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Hijos de Noé



Las Generaciones de Noé o Tabla de Naciones (Génesis 10 de la Biblia hebrea/Antiguo Testamento) es una etnología tradicional que representa la expansión de la humanidad desde los descendientes de Noé y su dispersión en muchas tierras después del Diluvio. El término «naciones» para describir a los descendientes es la traducción de la palabra hebrea «goy», siguiendo los términos «nationes»/«nationibus» de la Vulgata latina (c. 400), y no tiene las mismas connotaciones políticas que la palabra conlleva actualmente.

La lista de 70 nombres introduce por primera vez una serie de gentilicios conocidos y topónimos importantes de la geografía bíblica tales como los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, desde los cuales se derivan semita, camita y jafetita; algunos de los nietos de Noé incluyendo Elam, Asur, Aram, Cus y Canaán, derivándose elamita, asirio, arameo, cusita y cananeo; así como otros descendientes incluyendo a Eber (de donde viene hebreo), el cazador-rey Nemrod, los filisteos y los hijos de Canaán incluyendo Het, Jebus y Amori, derivándose hitita, jebuseo y amorreo.

Como el cristianismo se extendió por el mundo romano, se adoptó la idea de que todos los pueblos del mundo son descendientes de Noé. Pero la tradición de las identificaciones judías helenísticas de la ascendencia de los diversos pueblos, que se concentraban en gran medida en el mundo mediterráneo y el Cercano Oriente y que son descritas a continuación, se volvió muy cerrada. Los pueblos del norte, de importancia para el mundo tardorromano y medieval, como los celtas, eslavos, germanos y nórdicos no estaban incluidos, ni tampoco estaban otros pueblos del mundo. Una variedad de arreglos imaginativos fueron ideados por los estudiosos, con, por ejemplo, los escitas, descritos en la tradición, siendo identificados como los antepasados de gran parte del norte de Europa.

Según Joseph Blenkinsopp, los 70 nombres de la lista expresan simbólicamente la unidad del género humano, que corresponde a los 70 descendientes de Israel que descienden a Egipto con Jacob en Génesis 46, 27 y a los 70 ancianos de Israel que visitan a Dios con Moisés en la ceremonia de pacto en Éxodo 24, 1-9.

Los capítulos 1-11 del libro del Génesis se estructuran en torno a cinco declaraciones toledot («estas son las generaciones de...»), de las cuales «las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet», es la cuarta. Los acontecimientos anteriores al Diluvio de Noé, el toledot central, corresponden a los posteriores: el mundo después del Diluvio es una nueva creación que corresponde a la narración de la creación del Génesis, y al igual que Adán, Noé tiene tres hijos que poblarán el mundo. Las analogías se extienden hacia adelante, así: hay 70 nombres en la tabla, lo que corresponde a los 70 hijos de Israel que descienden a Egipto al final de Génesis y a los 70 ancianos de Israel que van a la montaña en el Sinaí para encontrarse con Dios en el Éxodo. La fuerza simbólica de estos números es subrayada por la forma en que los nombres se organizan con frecuencia en grupos de siete, lo que sugiere que la Tabla es un medio simbólico, implicando un deber moral universal.

La estructura general de la Tabla es la siguiente: 1. Fórmula introductoria, v. 1. 2. Jafet, vv. 2-5. 3. Cam, vv. 6-20. 4. Sem, vv. 21-31. 5. Fórmula final, v. 32.

El principio general que rige la asignación de varios pueblos dentro de la tabla es difícil de discernir: se pretende describir a toda la humanidad, pero se limita a las tierras egipcias del sur, las tierras de Mesopotamia y Asia Menor y los griegos jónicos; y los «hijos de Noé» no están organizados por la geografía, el idioma o los grupos étnicos dentro de estas regiones. La tabla está, de hecho, llena de dificultades: por ejemplo, los nombres de Sheba y Havila aparecen dos veces, primero como descendientes de Cus, hijo de Cam (v. 7), y luego como hijos de Joctán, el bisnieto de Sem; y mientras que los cusitas son africanos en los versículos 6-7, son mesopotámicos en los versículos 10-14.

