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Historia de Martos



Martos es una ciudad de la provincia de Jaén perteneciente a la Comunidad Autónoma andaluza y al Reino de España. Es un emplazamiento con una muy rica historia, ya que a lo largo de los siglos su superficie ha estado poblada por las diversas culturas asentadas en la península ibérica.

Los orígenes de la ciudad se remontan a la prehistoria con el desarrollo del asentamiento humano a las faldas de "la Peña". A pesar de esa propia defensa que ofrece la Peña, las diferentes civilizaciones que han ido pasando por este asentamiento humano, han ido reforzándola con nuevas construcciones defensivas.

Se tienen constancia de diferentes materiales líticos pertenecientes al Paleolítico, sin embargo, las manifestaciones documentadas más antiguas, son del Neolítico. A esta época pertenecen los restos hallados en la zona del polideportivo, conocidos como "El Molinillo", "Huertas Viejas" y "La Alberquilla". Se trata de estructuras subterráneas, destinadas a la vivienda, el almacenaje y transformación de materias primas, funerarias, y defensivas.El sedentarismo y el cultivo de cereales se iniciará también en esta época, en asentamientos tales como "La Nava", "Piedras de Cobos", "Atalaya de Martos", "Santo Nicasio" y "Cortijo de Tafú".

A partir del segundo cuarto del segundo milenio a. C., la cultura agraria y pastoril irá cambiando, y se empezarán a asentar en laderas, aprovechándose las terrazas naturales. Así mismo, se sustituirá el enterramiento masivo en necrópolis por el enterramiento individual. Se tiene constancia de este hecho en algunos lugares como "Torrevíboras", "Las Provincias", o "Cerro Jurel".

A partir del siglo V a. C., se producirá una concentración de la población en núcleos fortificados, los "oppida". Será pues en la época íbera cuando se configura como una compleja ciudad conocida con el nombre de Tucci. El actual territorio que conforma la provincia de Jaén, sería dividido por los íberos en tres áreas: Oretania, al norte del Guadalquivir, su ciudad más importante sería Cástulo; Turdetania, en la zona de la Campiña, sus enclaves más importantes serían Obulco y Tucci; y Bastetania, en el sureste de la provincia, su yacimiento más importante es Toya. La constancia de la complejidad estructural de la ciudad de Tucci, se debe a los numerosos restos arqueológicos encontrados, y al testimonio de historiadores y eruditos como Appiano Alejandrino, Diodoro de Sicilia, Estrabón, Plinio, Ptolomeo, etc.

Se piensa que la zona escogida para el asentamiento de la ciudad íbera, sería la comprendida entre la actual Plaza de Santa Marta, y la calle Ogazonas Altas, debido a su situación defensiva. Se han encontrado importantes necrópolis en torno a la Peña, como la del "Sapillo" y la de "Santa Isabel", de las cuales se conservan numerosas muestras arqueológicas, la mayoría de ellas expuestas en el Museo Arqueológico del Colegio San Antonio de Padua.

Durante los siglos V, IV y III a. C., se consolida la cultura íbera en la Campiña Alta de Martos, con la propia ciudad de Martos, y con otros importantes asentamientos u oppida como "La Nava", "Miguelico", "Torrebenzalá", "Fuerte del Rey", etc.

Durante la dominación romana de la península ibérica, la antigua ciudad íbera de Tucci, será convertida en colonia, siendo el fin de estas colonias el asentamiento del contingente demográfico que se había quedado sin tierras en Roma. Su organización se llevará de la misma forma que se realizaba en la ciudad de Roma. La colonización de Tucci se llevará a cabo en la Época Imperial, bajo el mandato del emperador César Augusto, recibiendo el título de "Colonia Augusta Gemella Tuccitana".

La colonia se fundó sobre un punto elevado en las faldas de la Peña, posiblemente junto al antiguo oppida, extendiéndose entre el arroyo de la Fuente de la Villa, y otro arroyo menor que nace en el sur de la Peña. Se conservan numerosísimos restos de esta época, hallados dentro de la propia ciudad, y en sus inmediaciones ("Villa del Apero", junto a la variante de Martos, en el polideportivo, etc). Los restos encontrados corresponden a villas romanas, mosaicos, monedas, cerámica, armas, retratos en mármol, etc, siendo los más importantes la colección de lápidas con inscripciones romanas expuestas en la fachada del actual Ayuntamiento de Martos.

