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Laureano Gómez



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Laureano Gómez nació el día 20 de febrero de 1889.


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La edad actual es 135 años. Laureano Gómez cumplió 135 años el 20 de febrero de este año.


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Laureano Eleuterio Gómez Castro (Bogotá, 20 de febrero de 1889-ibidem, 13 de julio de 1965), llamado "Hombre Tempestad" y "El Tribuno del Siglo XX", apodado por sus rivales liberales como "El Monstruo"y "El Basilisco".[1][2][3]​ Fue un periodista, ingeniero y político colombiano.

Fue Presidente de Colombia en el período de 1950 a 1951, cuando debido a su estado de salud, cedió el poder a Roberto Urdaneta Arbeláez. Sin embargo su año de gobierno fue muy influyente en la historia de Colombia.[4]​ El 13 de junio de 1953 cuando intentó regresar al cargo, fue depuesto en un golpe de Estado por el general Gustavo Rojas Pinilla.

Antes de ser elegido presidente, Gómez fue durante tres décadas uno de los líderes más radicales del Partido Conservador y considerado uno de los oradores más promisorios de Colombia. Su importancia le permitió ser el artífice del sistema del Frente Nacional. Sin embargo, finalizado este período, su enemistad con la facción recatada del partido lo llevó a distanciarse de su antiguo padrino político, Mariano Ospina.

Su admiración por el nazismo y el franquismo le valió varias expulsiones de Colombia en la década de 1940.[5][6][7]​ Así mismo, sus contradictores lo consideraban racista, clasista y segregacionista.[8]

Laureano Gómez Castro nació en Bogotá el 20 de febrero de 1889, del matrimonio de José Laureano Gómez Rincón y Dolores Castro Galvis, oriundos de Ocaña.[9]​ El 15 de abril, fue bautizado en la Iglesia de San Agustín, por el párroco Carlos Cortés Lee.

A los 8 años de edad ingresó al Colegio de San Bartolomé, regentado por los padres jesuitas, lo que le permitió cuando se hizo bachiller estudiar ingeniería civil en la Universidad Nacional, graduándose, a los 20 años, el 19 de julio de 1909.

Empezó trabajando en la empresa encargada de la construcción del ferrocarril de Antioquia pero pronto dejaría su puesto para fundar y ser director del periódico La Unidad.

En 1911 fue representante a la Cámara y diputado de la Asamblea Departamental de Cundinamarca, aparte de convocar desde su periódico el primer Congreso Eucarístico Nacional de 1913, asistiendo como delegado de la Asamblea Departamental de Antioquia. Entre ese año y 1916 fue representante a la Cámara por segunda vez.

Ese mismo año, contrajo matrimonio con María Hurtado Cajiao, el 9 de septiembre, de la cual tuvo cuatro hijos: Cecilia, Rafael, Álvaro y Enrique.

Parte de la visión del mundo que tuvo en su vida y de la elocuencia con que argumentaba sus ideas de «desarrollo económico nacional», se perciben en el discurso que pronunció en Bogotá el 20 de julio de 1917 para inaugurar la estación del ferrocarril de la Sabana y una escuela de mecánica anexa.[10]

Se destacó como fuerte opositor de su copartidario, el presidente Marco Fidel Suárez desde 1918. Su proceder y oratoria en debates del Congreso lograrían en 1921 que Suárez renunciara, dejando a cargo de la presidencia al también conservador Jorge Holguín, quien ya había sido designado entre 1909 y 1910, por la renuncia de su copartidario Rafael Reyes.

En 1923 fue designado por el presidente Pedro Nel Ospina ministro plenipotenciario en Chile, donde participó en la V Conferencia Panamericana, y ese mismo año fue designado embajador en Argentina. En 1925 regresó para asumir el cargo de ministro de obras públicas, protagonizando en agosto de 1926 un debate en el Senado de la República, que lo catapultó como líder nacional. En 1927 fue diputado a la Asamblea departamental de Santander y desde 1928 se dedicó a la escritura, publicando El carácter del general Ospina.

