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Herejía en el catolicismo



La herejía es cualquier creencia que está en desacuerdo con las costumbres establecidas por una organización religiosa.[1]​ Se diferencia de la apostasía, que es la renuncia formal o abandono de una religión, y de la blasfemia, que es la injuria o irreverencia hacia la religión. La herejía atañe a la doctrina religiosa.[2]

La etimología griega de la palabra que proviene de hairesis (αιρεσις) significa elegida (cosa) .[3]​ Sin embargo, llegó a significar la "fiesta, o escuela, de la elección de un hombre".[4]

A partir del edicto de Constantino I el Grande, en el año 313, y más particularmente a partir del concilio de Nicomedia, en el año 328, erigido en tribunal destinado a imponer a Arrio una primera confesión de fe bajo pena de excomunión, el dogma se define como norma de la «fe verdadera» como reacción a las desviaciones heréticas.[cita requerida]

Más tarde, en el primer concilio de Nicea, se define como herética una doctrina divergente de la enseñanza oficial de la Iglesia y de sus dogmas consagrados por su autoridad (obispo, concilio) sobre la base de las Escrituras y la tradición. Posteriormente, autores como Agustín de Hipona se destacaron por su vehemencia en combatir las herejías cristianas y otras ideas como el maniqueísmo.[5]

La herejía (casi sinónimo de heterodoxia) puede ser una ocasión de crear una nueva forma de ortodoxia. En el contexto del desarrollo de las heterodoxias de los siglos II y III, una heterodoxia se convierte en herejía a partir del momento de su condena por medio de un concilio.[cita requerida]

Con el tiempo y a partir del Bajo Medioevo, la noción de herejía dentro del ámbito cristiano adquiere nuevos significados debido al número creciente de grupos y movimientos heterodoxos, no solo ni principalmente desde el punto de vista doctrinal, sino sobre todo disciplinar. Roberto Grosseteste, en el siglo XIII, ofreció una definición de la herejía medieval: «La herejía es una afirmación doctrinal que procede de una elección humana contraria a la Sagrada Escritura, manifestada abiertamente y sostenida tenazmente».[6]​ Importante, por tanto, es recordar que la herejía en el Medioevo no implicaba solo la heterodoxia, sino también la pertinacia.[cita requerida]

La primera Inquisición, o tribunal de excepción encargado de combatir la herejía, la creó el papa Gregorio IX (1231).[7]​ Unas décadas más tarde Tomás de Aquino, en su Suma Teológica, legitimará la aplicación de la «justa pena de muerte» (iuste occidi) a los herejes previa excomunión de estos por parte de la Iglesia, «entregándole al juicio secular para su exterminio del mundo por la muerte».[8]

En 1656, el papa Alejandro VII, por medio de la bula Gratia Divina, definió la herejía como «la creencia, la enseñanza o la defensa de opiniones, dogmas, propuestas o ideas contrarias a las enseñanzas de la Santa Biblia, los Santos Evangelios, la Tradición y el magisterio».[cita requerida]

La herejía se considera una tendencia y opción de negar las verdades fundamentales de la fe en los dogmas, sin respetar la tradición, el magisterio y la Sagrada Escritura, en la cual se fundamentan dichos dogmas.[cita requerida]

La Iglesia católica define como herejía: "[...] la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma".[9]​ Según la doctrina de esta iglesia, las principales herejías o corrientes cuyos seguidores se consideran herejes son las siguientes:[cita requerida]

siglo I

siglo II

siglo III

siglo IV

siglo V

siglo VI

siglo VII

siglo VIII

siglo XI

siglo XII

siglo XIII

siglo XIV

siglo XV

Siglo XVI

siglo XVII

siglo XVIII

siglo XIX

La palabra heterodoxia, de origen griego, es la cualidad del heterodoxo, el cual está disconforme con el dogma de una religión.[10]



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