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Golpe de Estado de 1953 (Colombia)



El Golpe de Estado de 1953 fue la toma del poder por parte de los militares de Colombia al deponer al gobierno civil conservador de Laureano Gómez tras tres años de gestión impopular y varios años de violencia política anterior. Ocurrió el sábado 13 de junio de 1953 en Bogotá.

Fue dirigido por el teniente general Gustavo Rojas Pinilla y contó con el apoyo del sector no laureanista del Partido Conservador, en cabeza de Gilberto Alzate Avendaño y Mariano Ospina Pérez.[1]

La caída del poder civil derivó de la crisis que vivía el país desde el 9 de abril de 1948, día que por el caos que se vivió en la capital del país a raíz del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán y que se le llamó El Bogotazo.

Los partidos políticos tradicionales colombianos, liberal y conservador, estaban enfrascados en un enfrentamiento que agravó el periodo conocido como La Violencia a principios de la década de 1950, en el que el gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez y posteriormente Laureano Gómez, impuso el terror en las zonas rurales dominadas por liberales por medio de las policías políticas conocidas como Chulavitas en el centro del país y el grupo de ultraderecha conocido como Los Pájaros en el Valle del Cauca. En respuesta los liberales crearon guerrillas liberales y grupos de autodefensa campesinas conocidos como los cachiporros, y los comunistas que se veían también afectados crearon autodefensas comunistas.

Además de lo anterior, los mismos partidos estaban fracturados por luchas internas e intrigas, que les quitaron el apoyo popular.[2]​ Por ejemplo, el sector gaitanista estaba enfrentado con el oficialismo liberal dirigido por Eduardo Santos, y los conservadores estaba divididos entre ospinistas y laureanistas. Esta última facción era leal al presidente Laureano Gómez, quien sucedió a Ospina en unas elecciones sin rival ni garantías políticas ni de seguridad.[3]

Finalmente, la incapacidad de gobernar de Gómez, que controlaba el gobierno a través del designado Roberto Urdaneta (ya que en octubre de 1951 sufrió dos infartos que lo llevaron a ceder el poder), derivó en el apoyo creciente a un levantamiento militar. Gómez era tremendamente impopular por sus medidas dictatoriales y la radicalidad de sus ideas.

Luego de su designación como presidente, Roberto Urdaneta se ganó el respeto del ejército y en especial el del general Gustavo Rojas Pinilla, ya que Urdaneta había sido ministro de Guerra de Gómez y conocía a las fuerzas armadas y porque invirtió parte importante del presupuesto nacional en modernizar a las tropas.

En septiembre de 1952, Roberto Urdaneta le solicitó a Rojas Pinilla que regresara de Estados Unidos, a donde había sido enviado como representante ante la Junta Interamericana de Defensa, en Washington D.C. A su regreso de Washington, Rojas fue restituido en su cargo de comandante de las Fuerzas Armadas. Esta fue una maniobra de Urdaneta para ganarse el respaldo de las fuerzas armadas. Sin embargo Gómez estuvo en contra de dicha declaración y desde entonces intentó infructuosamente la destitución de Rojas, pues a pesar de que Urdaneta continuó la obra de Gómez, se alejó de sus intenciones reformistas. Gómez temía que Rojas lo derrocará, ya que por la época tomaba fuerza una candidatura de Ospina Pérez.

El 17 de abril de 1953, el general Rojas eludió un intento de Laureano Gómez por separarlo del ejército. Gómez lo quería ausentar del país enviándolo a Fráncfort del Meno como representante del gobierno en la inauguración de la ruta Bogotá-Fráncfort; pero Rojas fue informado de las dobles intenciones de Gómez y antes de abordar su avión declinó el viaje. La lealtad de sus subalternos, que lo consideraban líder y jefe natural, fue de crucial importancia para que los hechos se siguieran desenvolviendo en beneficio del general.

El 22 de mayo, el general Rojas convocó a un banquete de gala en la Escuela Militar de Cadetes, en Bogotá, en honor al presidente encargado Roberto Urdaneta y a la que asistieron toda la plana mayor de las Fuerzas Armadas. En ella y con una ceremonia Rojas le ofrece a Urdaneta el apoyo de toda la entidad castrense.