Dentro del Partido Conservador surgió en 1920 el grupo de los Leopardos, grupo admirador de Charles Maurras y del fascismo, aunque el fascismo que ellos buscaban era católico, Laureano vio en este pensamiento una amenaza a la República, ya había sido crítico del Régimen Nazi, como también de Mussolini incluso antes de la II guerra mundial, es por esto que forma el grupo de los Civilistas, que hace frente a los Fascistas dentro del Partido Conservador.

En 1930, el presidente Enrique Olaya Herrera lo nombró ministro plenipotenciario en Alemania, donde pudo observar el paulatino ascenso de Adolf Hitler.

No obstante, fue a partir de 1932, dos años después de iniciarse una hegemonía liberal que duraría 16 años, cuando Gómez renunció a la embajada en Alemania y acusó al presidente Enrique Olaya Herrera de reiniciar una violencia política en Colombia, que, según Gómez, no se había vuelto a ver desde la Guerra de los Mil Días. Denunció, además, el “lentejismo” con algunos conservadores sobornados por “gajes y viles granjerías”, para neutralizar la mayoría conservadora del Congreso, como quedó registrado en los debates memorables de 1932, que catapultaron definitivamente a Gómez al primer plano de la vida nacional.[10]

En esa década fue diputado de varias asambleas departamentales (Santander, Antioquia) y senador entre 1931 y 1935 y entre 1939 y 1945, convirtiéndose en el máximo jefe del Partido Conservador. En ese año publicó "El Cuadrilátero". En 1936 fundó el periódico El Siglo, fuerte crítico de las políticas liberales, sobre todo las de Alfonso López Pumarejo. Fue opositor de los gobiernos del Partido Liberal, en especial del gobierno de López.

Tampoco escaparon de su crítica implacable Eduardo Santos y su ministro de hacienda Carlos Lleras Restrepo, ni Mariano Ospina Pérez, quien, por demás, fue llevado por Gómez a la presidencia en 1948, ni el general Gustavo Rojas Pinilla que, con el auxilio de Ospina, dio el golpe militar de 1953 que colocó en exilio a Gómez, a la sazón presidente constitucional.[10]

Bajo la égida de Gómez durante la república liberal, el Partido Conservador se abstuvo de participar en las elecciones presidenciales de 1934 y 1938, en 1942 apoyó al disidente liberal Carlos Arango Vélez, y ante la división del liberalismo para las elecciones de 1946, se postuló a Mariano Ospina Pérez, luego de que Gómez declinó la posibilidad de encabezar la candidatura a sabiendas de que provocaría la unión inmediata de liberales y conservadores.

La plataforma de Gómez durante estos años fue de un tinte marcadamente racista. Desde su periódico El Siglo propinó duros comentarios contra los inmigrantes judíos en Colombia.[11]​ Su antisemitismo continuaría exacerbándose, en 1942 lideró un plebiscito para expulsar a estos judíos;[11]​ todo llegaría a su punto más álgido en 1946 cuando el Partido Conservador Colombiano, encabezado por Laureano Gómez y Gilberto Alzate Avendaño, que era rivales dentro del partido, incitaron a sus copartidarios a que apedrearan los negocios de comerciantes judíos, en forma similar a la noche de los Cristales Rotos. Sin embargo este incidente pudo calmarse sin pasar a mayores.[12]

Gómez también lanzaría discursos racistas en contra de las poblaciones indígenas y afrodescendientes declarando en 1930 que «nuestra raza proviene de la mezcla de españoles, los indios y los negros. Los dos últimos caudales de herencia son estigmas de completa inferioridad».[13][14]​ A las negritudes las acusa de ser mentirosas e infantiles:

A las poblaciones indígenas le atribuye malicia, insignificancia y derrotismo:

En 1944, mientras era senador, fue acusado de planear el golpe de Estado contra el presidente López Pumarejo. Por esta razón tuvo que abandonar el país y asilarse en Brasil.

