Gloria Polo cumple los años el 30 de noviembre.
Gloria Polo nació el día 30 de noviembre de 1958.
La edad actual es 65 años. Gloria Polo cumplirá 66 años el 30 de noviembre de este año.
Gloria Polo es del signo de Sagitario.
Gloria Polo nació en Neiva.
Gloria Constanza Polo Ortiz (Hobo, Huila, 30 de noviembre de 1958) es una odontóloga y conferenciante conocida por ser alcanzada por un rayo, estar tres días en coma, volver a la vida y dar testimonio de su experiencia en el umbral de la muerte.
Gloria Constanza Polo Ortiz nació en Hobo, Huila, 30 de noviembre de 1958 a en una familia tradicional y religiosa hija de Guillermo Polo y su esposa Mariela Ortiz, estudio odontología en la Universidad Nacional de Colombia en sus primeros años ejerciendo la odontología, fundó un consultorio con la visión de atender a un público popular al que le pudiera ayudar dándole muy bajos costos por consulta. Esto la acercó a una gran cantidad de personas y le ayudó a desarrollar “una capacidad de arrastre muy grande, pues ‘imprimía’ pensamientos en sus pacientes”.
“Yo los hacía creer mis cuentos, les pagaba abortos, les regalaba condones a los pelados del barrio y le decía a las mujeres que si su marido les ponía los cachos se los pusieran el doble. Les llenaba la cabeza de las porquerías en las que creía, como la Nueva Era”.
En este contexto, meses antes del accidente, se sentía sin rumbo pues, como ella misma confiesa, aunque podía manejar su corazón con la meditación trascendental, no lograba quitarse las ganas de quitarse la vida. A esto le siguió su intento de suicidio al chocar su automóvil intencionadamente, experiencia de la que salió ilesa físicamente pero donde murió su fe.
“Después de que no pude matarme en el auto, me fui llorando buscando un sacerdote. Solo encontré una iglesia abierta, le dije al cura: Ayúdeme o me voy para el infierno y él me dijo: usted se ve inteligente y muy estudiada, no me diga que cree en eso. Me sentí en una mazmorra y que el que debía sacarme me botó. Desde ahí, para mí ya no existía el diablo ni Dios”
El evento sucedió el 5 de mayo de 1995 cuando sobrevivió al impacto de un rayo que la alcanzó cuando se encontraba junto a su sobrino en la Universidad Nacional en Bogotá, donde estudiaba odontología, cubriéndose de un fuerte aguacero con una pequeña sombrilla. Tratando de buscar un sitio dónde escampar dentro del campus, se acercaron a los árboles y en ese momento les cayó un rayo que le quitó la vida a su sobrino y a ella la dejó gravemente herida.
“Mi sobrino era un muchacho creyente y muy devoto del Niño Jesús, del que llevaba al cuello una medallita de cuarzo. Según las autoridades, precisamente el cuarzo hizo venir el rayo sobre él. De hecho el rayo entró a través de la medalla, pasó por el corazón atravesando el cuerpo y salió por el pie. No obstante el cuerpo de mi sobrino no se quemó externamente. Tenía sólo un pequeño agujero en el pie, por donde había salido el rayo, y la marca de la imagen del Niño Jesús impresa en el pecho debido a la medallita. En cuanto a mí, el rayo me entró por el brazo y me quemó horriblemente todo el cuerpo, sea por fuera que por dentro. Desaparecieron mis senos, especialmente el izquierdo, y quedaron sólo los pezones. Desapareció la carne del vientre y de las costillas, las piernas estaban completamente carbonizadas y el rayo salió por el pie derecho. El rayo me carbonizó el hígado, los pulmones, los riñones y los ovarios. Estos últimos quedaron como uvas pasas – según la descripción de los médicos –, también por el hecho de que yo utilizaba una “T” de cobre, siendo este metal buen conductor de la electricidad. Tuve un paro cardíaco y permanecí allí en el suelo, sin vida” (Flaviano Patrizi, Estuve a las puertas del cielo y del infierno, cit., p. 10).
Gloria fue reanimada pero durante la intervención quirúrgica hubo un segundo paro cardíaco y duró en coma profundo tres días y después estuvo dos meses hospitalizada en la clínica San Pedro Claver de Bogotá.
