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Gobierno tibetano en el exilio



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La Administración Central Tibetana, también conocida como Gobierno Tibetano en el Exilio es una organización política que administra políticamente a la mayor parte de los refugiados tibetanos en el exterior (principalmente India, Nepal y Bután) y que reclama tener soberanía y ser el legítimo gobierno de la actual Región Autónoma de Tíbet, así como Gansu, Sichuan y Yunnan (el Tíbet histórico) y que se formó tras la invasión china del Tíbet en 1950. La organización se basa en hacer lobby político para que Tíbet sea liberado de la invasión china o que al menos goce de mayor autonomía como la de Hong Kong y Macao, busca preservar la cultura tibetana, fomentar condiciones de vida dignas para los refugiados tibetanos y generar consciencia global por las violaciones de derechos humanos en China.

Tiene su sede en McLeod Ganj, ciudad de Dharamsala, Estado de Himachal Pradesh, India.

La Administración Central Tibetana era hasta el 2011 una monarquía constitucional en la cual el Dalái Lama ejercía poder simbólico o cultural (similar al rey del Reino Unido) pero el poder político y administrativo lo ejerce el Primer Ministro, llamado Kalon Tripa, electo democráticamente por todos los tibetanos en el exilio registrados para votar.

El poder legislativo lo ejerce un Parlamento electo democráticamente entre la población tibetana que fue elegido por primera vez el 2 de septiembre de 1960, fecha que es conmemorada por los tibetanos como el Día de la Democracia. Lo conforman dos representantes de la diáspora tibetana en Europa, uno de la diáspora tibetana en América, diez delegados de cada provincia tradicional de Tíbet, dos miembros de cada una de las cuatro escuelas tradicionales del budismo tibetano y uno del chamanismo autóctono Bön y de uno a tres representantes designados por el Dalai Lama.

El gobierno no está reconocido por ningún país del mundo, pero forma parte de la Organización de Naciones y Pueblos No Representados y recibe dinero de países como Estados Unidos y Bután. El gobierno de India le permite administrar los asuntos de los refugiados tibetanos como la educación, los servicios de salud, seguridad social, actividades culturales y desarrollo económico, y realiza similar labor con los refugiados en Nepal y Bután.

Para ser considerado ciudadano tibetano es necesario haber nacido en Tíbet o ser hijo de al menos un padre tibetano, pero debido a que los refugiados carecen en muchos casos de documentos que prueben su origen el "libro verde" como se designa a la tarjeta de identidad y pasaporte tibetano emitido por la ACT se tramita con una entrevista. El documento no tiene costo, pero se solicita una contribución voluntaria de 58 rupias anuales(aunque es menos para desempleados y estudiantes) para los refugiados en India, Nepal y Bután, y de $96 dólares anuales para los tibetanos del resto del mundo. El documento permite participar en las elecciones tibetanas.

La realización de los Juegos Olímpicos en Pekín durante el 2008 generó ácidas protestas por parte de tibetanos y simpatizantes de la causa tibetana en todo el mundo. La policía de países con grandes cantidad de refugiados tibetanos como India y Nepal tuvo que mantener el orden ante las protestas. En Japón, un país de larga tradición budista, se realizaron multitudinarias protestas pro-tibetanas ante la llegada del presidente chino Hu Jintao.[2]

Además del apoyo mostrado por los japoneses, el entonces candidato presidencial Barack Obama solicitó al presidente George W. Bush que no asistiera a los Juegos Olímpicos de Pekín si el gobierno chino no dialogaba con el Dalai Lama, el presidente de Francia Nicolas Sarkozy y el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon no asistieron a la apertura de los JJ.OO.,[3]​ también hubo un comunicado emitido por 12 intelectuales chinos que apoyaban la autonomía de Tíbet y solicitaban al gobierno de Pekín detener el conflicto étnico.[4]

En su más reciente polémica, el Dalai Lama por invitación del gobierno visitó la República de China (Taiwán), un país mayormente budista y que es reclamado por China como parte de su territorio, para orar por las víctimas de los recientes huracanes, lo cual encendió la ira del gobierno chino que lo consideró una provocación. El Dalai Lama aseguró que su labor era puramente humanitaria y religiosa.[5]

Grupos de jóvenes tibetanos radicales como el Congreso de la Juventud Tibetana y la organización de Estudiantes por un Tíbet Libre que buscan no sólo la absoluta independencia de Tíbet (no la autonomía promulgada por el Gobierno tibetano en el exilio liderado por el Dalái Lama) sino también cuestionan la resistencia no violenta, se han enfrentado al propio liderazgo tradicional tibetano y el gobierno chino los culpa por estar detrás de los motines y levantamientos populares anticomunistas en Tíbet. Sin embargo, el Dalai Lama se reunió con Tsewang Rigzin, líder del Congreso de Juventud Tibetana, y otros dirigentes radicales para subsanar las diferencias.[6]​ Lhadon Tethong, directora de Estudiantes por un Tíbet Libre, reconoció que nadie pone en duda la autoridad del Dalai Lama pero que los jóvenes tibetanos al haber crecido en naciones democráticas son más exigentes en su búsqueda por la emancipación de Tíbet.[7]

En marzo del 2011 el Dalái Lama renunció a cualquier cargo político dentro del gobierno tibetano en el exilio, delegando toda responsabilidad política en el Primer Ministro, aunque preservándose como líder espiritual y religioso. El actual Primer Ministro electo en las más recientes elecciones del 2011 es el abogado y profesor de Derecho Lobsang Sangay[8]​ y es el primer Primer Ministro del exilio tibetano en ejercer el cargo como máximo dirigente político.



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