Luego, Felipe Echavarría Olózaga, industrial antioqueño, fue detenido y culpado de adelantar actos terroristas en Colombia y torturado por miembros de la G-2 (Inteligencia terrestre militar, cuerpo de la C-2, Inteligencia Multinacional de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos). Gómez toma el evento como excusa para responsabilizar del hecho a algunos militares y en especial a Rojas Pinilla a pesar de que él no tenía nada que ver con los eventos, con la excepción de haber ordenado el traslado del señor Olózaga al Batallón Guardia Presidencial.

Se conforma el último gabinete de Urdaneta, en el que se asigna, entre otros, a Lucio Pabón como Ministro de Guerra, esto el 11 de junio.

Rojas Pinilla viajó al municipio tolimense de Melgar, donde tenía una finca de descanso, el 12 de junio. Había organizado previamente un plan de comunicación en caso de alguna emergencia y previendo cualquier maniobra en su contra. Gómez le ordena a Urdaneta que destituya al general Rojas Pinilla pero Urdaneta se niega argumentando que hasta tanto no se investigaran los hechos y reconocido a los culpables, no haría ningún movimiento de personal.

El sábado 13 de junio Colombia amaneció con Roberto Urdaneta como presidente encargado. Más tarde, Laureano Gómez reasumió el poder, luego de un año de convalecencia. Hacia las 7 de la mañana, Laureano Gómez le ordena nuevamente a Urdaneta que destituya al general Rojas Pinilla, pero Urdaneta se niega y le dice que asuma nuevamente la presidencia y lo destituya él mismo. Así lo hizo Laureano Gómez, quien convoca a un Consejo Extraordinario de Ministros.

Ante la negativa de Urdaneta de proceder en conformidad Gómez se apareció de imprevisto en el Palacio de San Carlos, sede del gobierno, exigiendo a Urdaneta la renuncia, reúne a los ministros, reasume el poder y retira del cargo a Roberto Urdaneta. Lucio Pabón, Ministro de Guerra, se rehúsa a firmar el decreto para destituir al general Rojas Pinilla, procede a renunciar y se retira de la reunión. Gómez nombra a Jorge Leyva como Ministro de Guerra y lo encarga de elaborar y firmar el decreto de destitución. Nombra además al general Régulo Gaitán como comandante general y se retira con rumbo desconocido. Hacia las 10 de la mañana, el personal empezó a ser informado de la baja del general Rojas.

En horas del medido día el Secretario general del Ministerio de Guerra, Coronel José Manuel Agudelo, recibe en su despacho a los recién nombrados Jorge Leyva y Régulo Gaitán y otros oficiales en su despacho y se comunica con todos los mandos de la brigada para informarle de los hechos, lo mismo que con varios personajes políticos incluyendo a Ospina Pérez. Jorge Leyva decide aceptar el consejo de Agudelo de hacerse reconocer de las tropas haciendo un recorrido por los comandos de sur a norte, y salen del Capitolio, donde para la época allí funcionaba el Ministerio de Guerra.

A las 2 de la tarde, el general Alfredo Duarte Blum le hace una llamada telefónica a Rojas para que regrese de Melgar, al tiempo que sobrevolaban Melgar en el avión que lo traería de regreso. Rojas se traslada al aeropuerto de Flandes en donde lo recoge el avión que lo lleva al aeropuerto de Techo en Bogotá y pide ser llevado al Batallón Caldas (Puente Aranda) donde comandaba el Coronel Navas Pardo. Rojas llega al Batallón Caldas a las 4 de la tarde, coincidiendo con una llamada que Jorge Leyva le estaba haciendo a Navas para que lo reconociera como el nuevo Ministro de Guerra.

También había aparecido en el Batallón Caldas doña Bertha Hernández de Ospina, esposa del expresidente Ospina Pérez, y líder de la otra facción del partido conservador, con la cual Rojas tuvo una cordial conversación y quien parece haberle proporcionado su apoyo e informado también del apoyo Liberal, para remover del gobierno a Laureano Gómez. Hacia esa hora llama también el coronel Manuel Agudelo para informarle a Rojas las acciones que había realizado hasta ese momento y recibe la orden de unirse a la toma del Palacio.

