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Gobernador Real de Chile



El Capitán general de Chile fue el máximo rango militar de su historia, que ha sido asumido por quienes han sido los jefe de gobierno de ese país al mismo tiempo que la jefe de las fuerzas militares. Durante la colonia este ha tenido más trascendencia que durante la república, puesto que todos quienes tuviesen el rango de Capitán general eran al mismo tiempo Gobernadores de Chile. Durante la colonia lo obtenía el Gobernador de Chile, que era el funcionario nombrado por el rey de España que estaba al frente de la administración del Reino de Chile. Posterior a la independencia, el Estado de Chile conservó este grado militar para identificar a los máximos líderes militares de las Fuerzas Armadas de Chile que asumiesen la jefatura del Estado simultáneamente.

Por la frontera militarizada con el Imperio español el Gobernador de Chile fue más conocido por su cargo militar de Capitán General de Chile. Desde la creación de la Real Audiencia de Chile sumó también el cargo de Presidente de la Real Audiencia de Chile. El gobernador ejercía también el cargo de vicepatrono real de los bienes de la Iglesia católica en su territorio.

Los gobernadores fueron a las autoridades que tuvo la Gobernación de Chile durante el período de conquista española y la posterior etapa como colonia del imperio español. En total hubo 66 gobernadores. Gobernador, es aquel oficial que tiene a su cargo tareas de gobierno, y también militares, hacienda y justicia, así como también lo hizo el virrey y otras autoridades indianas, hubo declaraciones donde se señaló expresamente que los virreyes de España y Perú también fuesen gobernadores de las provincias en el cargo. El gobernador, ejerce su función en una gobernación. Ésta podía ser una provincia o un reino, también lo podía ser un territorio reducido, como la isla Juan Fernández, Chile en su comienzo también fue una provincia que luego se denominó Reino de Chile. Pero por la administración que Chile tuvo, se sostiene que siempre fue una gobernación, es un encargo primordial para quien recibía este reino y se encontraba frente a él, como también era primordial el gobernarlo. La gobernación de Chile hasta 1567 está a cargo de la audiencia de Lima para efectos jurisdiccionales, pero en 1567 se crea una Real Audiencia en Chile, en Concepción y su Gobernador fue su presidente.

Mientras funcionó la Real Audiencia de Chile (1565-1575, 1609-1811 y 1815-1817) el gobernador ostentó también el título de presidente de dicho tribunal. Cuando la Audiencia no existía, normalmente el gobernador era justicia mayor del reino.

Así el mismo personero era:

El gobernador concentraba en su persona los mayores poderes locales.

Por lo misma concentración de poder, no resultó extraño que algunos gobernadores abusaran abiertamente de su cargo. Francisco de Meneses y Juan Henríquez de Villalobos son considerados ejemplos clásicos del tipo del gobernador corrupto y nepotista.

Dicho tipo de personaje fue más habitual bajo el reinado la Casa de Austria que la de Borbón, que inauguró una larga seguidilla de gobernadores virtuosos durante el reinado de Felipe V, con la designación de Gabriel Cano y Aponte y José Antonio Manso de Velasco.

Pero el período colonial se cerraría en Chile con la salida forzada de un gobernador sorprendido en maniobras de contrabando: Francisco Antonio García Carrasco.

La serie de administradores meritorios designados por la Casa de Borbón se vio premiada por la promoción de los gobernadores bien evaluados a cargos superiores. Cuatro de los siete virreyes del Perú que ejercieron durante la segunda mitad del siglo XVIII habían sido previamente gobernadores de Chile:

A ellos se suma Gabriel de Avilés y del Fierro, Marqués de Avilés, (1801-1806) que fue promovido a virrey del Río de la Plata (1799-1801). Avilés fue sucedido en el virreinato por otro gobernador de Chile, Joaquín del Pino Sánchez de Rojas, (1801-1804).

Bajo el reinado de la Casa de Austria, sólo García Hurtado de Mendoza había llegado a ser virrey del Perú, entre 1589 y 1596, pero siguiendo una lógica ligada a la influencia nobiliaria y política de la familia de Mendoza.

El sumo poder del gobernador no significaba que no tuviera contrapesos o que no pudiera ser obstruido por otras fuerzas locales. El gobernador, habitualmente se encontraba localmente con una complicada trama de susceptibilidades protocolares y celos jurisdiccionales por parte del clero, vigilante de su independencia y privilegios, y la Real Audiencia. De hecho las acusaciones de los vocales de este tribunal condujieron a la destitución de algunos gobernadores, como fue el caso de los ya nombrado Meneses y Carrasco, por lo que se sabían poseedores de cierto poder.