“Hasta aquí lo que sucedió desde un punto de vista meramente físico. Pero esta historia quedaría muy incompleta si no les hiciera partícipes de la que ha sido, en realidad, la dimensión más relevante de mi experiencia” (Flaviano Patrizi, Estuve a las puertas del cielo y del infierno, cit., p. 11).
“¡Dios mío, yo quisiera tener palabras que hagan comprender la maravilla que experimenté! Cuando me cayó el rayo entré inmediatamente en una luz muy blanca, llena de amor. ¡Era como un sol muy bello! Hermanos, sentía una paz, un gozo y una alegría maravillosas. ¡Qué grande es el amor de Dios! Hermanos, ¡qué bella es la muerte! No sé porqué nos han hablado de la muerte como de un castigo. Lo que experimenté fue el abrazo de Dios Padre. Mientras me encontraba en este estado paradisíaco vi mi cuerpo carbonizado que saltaba en el suelo y vi también el cuerpo de mi sobrino. Además vi a todas las personas del mundo a la vez sin tener que mover la mirada, porque estaba libre del tiempo y del espacio. Percibí los pecados que tenían dentro. Estaba tan llena de amor que no lograba contenerlo y sentí que se me desbordaba. Abracé a todas las personas y deseé que todos pudieran sentir este amor tan grande que me inundaba. Entre las personas que abracé sólo mi hija mayor, que entonces tenía nueve años, percibió mi abrazo y se estremeció” (Flaviano Patrizi, Estuve a las puertas del cielo y del infierno, cit., pp. 11-12).
Además durante su coma de tres días la doctora Gloria Polo vivió otra experiencia más en el umbral de la muerte.
“Me llevaron al quirófano para ser operada por el doctor Mario Daniels, y mientras me estaban poniendo la anestesia para retirar los tejidos quemados, sufrí un nuevo infarto. Apenas mi corazón dejó de funcionar me encontré de nuevo fuera del cuerpo y vi a los médicos afanados en reanimarme. [...] Vi salir de la pared del quirófano un gran número de personas aparentemente normales, pero con una mirada terriblemente cargada de odio y maldad. ¡Qué mirada tan espantosa, hermanos! Cuando los miré me di cuenta con horror que eran todos los pecados que había cometido desde mi última confesión sacramental, cuando tenía trece años. [...] ¡Qué espanto, qué terror cuando me vi rodeada de esa manera! En aquel momento mi estructura mental científica, que tanto me engañó en la vida, no me sirvió para nada. Corría de un lado para otro e intenté entrar en mi cuerpo, pero no pude y mi terror aumentaba siempre más. Huí aterrorizada. Sin darme cuenta atravesé la pared del quirófano, y me precipité en el vacío. Empecé a bajar de la luz a la oscuridad, y vi a mi alrededor como cárceles, pequeños nichos, gran número de celditas semejantes a panales de abejas, laberintos y cruces de caminos. Había miles y miles de personas. No puedo describirles exactamente lo que vi porque su conjunto supera mi capacidad cerebral. Lo que les cuento es lo poco que he sido capaz de comprender. De hecho, no obstante yo tenga un alto cociente intelectual, no dispongo de una imagen precisa con la que pueda describirles exactamente lo que vi” (Flaviano Patrizi, Estuve a las puertas del cielo y del infierno, cit., pp. 18-20).
Gloria dice que vivió como una especie de juicio de toda su vida aquí en la tierra y que iba a ser condenada a la muerte eterna, cuando Jesús le dio una segunda oportunidad, acompañada por una orden:
“«Esto que has visto y oído no lo repetirás mil veces, sino mil veces mil. Ay de aquellos que escuchándote no cambiaran, porque serán juzgados con mayor severidad como lo serás también tú, mis ungidos o cualquiera de ellos, porque no hay peor sordo que el que no quiere escuchar, ni peor ciego que el que no quiere ver»” (Flaviano Patrizi, Estuve a las puertas del cielo y del infierno, cit., pp. 18-20).
Los médicos no creían que ella podría sobrevivir pero, poco después, Gloria salió del coma y tuvo una recuperación milagrosa que fue amplia mente reportada en los medios de comunicación de su país.
Ahora Gloría revela en varias partes del mundo su testimonio y los resultados que ha obtenido en su propia vida.
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