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Grifo (mitología)



El grifo[1]​ (griego: γρυφος, gryphos; persa: شیردال‌ shirdal, ‘león-águila) es una criatura mitológica, cuya parte frontal es la de un águila gigante, con plumas blancas, pico afilado y garras poderosas. La parte posterior es la de un león, con pelaje amarillo,patas musculosas y cola larga.

Algunos grifos se representan con orejas puntiagudas en la cabeza o plumas en la cola. De acuerdo con los mitos, es ocho veces más grande y fuerte que un león común y no es raro que se lleve a un jinete con su caballo, o a un par de bueyes, que entran en sus patas. Con sus garras se fabrican copas para beber, y con sus costillas arcos para disparar flechas.

Tiene su origen en Oriente Próximo, pues aparece en las pinturas y esculturas de los antiguos babilonios, asirios y persas.

También se encuentran representaciones de grifos en la pintura minoica, como en el famoso sarcófago de Hagia Triada.

Una leyenda griega relata que el dios Apolo había ido a buscar grifos y había regresado a Grecia cabalgando uno de ellos. Los grifos estaban consagrados a Apolo y vigilaban sus tesoros para protegerlos de los Arimaspos. También custodiaban las cráteras de vino de Dioniso.

Un mito más reciente, medieval, cuenta que se encargaban de velar por el oro que había en los desiertos del norte de la India. La razón de esta vigilancia podía deberse al deseo de proteger sus crías, puesto que ponían sus nidos en las montañas de las cuales se extraía el preciado metal.

Los antiguos romanos lo usaban simplemente con propósitos decorativos en frisos y en patas de mesa, altares y candelabros. El motivo del grifo se utilizó en los primeros tiempos del cristianismo en los bestiarios (o alegorías de animales) de san Basilio y san Ambrosio. Réplicas de piedra sirven con frecuencia como gárgolas en la arquitectura gótica de la baja Edad Media. El grifo es también un emblema en la heráldica, como el unicornio, el león, el hipogrifo y otros. Al igual que estos, aparece varias veces en escudos de familia y estandartes. Representa convencionalmente la fuerza, el valor y la vigilancia.

El grifo representa para las culturas persa e india lo que el dragón es a los chinos.[2]

Una hipótesis moderna plantea que el origen real del grifo como criatura mitológica se encuentra en los numerosos restos fósiles de dinosaurios pertenecientes a la familia Ceratopsidae, que se pueden encontrar en gran número en los desiertos de Asia central, especialmente Mongolia. El hallazgo casual de los esqueletos petrificados de estos dinosaurios, de boca en forma de pico ganchudo, amplios huesos escapulares, cola larga y patas con pezuñas de varios dedos pudieron haber dado lugar antiguamente a una reinterpretación de los dueños de esos esqueletos, convirtiéndolos en criaturas mitológicas a falta de un referente real.

Para algunas culturas antiguas, el grifo tenía el poder de controlar los cuatro elementos, (cinco para los hindúes). Según algunos relatos, arrojaban fuego por un orificio junto a su nariz y aire helado de sus pulmones salía por su boca, e incluso se decía que al batir sus alas podían generar maremotos y que al rugir, hacían temblar la tierra.[3]



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