Criticó el voto universal que considera "contradictorio con la naturaleza jerárquica de la sociedad".[15]​ En el gobierno de Mariano Ospina fue ministro de relaciones exteriores.

En 1948 Gómez presidió la IX Conferencia Panamericana en Bogotá, como canciller de Colombia. A pesar de su nombramiento, se retiró a España prontamente tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán al no existir garantías en la representación internacional que veían a los conservadores como responsables del magnicidio. A pesar de que Gaitán escribía para debatir en el periódico conservador El Siglo, su casa en Fontibón y las instalaciones del periódico El Siglo fueron incendiadas durante el Bogotazo.

Según el escritor Gabriel García Márquez, testigo presencial de los hechos del Bogotazo, Gómez se resguardó en la Escuela Militar de la calle 80, desde donde al parecer se comunicó telefónicamente con Ospina, evitando a toda costa que el gobierno negociara con los revolucionarios.[16]

Regresó al país, por Medellín, el 25 de junio de 1949. En la Plaza de Berrío fue recibido por millares de ciudadanos. Allí lanzó su famoso discurso "El basilisco" en el cual calificaba al liberalismo de ser una bestia salvaje con cabeza de comunista[17]​. Los liberales luego usaría este apodo para descalificarlo, al estilo de Gaitán años atrás.[10][18][19]

Gómez fue presidente por 1 año, debido a problemas de salud. Sin embargo, su año de gobierno estuvo marcado por el autoritarismo y las medidas extremas. Mantuvo el país en estado de sitio, restringió los derechos de sus ciudadanos y abogó por mantener los privilegios de la Iglesia Católica.[4]​ Su programa de gobierno se llamó Revolución del orden.

Luego de una reforma constitucional liderada por los liberales, las elecciones de 1950 se adelantaron para noviembre de 1949.

El 12 de octubre del 49 el Partido Conservador eligió a Laureano Gómez como candidato a la presidencia. Sin embargo llegados los comicios, Gómez era el único candidato inscrito para las elecciones presidenciales. Uno de los candidatos que pretendía rivalizar con Gómez, el liberal y expresidente Darío Echandía, decidió renunciar a la candidatura argumentando que no había garantías de seguridad para su partido o su persona, después de una ola de asesinatos (como el de Gaitán en 1948) -en la que cayó su propio hermano, Vicente Echandía- y por el caos que se estaba incrementando en el país por esos días.

Gómez, al no tener oponente en las elecciones, obtuvo la histórica votación de 1 millón de votos, que incluso para la época era un verdadero hito.[4]

Gómez tomó posesión del cargo el 7 de agosto de 1950 siendo el único presidente hasta la fecha en tomar posesión ante la Corte Suprema de Justicia, tras el cierre del congreso por órdenes de Ospina Pérez.

Mostró interés en otorgar participación ministerial a los liberales, pero estos declinaron. El 1952, el columnista americano Drew Pearson lo describió en un editorial como un "franquista sin misericordia".[20]

Intentó reconciliar a su partido con la Iglesia Católica, devolviendole a los jesuitas el control de la educación colombiana. Sin embargo, la Iglesia se mantuvo neutral durante su gobierno, aunque con los privilegios que se le otorgaron desde el gobierno se dedicó a educar a los colombianos a través de la radio. Otra de sus maniobras fue promover una reforma constitucional en la que se le devolverían los privilegios a la Iglesia de los concordatos que los liberales habían derogado durante sus administraciones.

Así mismo, tuvo que ceder ante los movimientos femeninos católicos, que buscaban lograr el otorgamiento del voto a las mujeres colombianas. Los colectivos marianos lograron que se le reconociera el voto a nivel local, pero no nacional, hasta 1957.

