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Han Fei



Han Fei Tzu o Han Feizi, (la romanización del chino simplificado 韩非子 chino tradicional 韩非子 pinyin hán fēizi Wade-Giles Han Feitzu ["Maestro Han Fei"], c. 280 a. C., China - el c. 233 a.C., China), fue uno de los más grandes filósofos legistas de China.  Sus ensayos sobre el gobierno autocrático impresionó tanto a Qin Shi Huang, que el futuro emperador adoptó sus principios después de tomar el poder en el año 221 a.C. El Hanfeizi, el libro que lleva su nombre, comprende una síntesis de teorías legales hasta su tiempo.

Se ignoran muchas cosas sobre su vida; fue un miembro de la familia reinante de Han, uno de los estados más débiles que estuvieron en conflicto durante los siglos V- III a.C.

Estudió con el filósofo confuciano Xunzi pero lo abandonó para seguir otra escuela de pensamiento más relacionada con las condiciones que acompañaron al colapso del sistema feudal en su tiempo. Al descubrir que su consejo para el gobernante de su estado natal fue ignorado, puso sus ideas por escrito. También se dice que un defecto en el habla le indujo a recurrir a la escritura.

Zhao Zheng (primer emperador de la dinastía Qin en el 221 a. C.) leyó admirado algunos de sus ensayos. Cuando en el 234 a. C. Zheng lanzó un ataque contra Han, el gobernante de Han envió a Han Feizi a negociar con Qin. Zheng estaba encantado de recibir a Han Feizi y probablemente planeaba ofrecerle un alto cargo en el gobierno. Li Si, el primer ministro de Qin y ex compañero de escuela de Han Feizi, presumiblemente temeroso de que este último pudiera ganar el favor del rey en virtud de una erudición superior, encarceló a Han Feizi por una acusación de duplicidad. Cumpliendo con la orden de Li Si de suicidarse, bebió el veneno, acabando con su vida. [1]

Entre los siglos V y II a.C., los gobernantes compitieron por ostentar el poder en un imperio chino unido, y apareció una nueva filosofía política de adaptación a esos años turbulentos. Pensadores como Shang Yang (290 - 338 a.C.) Shen Dao (c. 350 - 338 a. C.), y Shen Buhai (m. 337 a.C.) defendieron un sistema de gobierno mucho más autoritario que se conoció como legalismo.

Sus obras fueron recopiladas en el Hanfeizi, presumiblemente compilado después de su muerte, 58 capítulos (si bien algunos de ellos pueden atribuirse con seguridad a otros escritores legalistas) de extensión variable, presentan una síntesis de las teorías legistas de su tiempo. Está traducido al inglés en dos volúmenes con el título The Complete Works of Tzu Han Fel (1939-1959). [2]

Formalizado e implementado por Han Fei Tzu, el legalismo rechazaba la idea de Confucio de predicar con el ejemplo y también la creencia de Mozi en la bondad innata de la naturaleza humana; en cambio adoptó el punto de vista más cínico de que la gente actuaba para evitar castigos y lograr ganancias personales. Según los legalistas, la única manera en que podría controlarse esto era un sistema que pusiera el acento sobre el bienestar social del Estado por encima de los derechos individuales, con leyes estrictas que castigasen conductas indeseables.

Para Han Feizi era axiomático que las instituciones políticas deben cambiar con las circunstancias históricas cambiantes. Es una locura, dijo, aferrarse a formas anticuadas del pasado, como lo hicieron los confucianos. También las instituciones políticas se adaptan al patrón prevaleciente del comportamiento humano, que no está determinado por sentimientos morales sino por condiciones económicas y políticas. El gobernante, por lo tanto, no debería tratar de hacer a los hombres buenos sino solo impedirles hacer el mal. Tampoco debe intentar "ganarse los corazones de la gente" porque, por egoístas que sean los hombres, no conocen sus verdaderos intereses. Para los legalistas, la mente de la gente es tan poco confiable como la de un infante.

De la admisión de estas leyes se ocupaban los ministros del gobierno, quienes, a su vez, estaban bajo las leyes que los responsabilizaban, recibiendo del gobernante castigos o favores. De este modo se mantenía la jerarquía con el gobernante a la cabeza, y se controlaba la corrupción y las intrigas. Para garantizar la seguridad del Estado en épocas de guerra, era de vital importancia que el gobernante pudiera fiarse de los ministros y que todos actuasen al interés del Estado y no en el propio. [3]

Para asegurar una burocracia efectiva y proteger su autoridad de la usurpación, el gobernante debe hacer uso del deshu ("técnicas administrativas" o "arte de gobernar"). A los gobernantes del período de los Estados Combatientes les resultó ventajoso emplear hombres hábiles en el gobierno, la diplomacia y la guerra. [4]

Con la autoridad suprema segura y el buen orden prevaleciendo, el gobernante procede a engrandecer su reino por medio del poder militar. El poder es el factor decisivo en las relaciones interestatales. El poder militar es inseparable de la fuerza económica. La agricultura es la única ocupación productiva, todos los demás trabajos, especialmente el del erudito, deben ser desalentados. Dar alivio a los desamparados es imprudente e injusto. Recolectar impuestos de los ricos para ayudar a los pobres "es robar a los diligentes y frugales y complacer a los extravagantes y perezosos".[1]



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