Durante el Bajo Imperio romano, Martos será sede episcopal, y continuará siéndolo durante la época visigoda, hasta la Dominación Islámica. Será en esta época cuando el cristianismo alcance sus más altas cotas de poder, así como su introducción en las estructuras administrativas de la ciudad.

El desarrollo de la ciudad continuó en el interior del recinto amurallado, aunque los restos encontrados en la zona del Polideportivo, demuestran que la vida campesina también se asentó en los extramuros.De esta época, los restos más importantes hallados en la ciudad, son los de un sarcófago paleocristiano, que data de los años 330 a 340 y que se encuentra en el museo Arqueológico Provincial de Jaén.

En el año 711, acabará la monarquía visigoda en la península ibérica, y se producirá la conquista islámica de esta. Martos, o Tús o Tuss, como la llamaron los árabes, se configurará desde el siglo IX como una de las plazas fronterizas más disputadas, por sus fértiles tierras, su posición estratégica, y su facilidad defensiva. Será así como la ciudad adquiera un especial carácter defensivo, que nos dejará un importante castillo situado en lo alto del principal emblema marteño: su Peña, que es circundada por todo el pueblo; conocido como Castillo de la Peña, así como las murallas y torreones del castillo bajo o Castillo de la Villa que defendían la ciudad.

A finales del siglo X, la actual provincia de Jaén, entonces llamada "Cora" fue dividida en 16 distritos, siendo uno de los principales el de Martos, o Martus como empezaría ser llamada. La trama urbanística de la ciudad estaría acotada por los anteriores vestigios romanos e íberos. Se cree que estaría comprendida por dos referentes, dos mezquitas. El núcleo principal o Almedina estaría situado en torno a la mezquita principal, que probablemente sería el antiguo templo romano de Hércules, y hoy día, la Real Iglesia de Santa Marta. Por otro lado, la mezquita secundaria, estaría situada en un cerro, dónde hoy día está situado el Santuario y Torre-Campanario de Santa María de la Villa. En el interior del recinto amurallado se encontraban los sectores urbanos y representantes del Estado, y en el exterior, se extendían numerosas huertas y otras actividades.

En el siglo XI al desaparecer el califato, y quedar Al-Ándalus dividida en más de 30 reinos, Martos formaría parte del Taifa de Granada. En 1078, el emir Abd Allah la cederá al Taifa de Sevilla.

A finales de agosto de 1225, al-Bayyasi (emir de Baeza) entregó a Fernando III el Santo, entre otros, los castillos de Martos, Jaén y Andújar, aunque algunos autores sostienen que dicha entrega fue realizada en otro momento,[1]​ encomendando a continuación el rey la tenencia, cuyas rentas ascendían a 50 000 maravedíes alfonsíes, de las fortalezas de Andújar y Martos a Álvaro Pérez de Castro "el Castellano", señor de la Casa de Castro al tiempo que en la zona se asentaban tropas de las Órdenes de Santiago y Calatrava,[2]​ pasando a convertirse la localidad de Martos en el centro del dispositivo cristiano de defensa en la zona.[a]

La "Crónica del Sancto Rey don Fernando tercero" impresa en Salamanca el año 1540, narra las salidas del rey a Andalucía. El literal sobre la toma de Baeza, Andújar y la fortaleza de Martos es del tenor siguiente:

Respecto a Jaén, el literal de la Crónica dice así;

En el primer semestre de 1227, hallándose fuera de Martos tanto Álvaro Pérez de Castro "el Castellano" como Tello Alfonso de Meneses, pues este último se encontraba avituallándose en las localidades cordobesas de Lucena, Baena y Castro del Río, la localidad de Martos fue atacada por las tropas musulmanas del reino de Sevilla, lo que provocó el temor de Tello Alfonso de Meneses, que sabía que la ciudad de Martos no se hallaba en condiciones de ofrecer una resistencia prolongada al enemigo. Por ello, a pesar de que la localidad se hallaba cercada, logró introducirse en ella junto con la mayor parte de sus tropas y resistir en la ciudad, a pesar de que el castillo de la Peña de Martos, situado en la cumbre de la Peña que domina la localidad, había sido ocupado por los musulmanes.[5]