Sabiendo que Jorge Leyva y su comitiva llegarían al Batallón Caldas y que ellos aún no sabían que allí se encontraba Rojas, decidieron esperarlos. Más tarde llegaron Jorge Leyva, acompañado del recién asignado comandante, general Régulo Gaitán, del general Mariano Ospina Rodríguez, del general Gustavo Berrío Muñoz y del coronel Billy Hollman. Para evitar sospechas los recibieron con los honores correspondientes, pero una vez entraron al casino y haber encontrado sorpresivamente a Rojas les informaron que Leyva y Gaitán quedaban detenidos al igual que Ospina Rodríguez y Hollman. De inmediato se comunicó por radio a todas las guarniciones que a partir de ese momento recibirían órdenes solamente del general Rojas Pinilla.

Hacia las 5pm, el general Carlos Turriago somete pacíficamente al Batallón Guardia Presidencial, en esos momentos comandado por el Mayor Ruano. Había previamente preparado la artillería y los batallones rodeando el Palacio de la Carrera, pero después de una conversación con Ruano se evitó un enfrentamiento innecesario. Rojas Pinilla es informado hacia las cinco y media, a lo cual Rojas y su comitiva dejan Puente Aranda y se dirigen al Palacio de la Carrera.

Rojas llega al Palacio Presidencial de la Carrera a las 6ː30 de la tarde. Momentos después hace llamar de urgencia a Urdaneta, pues su plan en ese momento era pedirle a Urdaneta que se tomara el poder y que él, Rojas, lo apoyaría. Urdaneta, a pesar de que en ese momento estaba dormido y con fiebre de 40 grados debido a una fuerte gripe, fue despertado y se presentó a discutir la situación con Rojas y su comitiva. Le fueron presentadas varias alternativas para que permaneciera en el poder pero las rechazó diciendo “Si en la mañana me negué a aceptar una imposición, ahora me niego a aceptar otra”, pues seguía considerando a Laureano Gómez como el presidente legítimo y se rehusaba a asumir el cargo hasta tanto él no renunciara.

Ante la negativa de Urdaneta, Rojas ordenó la búsqueda de Laureano Gómez, el cual se hallaba escondido en la casa de uno de sus amigos, para pedirle que renunciara al gobierno de forma que Urdaneta pudiera gobernar legítimamente. Luis Ignacio Andrade que sabía donde se encontraba fue enviado para traer la renuncia, sin embargo al regresar informó a Rojas que “Laureano dice que antes de firmar la renuncia para que siga gobernando Urdaneta, prefiere que usted se haga cargo del gobierno”. Según Rojas, fue él mismo el que se dio el golpe al decir esto. Urdaneta se retira a su habitación y al quedar solo con su comitiva que lo había preparado todo empezaron a animarlo para que tomara el poder.

Finalmente, en la noche de ese mismo día, a las 10ː00pm el General Gustavo Rojas Pinilla asume el poder, luego de una agitada tarde donde erradicó el poder de Gómez.[2]​ Rojas asume definitivamente el poder y hace la alocución radial en la que dice su frase célebre “No más sangre, no más depredaciones en nombre de ningún partido político, paz, justicia y libertad.”, frase que fue bien recibida por la mayoría de los colombianos, que habían estado sufriendo una sangrienta violencia bipartidista que se había acentuado desde la muerte del líder político Liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948.[3]

Rojas estuvo en el poder desde el 13 de junio de 1953, hasta que luego de 10 días de paro nacional tuvo que renunciar, el 13 de mayo de 1957.

El golpe de estado fue recibido con júbilo por la ciudadanía y los sectores políticos, económicos y religiosos del país.[3]​ Los principales motivos de este júbilo fueron el fin de la crisis y la violencia en que vivía el país, el apoyo que se ganó el General en meses previos, y la pacífica interrupción del gobierno de Gómez, ya que no se usó fuerza militar ni la violencia en los sucesos.

Se considera que el gobierno de Rojas Pinilla no fue una dictadura tradicional, ya que Rojas Pinilla nunca ejerció la fuerza para llegar al gobierno, y menos para mantenerse firmemente en el poder.[4]




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