Aunque Gómez no terminó su periodo de gobierno, logró crear el Banco Popular, organizar Ecopetrol y construir el Ferrocarril del Magdalena. Creó el Ministerio de Minas y Petróleos y el Ministerio del Fomento, suprimiendo a su vez el Ministerio de Comercio e Industria. También comenzó la construcción de los oleoductos entre Puerto Berrío y Medellín, y entre Bogotá y Puerto Salgar. Amplió en 3000 kilómetros las carreteras del país.

Su discurso nacionalista aunque de estilo populista, nunca fue de orientación antimperalista, sino anticomunista, siendo que en términos concretos fue un aliado de Estados Unidos

En consecuencia envió en 1951 el batallón Almirante Padilla, conocido como Batallón Colombia, para apoyar a Corea del Sur y los Estados Unidos, en la Guerra de Corea.

Gómez, bajo la justificación de mantener la garantía del orden, realizó una suspensión de las Cortes y redujo las libertades civiles. La oposición lo acusó de utilizar medidas autoritarias y de implementar un esquema de represión contra miembros y simpatizantes del Partido Liberal Colombiano y el Partido Comunista de Colombia, y contra los protestantes.[21]

A su régimen se le vincula a la responsabilidad por los crímenes de la policía política, apodada en las áreas rurales como "Chulavitas", aunque estos comenzaron a operar desde antes de su gobierno que duro un año, quienes perseguían a los liberales más progresistas, a los dirigentes populares, y a los dirigentes o militantes de izquierda y a los militantes comunistas. Quienes a su vez se organizan y son denominados despectivamente por la derecha conservadora colombiana como "Bandoleros" y en general a los partidarios de la izquierda, aunque hubo bandoleros de derecha y conservadores como Efraín González, alias siete colores, incluso con la muerte de Efraín González se dice que es el fin del Bandolerismo. mientras destruían haciendas y fincas e incautaban bienes y terrenos a los perseguidos.

A esta fuerza secreta del régimen se le atribuye las brutales asesinatos, torturas y desapariciones de liberales y opositores ocurridas durante el gobierno de Gómez. El gobierno de Laureano fue acusado de reiterada violación de los derechos humanos durante su presidencia.

Sin embargo, para la mayoría del oficialismo conservador y para un sector integrista de fieles católicos de la época, Laureano actuó como figura caudillista que promovió una identidad cultural e ideológica nacionalista, incluso se habla de cierto nacionalismo económico, materializado en la creación de empresas estatales, y la creación de Ecopetrol.

A finales de octubre de 1951, Gómez sufrió dos ataques cardíacos. Su enfermedad debilitó su salud y lo obligó a retirarse del cargo. En su reemplazo asumió el designado Roberto Urdaneta Arbeláez, quien se posesionó el 5 de noviembre del mismo año ante el Congreso. A pesar de su delicado estado de salud, Gómez siguió ejerciendo influencia en el gobierno a través de Urdaneta.[22][23][24]​ A pesar de los esfuerzos individuales de Urdaneta por mantener la paz, la situación en el país se agravó.

En una de sus maniobras, Gómez promovió una Asamblea Nacional Constituyente, a través de la cual quiso adoptar un régimen corporativo similar al modelo filo-fascista (Nacional-Corporativista) imperante en la España de la dictadura del general Francisco Franco.[24]​ Este modelo tomado de los regímenes fascistas europeos de los que Gómez era abiertamente simpatizante, habría acercado a Colombia a los parámetros definidos por la extrema derecha política.

A lo largo del proceso constituyente, que finalmente fue interrumpido por el golpe de Estado del 13 de junio de 1953, tuvo una activa participación intelectual Álvaro Gómez Hurtado, hijo del presidente de la República quien luego se convirtió en su sucesor natural en el partido. Sin embargo el proyecto no recibió el apoyo de su partido, ya que la facción liderada por Gilberto Alzate estaba comenzando a ser mayoría en el partido. La ruptura con los conservadores alzatistas tuvo su punto de inflección en abril de 1953, cuando Ospina lanzó su candidatura presidencial, pero Gómez, aun fuerte en el partido la vetó. En consecuencia Ospina apoyó el golpe militar de mayo.