Según refiere la tradición, aunque ello ha sido negado por varios historiadores modernos, la condesa Aurembiaix de Urgel, primera esposa de Álvaro Pérez de Castro "el Castellano", que se encontraba en Martos a pesar de que su esposo se hallaba en Toledo junto al rey Fernando III, se valió de un ardid a fin de impedir que los musulmanes tomasen la ciudad, consistiendo dicho ardid en vestir a varias mujeres con ropas militares a fin de hacer creer al enemigo que la fortaleza se hallaba bien defendida, y, según el relato, la acción de la condesa evitó el ataque de los musulmanes y procuró con ello el tiempo que Tello Alfonso de Meneses precisaba para introducirse con sus tropas en la localidad, a fin de reforzar la guarnición.[c]​ Poco después acudió a socorrer la localidad sitiada Gonzalo Yáñez, hijo del conde Gómez, acompañado de setenta caballeros, al tiempo que el rey Fernando III ordenaba a Álvaro Pérez de Castro, a Alfonso Téllez de Meneses, y a los Maestres de las Órdenes de Santiago y Calatrava, que acudiesen junto a sus huestes en socorro de la localidad sitiada, que se vio libre del cerco musulmán cuando las tropas de Álvaro Pérez de Castro y sus acompañantes rompieron el cerco, obligando a huir a los musulmanes sevillanos, que no obtuvieron ninguna ganancia territorial con la empresa.[d]

En rigor a la rica historia de Martos, no concuerda con la realidad histórica negar y llamar "la fantasía de Martos" a la heroica defensa que del Castillo de la Peña, y por ende de Martos, hicieron las valerosas mujeres marteñas, vestidas con uniforme militar de los soldados y empuñando las armas, ante el cerco a la Peña y el asalto al Castillo por el rey de Granada con un poderoso ejército. Su capitana y heroína no fue la condesa Aurembiaix de Urgel en 1227, sino la condesa Irene Mencia Díaz de Haro en 1239, que casó con Alvar Pérez de Castro, este en segundas nupcias, el 29-9-1234, tras la anulación del matrimonio católico con la condesa Aurembiaix en 1228. Tengo el privilegio y el honor de tener ante mí un libro amarillento envejecido por los casi 500 años de antigüedad, pero íntegro, tal vez el único ejemplar que existe en España, del postincunable titulado "Crónica del Sancto Rey don Fernando tercero deste nombre que ganó a Sevilla y a Cordova y a Jaén y a toda el Andaluzía". Es una traducción del manuscrito en latín "De rebus Hispaniae" de Don Rodrigo Ximenez de Rada, Arzobispo de Toledo que acompañó al rey Fernando III en sus conquistas de Andalucía, testigo directo y principal de los hechos acaecidos. Fue traducida y enmendada en algunos vocablos por el Arcediano de la Catedral de Sevilla Diego López de Cartagena e impreso "en la muy noble y muy leal ciudad de Salamanca por el impresor Pedro de Castro, el 8 de noviembre de 1540" (Otra edición con el mismo texto, sin citar autor, se imprimió en Sevilla por el famoso impresor alemán Jacobo Cromberger, en 1516). La crónica enmendada por el Arcediano de la Catedral de Sevilla que tengo el placer de leer, narra el episodio de la Peña de Martos con el título "Como Abenalhamar rey de Granada vino sobre la Peña de Martos". El literal, resumido, en su gramática y ortografía original, es del tenor siguiente:

Otro de los aspectos que nos revela la mencionada "Crónica del Sancto rey don Fernando tercero" es, de una parte, que Alvar Pérez de Castro permaneció vinculado a Martos en su calidad Tenente y/o Adelantado de Fronteras del Andaluzia, desde el año 1225 hasta su muerte en 1240, cargo compatible con la presencia de la Orden de Calatrava en Martos. Y de otra, la importancia que tuvo el Castillo y la Fortaleza de la Peña de Martos en las conquistas de Córdoba y Jaén, tal y como tenía previsto el rey Fernando III. Respecto a Córdoba, tomada en 1235, la Crónica narra el literal siguiente:

