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Noé



Noé (hebreo: נֹחַ Noaẖ, árabe: نُوح Nūħ, griego: Νώε Nóe, latín: Noe) es un personaje de la Biblia, su vida y obra se relata en el libro del Génesis cuya autoría se atribuye tradicionalmente a Moisés. Según los escritos sagrados; fue el décimo y último de los superlongevos patriarcas antediluvianos a quien Dios mismo le advierte sobre un gran diluvio universal para destruir a todos los seres vivientes por sus pecados.[1][2]​ Noé es un personaje original, puede ser paralelo a personajes de la tradición mesopotámica que realizan la misma función: Ziusudra (sumerio), Atrahasis (acadio) y Utnapištim (babilonio).

La familia de Noé era conformada por su esposa, sus tres hijos varones; Sem, Cam y Jafet, y sus respectivas esposas, cuyos nombres no son mencionados en la Biblia. Por mandato divino, Noé y su familia construyen un arca (el Arca de Noé) con las medidas especificadas por el Señor, que sirvió para albergarlo a él y a su familia, así como a todas las especies de animales, durante el Diluvio.[3]

Noé es considerado por las religiones abrahámicas como el padre de la humanidad a través de los descendientes de sus tres hijos.[4][5]

Según las escrituras, Noé murió 350 años después del diluvio, a la edad de 950 años.[6]​ Esto lo convierte, tras Matusalén (que vivió 969 años) y Jared (de 962 años), en el tercer hombre más longevo de toda la Biblia,[n. 1]​ más aún que Adán (que murió a los 930 años). Después de Noé, la esperanza de vida se precipita drásticamente hasta los «escasos» 120 años de Moisés.[7]​En proporción con su larga vida, engendró a sus tres hijos cuando tenía 500 años.[8]​ Aunque el nombre de la esposa de Noé no se especifica en la Biblia, en algunas tradiciones se le identifica como Naamá.[9]

El Génesis es la principal y única fuente de referencia sobre este personaje, según el cual; Noé fue el único varón hallado justo de toda su generación, puesto que los demás estaban sumidos en el pecado, y por su culpa la Tierra «se hallaba llena de violencia». Noé fue hijo de Lamec, pero no hay que confundir a este Lamec, descendiente del tercer hijo de Adán, Set con el Lamec descendiente de Caín, quien tendría que ser vengado por un asesinato «setenta veces siete»; Lamec le llamó Noé («descanso» en hebreo).

Este Lamec, a su vez, fue hijo de Matusalén, conocido porque llegó a tener la mayor longevidad de los citados en toda la Biblia (969 años); quien es hijo a su vez de Enoc, quien, según una tradición posterior, profetizó sobre la llegada del juicio divino y escribió sus visiones.[n. 2]​ Noé, a su vez, fue padre de Sem, Cam y Jafet, con quienes, de acuerdo con el Génesis, se repobló toda la tierra.[10]

Dios, hastiado de la perversión humana, le dijo a Noé:

Según la interpretación cristiana posterior, Noé también fue predicador de justicia a sus contemporáneos, pero estos no hicieron caso.[11][12]​ Hay un misterioso plazo de tiempo mencionado en el Génesis que ha sido interpretado de diversas formas, unos como una reducción del promedio de vida de los seres humanos, y otros como el plazo hasta que se desatara el diluvio:

El diluvio comenzó en el año 600 de la vida de Noé, según el calendario judío «en el segundo mes, en el día diecisiete del mes» (aproximadamente inicios de noviembre en nuestro calendario) y tuvo una duración de cuarenta días con sus noches respectivas, durante los cuales toda la Tierra llegó a estar bajo las aguas, destruyendo todo rastro de vida humana, animal y vegetal, excepto la que, junto con Noé y su familia, subieron al arca.

Luego de amainar el diluvio Noé soltó un cuervo, para saber si las aguas se estaban retirando, el cual estuvo yendo y volviendo. También envió una paloma pero esta, al ver que no tenía donde posarse, regresó al arca.[13]

Siete días después volvió a enviar la paloma, la cual regresó trayendo una rama de olivo en el pico, dando a entender a Noé que la vida renacía en la tierra y que el suelo seco había emergido. Noé entonces esperó otros siete días y volvió a soltar a la paloma, la cual ya no regresó.[14]

En el año 601 de la vida de Noé la Tierra se secó y, no obstante su deseo por abandonar el arca, Noé y su familia esperaron un mes más, hasta que Yahveh les ordenó salir.

Después del Diluvio, el Génesis dice que Noé comenzó a labrar la tierra y nos lo muestra plantando una viña, de cuyo vino se embriaga, Cam ve «la desnudez» de su padre y se ríe de Él (algunos sabios del Talmud piensan que no solo se rio de él, también abusó de él), el cual al saberlo pronuncia una maldición en contra del hijo de este, Canaán, del cual profetiza que llegará a ser esclavo de Sem y Jafet, maldición que, según algunos traductores, se cumple cuando Israel (de origen semítico) somete a los Cananeos, si bien permite que algunos, como los habitantes de Gabaón, continúen con vida a cambio de ser siervos. Posteriormente, el propio Israel, incluyendo a los descendientes de los cananeos supervivientes, llegan a ser siervos de pueblos que nacieron de Jafet, cumpliendo así la profecía de Noé.[15]

Después de esto, se nos informa que Noé murió trescientos cincuenta años después del diluvio, a la edad de novecientos cincuenta años. No se informa ni del lugar ni de su tumba.

Por generaciones intérpretes racistas han sostenido que esta maldición sobre los cananeos implicaba una maldición sobre los africanos de piel oscura. Los clérigos Roberto Jamieson, A. R. Fausset y David Brown dicen en su comentario de la Biblia: “Maldito sea Canaán [Génesis 9:25] - Esta maldición se ha cumplido en la destrucción de los cananeos, la degradación de Egipto, y la esclavitud de los africanos, todos descendientes de Cam”. (Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo I: El Antiguo Testamento.) Pero en ningún lugar de la Biblia se enseña que Dios maldijese a la mal llamada «raza negra». La Biblia señala que los africanos descendieron de Cus, otro hijo de Cam, no de Canaán.

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