Entre otras cosas Gómez pretendía desconocer la libertad de prensa, el veto a los beneficios de la Iglesia Católica, y se investiría con facultades para legislar sobre las fuerzas armadas, quedando éstas sometidas a la presidencia y no al Congreso.

Ante el colapso continuo del orden público por las constantes denuncias de la oposición sobre los abusos y brutales masacres cometidos por el oficialismo en zonas rurales y urbanas, y el temor a un golpe militar, Roberto Urdaneta Arbeláez, el encargado de la Presidencia, intentó evitar la caída del gobierno en manos de los militares. Gómez le ordenó a Urdaneta destituir al gral. Gustavo Rojas Pinilla de su cargo, quien recién en 1952 había regresado de Washington como agregado militar. A pesar de ello, Gómez intentó deponer a Rojas en varias ocasiones, mientras el militar vivía en Estados Unidos para reemplazarlo por un militar afín a sus ideas.

Desde el hospital Laureano Gómez quiso frenar a Rojas Pinilla, y este último viendo que Laureano quería destituirlo se reunió con Gilberto Alzate Avendaño, heredero del fascismo de los conservadores Leopardos a quienes enfrentó Laureano Gómez años atrás con su grupo de Civilistas. Gilberto Alzate decide planear un golpe de Estado y apoyar a Rojas Pinilla en esta tarea, cuando Rojas Pinilla hace el golpe de Estado, Gilberto Alzate Avendaño decide no hacerse público responsable, teniendo Rojas Pinilla que asumir el poder, dejando como medidas las políticas públicas que había comenzado Laureano pero persiguiendo el comunismo como Rojas Pinilla siempre quiso, con el acto legislativo 03 de 1954.

Los miedos del presidente se concretaron el 13 de junio de 1953 cuando el General Rojas Pinilla -quien se enteró al teléfono de todo lo que estaba aconteciendo- viajando con rapidez a Bogotá, ocupó la presidencia en lo que ha sido llamado un golpe de opinión, debido a que Laureano Gómez era rechazado por varios sectores de la sociedad colombiana y la sucesión se pudo dar de forma casi pacífica.[25]​ El gran ganador del golpe, sin embargo, fue Mariano Ospina Pérez.[26]

En su exilio en España, Laureano Gómez siguió liderando los conservadores y en calidad de jefe del partido firmó en 1956 el Pacto de Benidorm con el jefe del liberalismo Alberto Lleras Camargo, en contra del régimen militar.

Lleras había sido comisinado a Benidorm como líder del liberalismo, ya que era el único liberal que podía llegar a convecer a Gómez de la necesidad de una alianza para derrocar el régimen militar, ante las obvias pretensiones de Rojas de perpetuarse en el poder. Al pacto luego se adhirieron los ospinistas y los alzatistas, conformándose así la unión nacional.

Al siguiente año, y tras la caída del gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, Gómez firmó con Lleras el Pacto de Sitges que definiría la política colombiana por los próximos 17 años, dividiendo la autoridad entre los dos partidos tradicionales hasta 1974, en lo que se conoció como el Frente Nacional.

Gómez regresó a Colombia donde continuó al frente del Partido Conservador.

Para las elecciones de 1958, Gómez propuso a su copartidario Guillermo León Valencia como candidato del Frente Nacional, por el partido conservador. Sin embargo, rápidamente el apoyo de los conservadores se volcó hacia el liberal Lleras Camargo, por lo que Valencia tuvo que retirar su candidatura y adherirse a la de Lleras, quien finalmente ganó la presidencia, lo que representó la victoria para el sector laureanista sobre los alzatista, dirigidos por Gilberto Alzate Avendaño.[26]​ Para 1962, Valencia nuevamente presentó su candidatura, y en cumplimiento de los pactos de Sigtes y Benidorm, recibió el apoyo de los liberales, siendo elegido presidente.

