciudad de San Miguel de Tucumán, donde sería más tarde teniente de gobernador, alcalde y regidor.
Al asumir Gonzalo de Abreu y Figueroa en la gobernación del Tucumán, designó a Gaspar de Medina como teniente de gobernador de San Miguel de Tucumán en febrero de 1574, cargo que desempeñó con alguna interrupción hasta 1581.
Acompañó a Jerónimo Luis de Cabrera en la fundación de Córdoba, regresando luego a San Miguel de Tucumán.
En 1578, el gobernador Abreu emprendió la ‘jornada de los Césares’, reclutando a vecinos de la ciudad de San Miguel de Tucumán, quedando en la misma solo dieciocho hombres con las mujeres y niños. Advertidos de la situación, los yanaconas, liderados por el gigantesco Galuán, atacaron e incendiaron la ciudad en la noche del 28 de octubre.
El padre Lozano hizo la crónica del suceso:
Al poco tiempo llegaron a galope tendido, desde las cercanías de Santiago del Estero, Hernán Mejía de Mirabal y sus hombres, quienes habían sido avisados de estos sucesos.
Gaspar de Medina completa el relato del episodio, en el testimonio que dio en la probanza de Hernán Mejía de Mirabal, en la ciudad de La Plata, el 15 de enero de 1585:
Habiendo emprendido Abreu la marcha hacia Córdoba con solo cincuenta soldados, y encontrándose en el pueblo de Soconcho, fue alcanzado por una carta del capitán Gaspar de Medina, escrita en San Miguel, "en medio pliego de papel medio quemado", en que informaba estar los indios a las puertas de las casas, después de incendiar el pueblo, siendo milagro que escaparan con vida los vecinos. Pedía socorro, advirtiendo que en caso de no recibirlo con urgencia, perecerían todos por mantener los indios el cerco. Abreu decidió acampar y enviar a Tristán de Tejeda, indicándole que recogiera en el camino los soldados que hallase para que al encontrarse con Hernán Mejía de Mirabal, este los condujera a librar a San Miguel de Tucumán del asedio. Pero Tejeda no encontró a su suegro en Santiago del Estero, ya que este ya había partido con alguna tropa a auxiliar a los sitiados, por lo que llevó los refuerzos conseguidos en persona y de inmediato. Gracias a su diligencia, se salvó a Tucumán de una destrucción segura. Aunque lograron alejar el peligro, persistía el riesgo de un contraataque, por lo que Abreu renunció a sus planes originales y concurrió con su contingente a la herida ciudad. La hallaron toda quemada y los vecinos tan atemorizados que si tardara el auxilio no hubiera podido escapar persona alguna. Quedó por un tiempo con la tropa, reconstruyéndola y dirigiendo batidas contra los naturales para su escarmiento.
Cuando Hernando de Lerma llegó a la ciudad de Santiago del Estero como nuevo gobernador del Tucumán, Medina sufrió una serie de persecuciones e injusticias como todos los conquistadores viejos más dignos y capaces de la provincia. Fue encarcelado, privado de sus bienes y de los de su esposa, y multado en tal magnitud que quedó arruinado para siempre, por lo cual tuvo que emigrar y refugiarse en Charcas donde en 1585 prestó declaración en la probanza de Nicolás de Garnica.
En noviembre de 1585 llegó a La Plata el nuevo gobernador del Tucumán, Juan Ramírez de Velasco, quién fue visitado por los expatriados que estaban allí por culpa de Lerma y regresaron juntos algunos meses después a Santiago del Estero, donde asumió el cargo mencionado en julio de 1586.
El 22 de agosto de ese mismo año, Gaspar de Medina prestó juramento ante el cabildo de la ciudad de Córdoba como teniente de gobernador, permaneciendo en el cargo hasta fines de 1587, en que volvió a Tucumán.
En 1589, casi de sesenta años, era alcalde de San Miguel de Tucumán. Ante él hizo el Cabildo la probanza y se redactaron las instrucciones que había de llevar Hernán Mejía de Miraval a España, para pedir mercedes al rey.
En 1591 fue otra vez nombrado teniente de gobernador de Córdoba, organizando con el fundador de La Rioja una expedición a los Césares que fracasó.
En 1594 fue elegido por unanimidad alcalde de primer voto en Córdoba, siendo esta la última actuación pública del ya añoso conquistador.
Gaspar de Medina falleció en enero o febrero de 1598 y fue sepultado en la ciudad de Córdoba, en la iglesia de San Francisco, "debajo del púlpito". Sus restos fueron depositados posteriormente detrás del altar mayor, junto con los de otros muchos compañeros de epopeya.
Residiendo en La Serena, Gaspar de Medina contrajo matrimonio en primeras nupcias, probablemente entre 1554 y 1561, con la mestiza hispano-inca Catalina de Castro (n. ca. 1534 - f. e/ 1573 y 1580), siendo una hija del hidalgo sevillano Garci Díaz de Castro y de la ñusta Bárbola Coya, sobrina del emperador inca del Perú.
De este enlace entre Gaspar de Medina y Catalina de Castro nacieron siete hijos:
Al enviudar, contrajo segundas nupcias hacia 1581 con Lorenzana de Arroyo (n. ca. 1546 - f. después de 1626) y quienes fueran padres de dos
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