En lo concerniente a la toma de Jaén (año 1245), el literal de la Crónica dice así:

El rey de Granada Aben Alhamar, natural de Arjona (Jaén) y fundador de la dinastía nazarí, permaneció fiel a su promesa de lealtad al rey Fernando III y a la Corona de Castilla y a la muerte del monarca castellano el rey nazarí granadino envió un séquito de cien caballeros que velaron su cuerpo toda la noche en la Catedral de Sevilla y transmitieron su pésame a su hijo y heredero al trono de Castilla, Alfonso X. Tras la conquista de Jaén por el rey Fernando III en el año 1245-46 y la de Al Kalat Aben Zayre (hoy Alcalá la Real) por su hijo el rey Alfonso X "El Sabio" en el año 1272, el reino nazarí de Granada perdió los dos bastiones defensivos que le servían de escudo protector frente a las incursiones de los ejércitos castellanos en el reino de Granada.

El 8 de diciembre de 1228, un año después, la localidad de Martos fue entregada a la Orden de Calatrava por el rey Fernando III el Santo, lo que pudo estar motivado por el cerco al que había sido sometida la localidad en el año anterior.[6]​ De ese modo Martos se convirtió en la ciudad más importante que la Orden de Calatrava poseía en el Alto Guadalquivir, así como uno de los principales bastiones frente al reino nazarí de Granada.

El 7 de agosto de 1312, según refieren las crónicas de la época, los hermanos Carvajal, caballeros de la Orden de Calatrava, fueron ejecutados por orden de Fernando IV, rey de Castilla y León, quien, después de su paso por la ciudad de Jaén, se dirigió a la localidad de Martos y, hallándose allí, condenó a muerte a los hermanos Carvajal, quienes, según la leyenda, pues ello no figura en las crónicas de la época, fueron condenados a ser introducidos en una jaula de hierro con púas afiladas en su interior, y a ser arrojados desde la cumbre de la Peña de Martos, donde en la actualidad se alza el castillo de la Peña de Martos. Según refiere la Crónica de Fernando IV, escrita alrededor del año 1340, casi treinta años después del fallecimiento del rey, y de modo similar a como lo hace la Crónica de Alfonso XI, los hermanos Carvajal, antes de ser ejecutados, emplazaron al rey Fernando IV a comparecer ante Dios en un plazo de treinta días, por la muerte injusta que el monarca ordenaba darles. La Crónica de Fernando IV describe del siguiente modo la ejecución de los hermanos Carvajal y la posterior defunción del rey Fernando IV:[7]

La muerte de los hermanos Carvajales ha sido uno de los hechos que más resonancia han tenido en la historia y más gloria y fama han dado a Martos. De la tragedia de los hermanos Carvajales ha hecho memoria el gran poeta don Antonio Machado en su obra "Juan de Mairena" y los autores clásicos Don Lope de Vega y Don Tirso de Molina la llevaron al teatro. A partir del emplazamiento de los hermanos Pedro y Juan Alonso de Carvajal al rey Fernando IV de Castilla y León, este rey lleva como sobrenombre "El emplazado" y así ha pasado a la historia con este humillante apodo. La Villa de Martos rindió homenaje a los hermanos Carvajales, Comendadores de la Peña de Martos, erigiendo un sencillo pero emotivo monumento en forma de columna cilíndrica coronada por una cruz cristiana sobre la cual cuelga una corona de laurel, en el lugar donde la tradición oral transmitida de padres a hijos y de generación en generación, dice que cayeron sin vida los dos hermanos arrojados desde un saliente de la cumbre de la Peña de Martos, encerrados en el interior de una jaula de hierro con afiladas púas de acero en su interior. Aquí lloraron los vecinos de Martos su muerte y por ello este monumento se conoce, según la tradición de gran arraigo popular, con el nombre de "La Cruz del Lloro", siendo unos de los lugares más visitados de la ciudad. Se encuentra situado al pie de la majestuosa Peña de Martos que, en forma de pirámide de piedra viva que parece tallada por mano de artífice, se eleva imponente hasta alcanzar en la cúspide los mil metros de altitud sobre el nivel del mar, en cuya cumbre aún emergen las ruinas del viejo castillo árabe, abatido por el cataclismo de los siglos. Respecto al despeñamiento de los hermanos Carvajales no lo recoge la crónica del rey Fernando IV, pero sí consta en la tradición de siete siglos de mucho arraigo en el pueblo de Martos, de la cual consta memoria escrita en la obra cumbre del poeta Juan de Mena "El laberinto de Fortuna" --impresa el año 1444-- que le dedica esta estrofa: " ...del que se dize morir emplazado de los que de Martos ovo despeñado, según dizen rústicos d' esto contado". Y en la Iglesia parroquial de Santa Marta, patrona de Martos, consta una lápida con esta inscripción: "Año de 1310. Por mandato del rey don Fernando IV de Castilla, el emplazado, fueron despeñados desta peña Pedro y Juan Alf. de Carvajal, hermanos Comendadores de Calatrava y se sepultaron en este Entierro. Don Luis de Godoy y el Licenciado Quintanilla, Caballeros de Hábito, Visitadores Generales del Partido, mandaron renovarles esta memoria. Año de 1595."