Sin embargo la candidatura de Lleras no fue apoyada por los conservadores hasta que se modificaron los pactos de Sitges y Benidorm, pasando de 12 a 16 años el período de altenación, y quedando el último gobierno en manos conservadoras.

En sus ratos libres ofreció charlas a las grupos de juventudes conservadoras de la Universidad Libre de Bogotá, cuyo presidente, Álvaro Atencia Carcamo, era visto por sus seguidores como el más idóneo para continuar con su legado.

A las 2:10 de la tarde del 13 de julio de 1965, en su residencia de la carrera 15 No. 38-00 de Bogotá, fallece Laureano Gómez, a la edad de 76 años. Lo acompañaban su esposa, la dama payanesa doña María Hurtado, y sus hijos Cecilia, Álvaro y Enrique, nueras, nietos y sus médicos de cabecera.

Sobre darse su fallecimiento, Gómez escribió en Bogotá, el 1 de diciembre de 1960:

Sus funerales no dejaron de ser un acontecimiento. Además de las autoridades nacionales, entre los muchos colombianos que acudieron a rendir tributo póstumo, se encontraban algunos de los personajes que protagonizarían la historia de los siguientes años: Darío Echandía, Guillermo León Valencia, Belisario Betancur, María Eugenia Rojas, Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay Ayala y sus hijos Álvaro y Enrique.

Era un hombre de ideales extremistas, pero con convicciones férreas, además de tener un carácter fuerte, por lo que le apodaban Hombre Tempestad. No cedía a sus ideales y defendía a toda costa su forma de ver el mundo, además de ser un excelente orador. Por ese motivo Jorge Eliecer Gaitán, rival liberal suyo, le llamaba El Monstruo[18][27]​. Así mismo, sus biógrafos y amigos lo llamaban El Tribuno del siglo XX.[28]

Según la base de datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil, la primera cédula expedida en Colombia fue la número 01, expedida el 24 de noviembre de 1952. El propietario de la cédula era Laureano Gómez.[29]

A pesar de que Laureano Gómez no era de una familia oligárquica, sus conexiones políticas dentro del conservatismo le permitieron escalar, hasta convertir a su familia en una de las más importantes de Colombia.

Sus hijos se convirtieron en importantes figuras públicas. Su tercer hijo, Enrique Gómez Hurtado era abogado y economista, y se encargó de dirigir el periódico que Laureano cofundó en 1931, El Siglo.[30]​ Fue director del Comité Olímpico Colombiano en el gobierno de Urdaneta. Falleció en 2019.

Su hijo mayor, Álvaro Gómez Hurtado, fue periodista político, diplomático y un carismático e influyente líder del partido conservador, además de ser un orador nato. Fue candidato a la presidencia en 1974, 1986 y 1990 (en ambas siendo derrotado por los liberales Alfonso López Michelsen, Virgilio Barco y César Gaviria respectivamente). Álvaro llegó a ser elegido por su propio partido (Movimiento de Salvación Nacional) como constituyente de la Asamblea de 1990, que le dio a Colombia la Constitución de 1991. También fue uno de los tres presidentes del órgano legislativo. Fue asesinado en 1995, presuntamente por oponerse a la corrupción del gobierno Samper.En el año 2020 Julián Gallo más conocido como Carlos Antonio Lozada ex miembro del secretariado de las Farc, quien se reincorporó a la vida civil gracias al proceso de paz en el Gobierno de Juan Manuel Santos, confesó haber dado la orden de asesinar a Álvaro Gómez Hurtado, aunque no presentó pruebas de ello la Justicia Especial para la Paz JEP abrió una línea de investigación por esta nueva información que se desconocía completamente.

Los nietos de Laureano, Miguel y Enrique Gómez Martínez, también son influyentes abogados. Miguel es político y fue senador de Colombia entre 2010 y 2014. Enrique asumió el caso del homicido de su tío Álvaro.




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