La fecha de composición de Génesis 1-11 no se puede fijar con precisión, aunque parece probable que un breve núcleo temprano fue ampliado posteriormente con los datos adicionales. Porciones de la propia Tabla pueden derivar del siglo X a. C., mientras que otras reflejan el siglo VII a. C., y revisiones sacerdotales en el siglo V a. C. Su combinación de alcance mundial, el mito y la genealogía corresponde al trabajo del historiador griego Hecateo de Mileto, activo c. 520 a. C.

I Crónicas 1 incluye una versión de la Tabla de Naciones del Génesis, pero editada para resaltar que la intención es establecer el trasfondo de Israel. Esto se realiza mediante la condensación de varias ramas para centrarse en la historia de Abraham y su descendencia. Lo más notable es que omite Génesis 10:9-14, donde Nimrod, un hijo de Cus, está vinculado a varias ciudades de Mesopotamia, eliminando a Cus de cualquier conexión mesopotámica.

La Tabla de Naciones es ampliada detalladamente en los capítulos 8-9 del Libro de los Jubileos, a veces conocida como el «Génesis Menor», una obra de principios del período del Segundo Templo. Jubileos es considerado por la mayoría de los cristianos y las sectas judías como pseudoepigráfico, pero se cree que tuvo relación con muchos de los Padres de la Iglesia. Se cree también que su división de los descendientes de Noé por todo el mundo fue fuertemente influenciada por el «mapa jónico del mundo», descrito en las Historias de Heródoto, y cabe pensar que el tratamiento anómalo de Canaán y Madai se debe a la «propaganda en favor de la expansión territorial del estado asmoneo».

La Biblia hebrea fue traducida al griego en Alejandría, a petición de Ptolomeo II, que reinó sobre Egipto entre 285–246 a. C. Su versión de la Tabla de Naciones es sustancialmente la misma que la del texto hebreo, pero con las siguientes diferencias:

La historia del Diluvio cuenta cómo Noé y sus tres hijos Sem, Cam y Jafet, junto con sus esposas, se salvaron de la inundación para repoblar la Tierra.

El historiador judeorromano del siglo I Flavio Josefo, en Antigüedades judías, Libro 1, capítulo 6, fue el primero de muchos que intentó asignar etnias conocidas a algunos de los nombres que figuran en Génesis, capítulo 10.

Hipólito de Roma, en su Diamerismatos (c. 234, existente en numerosos ejemplares latinos y griegos), hizo otro intento de asignar grupos étnicos a los nombres en Génesis 10. Se cree que se basó en el Libro de los Jubileos.

Se muestran sus diferencias frente a Josefo a continuación:

La Crónica de 354, el Panarion de Epifanio de Salamina (c. 375), el Chronicon Paschale (c. 627), la Historia de Albania del historiador georgiano Movses Kaghankatvatsi (siglo VII), y la Sinopsis de las Historias de Juan Skylitzes (c. 1057) sigue las identificaciones de Hipólito.

Jerónimo, escribiendo c. 390, presentó una versión «actualizada» de las identificaciones de Josefo en su obra Cuestiones Hebreas en el Génesis. Su lista es sustancialmente idéntica a la de Josefo en casi todos los aspectos, pero con las siguientes diferencias notables:

El erudito Isidoro de Sevilla, en su Etymologiae (c. 600), repite todas las identificaciones de Jerónimo, pero con estos cambios de menor importancia:

Las identificaciones de Isidoro para los hijos de Jafet fueron repetidas en la Historia Brittonum atribuida a Nennio. También se convirtieron en la base para numerosos estudiosos medievales posteriores, permaneciendo así hasta la era de los descubrimientos, que trajo teorías más actualizadas, como la de Benito Arias Montano (1571), quien propuso identificar a Mesec con Moscú, y Ofir con Perú.

Mientras que Génesis 10 fue estudiado ampliamente por numerosos eruditos cristianos, judíos y musulmanes durante muchos siglos, la frase «Tabla» de naciones solamente apareció y popularizó en la década de 1830.



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