La crónica de la muerte de los hermanos Carvajales es una joya histórica-cultural que no puede sustraerse al lector su reproducción íntegra, puesto que los distintos historiadores solo nos han transmitido hasta ahora algunos fragmentos de la misma. El literal íntegro es del tenor siguiente, en su gramática y ortografía original:

En 1325, seis años después de que los castellanos fueran derrotados en el Desastre de la Vega de Granada, acaecido el 25 de junio de 1319,[8]​ las tropas del rey Ismail I de Granada, empleando cañones, conquistaron y saquearon la villa de Martos.[9]​ Y por todo ello, en el siglo XIV verá reforzadas sus defensas, tanto las de la fortaleza alta, como las de la fortaleza urbana, quedando configurada, como un bastión inexpugnable. También se reforzarán diversas torres aisladas, o torres vigías, como la del Castillo de la Encomienda de Víboras o Bíboras, el Castillo de la Torre de Martos, en la carretera de Fuensanta, o el Castillo de Torredonjimeno. Alfonso XI a finales de 1340 inició una campaña de conquista que acabó con la toma de Priego, Carcabuey, la torre Matrera y sobre todo la ciudad fortaleza que él más deseaba: Q'alat ben Said. Además de ser uno de los más importantes puertos de tráfico comercial, Alcalá la Real, hacía de escudo defensivo para el emirato nazarí al estar en la ruta del antiguo califato cordobés. Hombres de la encomienda calatrava de Martos como Pascual Sánchez, Domingo Romero o Juan Fernández de Aranda tuvieron un importante papel para que el rey se posesionara de ella el 15 de agosto de 1341. Todos esos hechos se relatan en la amena y documentada novela histórica El Escudo Nazarí, obra del escritor alcalaíno Emilio Sánchez, que publicó en 2009.

Ya como ciudad cristiana, Martos, se reorganizará en barrios o parroquias. A partir del siglo XIII la ciudad adquiere un gran esplendor, sobre todo con la construcción de sus dos templos principales, en el punto más alto el de Santa María de la Villa, y en el centro de la ciudad, la Real Iglesia de Santa Marta dedicada a la patrona de la Villa. A partir de este centro, en el que también se situaría el Cabildo de Martos y el Mercado, se extenderá un gran entramado de calles, barrios, arrabales y ermitas. Se tienen constancia de la Iglesia de San Amador y de diversas ermitas como San Miguel, San Pedro, Santo Nicasio, San Cayetano, San Juan, Santa Catalina, San Sebastián, San Bartolomé, y Santa Bárbara.

En el año 1489 finalizó la etapa de la Villa de Martos como cabeza de la Orden de Calatrava. Al morir el último Maestre de la Orden, la administración pasó al rey Fernando el Católico. Así comenzó un periodo de estabilidad y expansión económica, que propició un notable aumento de población, por los colonos castellanos atraídos por las posibilidades agropecuarias de la zona, y por la llegada de la población morisca vencida en la Alpujarra.

