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Gramática castellana



La Gramática castellana[1][2]​ es un texto escrito por Antonio de Nebrija y publicado en 1492.[3]​ Constituyó la primera obra que se dedicaba al estudio de la lengua castellana y sus reglas. Anteriormente, habían sido publicados tratados sobre el uso de la lengua latina, como el de Lorenzo Valla, Tratado sobre gramática latina de 1471. No obstante, la Grammatica es el primer libro impreso que se centra en el estudio de las reglas de una lengua romance.[4]​ La hazaña de Antonio de Nebrija, a la que debe una posición de primer orden en la historia, es haber compuesto la primera Gramática castellana, primera también entre las gramáticas románicas, a las que servirá de modelo.[5]

Cuando fue presentado a la reina Isabel en Salamanca en el año de su publicación, la reina cuestionó el mérito de semejante obra; Fray Hernando de Talavera, obispo de Ávila, contestó por el autor con palabras proféticas, como recuerda el propio Nebrija en una carta dirigida a la monarca:

A partir de esta publicación, la gramática será considerada la disciplina que estudia las reglas de una lengua hasta el advenimiento de la lingüística como disciplina científica en el siglo XIX.

La publicación de la gramática también resultó una herramienta para la difusión del español, ya que a partir de 1492 el territorio español se extendió por buena parte del globo. Igualmente, los autores de nuevas gramáticas próximos temporalmente a Nebrija tomaron su obra como base en materia ortográfica.[8]

La Gramática fue muy criticada por algunos de sus contemporáneos, y entre sus detractores destaca Juan de Valdés. Los escritos de Valdés traslucen que no tenía conciencia de una homogeneización ortográfica del castellano. Por tanto, criticó la procedencia andaluza de ciertos vocablos latinos que él consideraba impuros e incorrectos. No obstante, coincidió con Nebrija en el principio regidor de la ortografía; esto es, el rasgo fonético de la escritura en español.[9]

Algunos gramáticos posteriores se distanciaron de la pronunciación como vía principal para fijar las reglas ortográficas. Por ejemplo, fray Miguel de Salinas defendió en su obra de 1563 (Libro apologético [...]) la importancia del uso, refiriéndose a que la costumbre ampliamente aceptada de escribir de determinada manera debe regir la ortografía.[10]

Nebrija dividió el estudio de la lengua en cuatro áreas y dedicó un libro a cada una:

Un quinto libro lo dedicará a

Establece las siguientes diez partes de la oración: nombre, pronombre, verbo, participio, preposición, adverbio, interjección, conjunción, gerundio y supino.[11]

Otras importantes gramáticas españolas han seguido a la de Nebrija:

[...]



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