Victoria decisiva española
La guerra de sucesión portuguesa se libró entre 1580 y 1583 durante la disputa del trono portugués entre Felipe II de España y António de Portugal, prior de Crato, tras la crisis sucesoria portuguesa de 1580. Fue ganada por Felipe II, iniciando la Unión Ibérica bajo la dinastía filipina en Portugal.
El 24 de julio de 1580, António se proclamó rey de Portugal y de los Algarves, en Santarém, y fue seguido por aclamación popular en varios locales del país. Sin embargo, gobernó en el Portugal continental apenas 33 días, terminando con la derrota de sus fuerzas lideradas por Diogo de Meneses en la batalla de Alcántara frente a los ejércitos españoles liderados por el duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo el 25 de agosto. La batalla terminó con una victoria decisiva de los ejércitos de Felipe II, tanto en tierra como en el mar. Dos días después, el duque de Alba capturó Lisboa.
A comienzos de 1581, António huyó en busca de apoyo y, como los ejércitos de Felipe todavía no habían ocupado las Azores, se estableció allí con un número de aventureros franceses bajo el mando de Felipe de Pedro Strozzi, un exiliado florentino que dejó el cargo de coronel del ejército al servicio de Francia. Los motivos de esta «dimisión» tienen que ver con la necesidad de evitar la participación oficial de Francia en la contienda luso-castellana, ya que Catalina de Médici pretendía seguir una política de duplicidad que al mismo tiempo que mantenía la paz entre Francia y Castilla, intentaba minar el poderío castellano.
Así, fue como el privado Strozzi, oficialmente como mercenario, aunque con la bendición de la reina-madre de Francia, partió en junio de 1582 al frente de una fuerza luso-francesa (mayoritariamente francesa) en auxilio del fugitivo acantonado en la isla Terceira. Las fuerzas portuguesas estaban comandadas por Francisco de Portugal, el tercer conde de Vimioso.
El 25 de julio de 1581, en la isla Terceira, las fuerzas leales a António vencieron la batalla de la Salga. Pero un año más tarde fue completamente derrotado en el mar por una armada luso-castellana comandada por Álvaro de Bazán, en la batalla de la isla Terceira el día 26 de julio de 1582. En el desembarco de la bahía das Mós, el 27 de julio de 1583, la fuerza luso-castellana puso fin a la resistencia de la Terceira con la conquista española de las Azores.
António dedicó toda su vida a intentar recuperar el trono. Incluso intentó el desembarco en una expedición inglesa, la Contra-armada inglesa bajo el mando de Francis Drake y John Norreys, a las costas de España y Portugal, mas la expedición falló y la tentativa de António para gobernar Portugal desde Terceira, en las Azores (donde llegó incluso a acuñar moneda) terminó en 1583.
Vencidos los ejércitos portugueses por las tropas españolas, Felipe II obligó a la nobleza portuguesa a rendirle pleito-homenaje y jurarle lealtad en Tomar el 15 de abril de 1581. En un gesto de magnanimidad del vencedor, Felipe II hizo a los portugueses una serie de promesas que incumplió en su mayor parte. En 1580, la incorporación de Portugal (y sus colonias) al Imperio español, supuso «poner toda América en manos de un solo hombre: el Rey de las Españas, Felipe II».
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