El siglo XVI será sin duda uno de los principales puntos en el desarrollo de la villa. A este desarrollo contribuirán diferentes personalidades como el corregidor Pedro Aboz y Enríquez, el humanista Diego de Villalta y el arquitecto Francisco del Castillo "El Mozo". Este siglo supondrá una etapa de expansión económica, social y de estabilidad institucional. En referencia a la economía, se producirá una gran impronta agraria y ganadera, con dehesas, monte bajo, encinas, chaparros, quejidos, etc, todo esto unido a la trilogía mediterránea de la vid, cereal y olivo.

El arquitecto Francisco del Castillo "El Mozo", será sin duda uno de los materialistas de la transformación de la villa. En 1558 le será encargado la remodelación de la Fortaleza Baja o de la Villa. A esto le seguirán trabajos como la ampliación y remodelación de las iglesias de la Villa y de Santa Marta, así como la construcción de sus campanarios. Pero sin duda, su principal trabajo en la villa, será la construcción de los edificios civiles del Pilar de la Fuente Nueva, la hoy desaparecida Fuente de Neptuno, y el edificio de la Cárcel y Cabildo. La plaza de Santa Marta, con la Real Iglesia de Santa Marta, la Fuente de Neptuno, y la Cárcel y Cabildo, se configura como centro neurálgico de la villa. En torno a este centro surgen nuevas calles y barrios, y sobre todo, de la proliferación de numerosos conventos: Franciscanos, Clarisas, y Trinitarias, junto al Hospital de la Orden Mendicante de San Juan de Dios.

En el siglo XVII se produce la consolidación del desarrollo y expansión de la villa y de las órdenes religiosas. El crecimiento urbanístico de las casas-palacio y solariegas, se producirá en torno a las calles La Fuente y Las Huertas, condicionado por el arroyo de la Fuente de la Villa.

A finales del Siglo XIX y principios del siglo XX se produce un gran desarrollo demográfico, urbano y arquitectónico. a este desarrollo contribuirá en gran parte el desarrollo del olivar. Debido a este desarrollo del olivar, se producirá la llegada del ferrocarril a la ciudad en los años 90 del siglo XIX. El ferrocarril, y la carretera N-321 de Úbeda a Málaga, serán las dos principales vías de exportación del aceite de oliva. Así surgirá la nueva burguesía, y el nuevo trazado de la ciudad, con grandes avenidas, rectas, y trazado regular, pero sin abandonar su dependencia al desnivel causado por la Peña. La Desamortización de Mendizábal también provocará el reparto de huertos y propiedades, antes pertenecientes a la Iglesia.

Los ejes fundamentales de expansión serán ahora la calle Real y Albollón, y el centro de la ciudad se trasladará a la recién creada Plaza de la Fuente Nueva. en torno a estos lugares, se crearán casas señoriales, de tipo historicista, asó como otras viviendas rodeadas por jardines y verjas, y en muchos casos acompañadas por su propia fábrica de aceite. El estilo útilizado en las viviendas será el conocido como Eclecticismo Historicista, así como el Modernismo y el Regionalismo Andaluz, proporcionando un catálogo de edificios singulares que nos hablan de la riqueza económica y artística que disfrutó la ciudad.

El Siglo XX será un siglo de continuación del desarrollo urbanístico. En 1924 se redactó un "Plan de Ensanche". La población continuó en aumento hasta la mitad del siglo. Tras la Guerra Civil Española, que también afectaría a la ciudad, se crea la "Dirección General de Regiones Devastadas", mediante la cual se reconstruye la Iglesia de Santa María de la Villa, la Iglesia de San Amador, y se construye el Mercado de Santa Marta en el antiguo solar del Convento de las Claras.

En los años 50 y 60, se producirá un fuerte descenso de población, provocado por la emigración, por lo que la expansión de la ciudad también se frenará. partir de los años 60 se construye el "Parque Municipal Manuel Carrasco", la piscina municipal, y la plaza de toros, por lo que la ciudad empieza a expandirse ahora por la carretera de Alcaudete, Avenida de la Paz y Paseo de la estación. En los últimos años se está produciendo una expansión de la ciudad por la vega, por el sur, y por la zona del polideportivo.

En la actualidad, el desarrollo urbano, social y demográfico de la ciudad, provocado por el cultivo del olivar, se ha visto incrementado con la gran industrialización a la que la ciudad se ve sometida. No en vano, Martos es considerado como uno de los principales núcleos industriales de Andalucía.



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