Por lo mismo, la constreñida política interna funcionaba sublimada a través de despechos públicos y desaires de etiqueta, o del envío de acusaciones a Lima y Madrid. La oposición local podía contar, por tanto, con algunos medios indirectos de hacer valer sus intereses. Pero el gobernador siempre tenía a su favor lo absoluto de su poder inmediato y la lentitud de las comunicaciones.

Dos gobernadores murieron en batallas con los mapuches, durante la Guerra de Arauco, lo que permite calibrar la gravedad que por momentos alcanzó este conflicto para los españoles. Los gobernadores muertos en combate fueron:

Existieron sospechas y versiones de que los siguientes gobernadores de Chile fueron asesinados mediante el uso de veneno:

También Alonso de Ribera acusó a Catalina Lisperguer, madre de la llamada Quintrala, y a su hermana María de intentar envenenarlo.

Debido a las distancias con la metrópolis colonial, la vacancia del puesto por muerte del titular, abandono u otra razón, era en primera instancia resuelta localmente. La Audiencia designaba a uno de sus vocales (el decano, el más anciano). Cuando la Audiencia no funcionaba, en caso de haber un justicia mayor distinto del gobernador este asumía el cargo, como fue el caso de Pedro de Viscarra y Miguel Gómes de Silva Morales.

También podía ser nombrado un vecino (habitualmente anciano, para evitar acusaciones posteriores), designado por el cabildo de una de las ciudades importantes; Santiago o Concepción, dependiendo del lugar de deceso del titular.

Este gobernador interino debía esperar primero la resolución del virrey del Perú, su superior jerárquico. El virrey habitualmente enviaba su propio interino, que podía terminar ejerciendo el cargo por largos años, a la espera de ser confirmado por el rey de España o reemplazado por la llegada de un gobernador titular.

A manera de ejemplo, de los 9 gobernadores que ejercieron durante los 23 años del reinado de Felipe III, solo uno fue designado directamente por el monarca, Alonso de Ribera, quien sumó 9 años de ejercicio.

El caso de la sucesión del primer gobernador, Pedro de Valdivia, tras su muerte en la batalla de Tucapel, fue especial, pues este quiso disponer de su sucesor interino en su testamento. Esto dio paso a una abierta disputa entre su heredero Francisco de Aguirre y el interino nombrado por el cabildo de Concepción, Francisco de Villagra.

Durante su vida republicana, el Estado de Chile conservó este grado militar para identificar a los máximos jefes militares teóricamente de cualquier rama de las Fuerzas Armadas de Chile (en la práctica sólo han sido Comandante en jefe del Ejército de Chile), que asumiesen la jefatura del Estado simultáneamente. Quienes han ascendido a este grado en la historia de Chile son:

A estos militares se suman figuras relevantes de la historia de Chile a los que les fue conferido este grado ad honorem, sin cumplir con el requisito de ostentar el cargo de jefe de Estado.

Durante el gobierno de O'Higgins y Freire, el distintivo que destacaba a un capitán general era la combinación del uniforme de general de Ejército de Chile y la banda presidencial y piocha de O'Higgins. Posteriormente, entre 1974 a 1980 se añadió al galón de cuatro estrellas propia del general de Ejército[2]​ el escudo nacional como símbolo de su cargo como jefe de Estado, aunque no se puede considerar a tal símbolo como un distintivo del capitán general, dado que Pinochet no ostentaba tal grado en ese entonces legalmente. En 1982, luego de la ratificación constitucional de su presidencia, Pinochet crea un nuevo galón, exclusivo para el grado de capitán general, con cinco estrellas. Dado que todos los personajes históricos que han ostentado el grado han pertenecido al Ejército, no existen símbolos que distingan a un capitán general de las otras ramas de las Fuerzas Armadas chilenas.

En la actualidad, el grado de capitán general no está contemplado dentro del marco jurídico y de ordenamiento de las Fuerzas Armadas. Además de ello, la Ley Orgánica Constitucional N.º 18 700 sobre Votaciones Populares y Escrutinios[3]​ estipula que un comandante en jefe de cualquier rama de las Fuerzas Armadas (en servicio activo) no puede ser candidato a la Presidencia de la República. De tal modo, y dentro del marco constitucional y el estado de derecho, no podrá haber otro capitán general en el Chile republicano según la legislación vigente.



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