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Iberia (suite)



La suite para piano Iberia, escrita por Isaac Albéniz, fue compuesta entre 1905 y 1909 (fecha de la muerte del compositor), y es quizás la más importante obra de la literatura pianística española, así como una de las cimas de la música para piano de todos los tiempos. De ella dijo Olivier Messiaen: “es la maravilla del piano, ocupa quizá el más alto puesto entre las más brillantes muestras del instrumento rey por excelencia”. No debe confundirse con la Suite española Op. 47, también de Albéniz.

Consta de cuatro cuadernos de tres piezas cada uno.

Es notable la visión de España que la obra presenta. (Su tema evidentemente es España, título que Albéniz no podía usar pues había dos piezas recientes con este título.) Sevilla, Cádiz, Almería, Ronda, El Albaicín (Granada), Málaga, Jerez y tres piezas dedicadas a Sevilla: El Corpus en Sevilla, Triana y Eritaña (desaparecida venta sevillana). Nada de castillos y palacios. El único elemento madrileño - incluso el único elemento castellano - es la popular plaza de Lavapiés.

La obra ha sido caballo de batalla de los más prestigiosos pianistas, destacando los registros fonográficos de Esteban Sánchez, Alicia de Larrocha (que la grabó en tres ocasiones), Guillermo González, Ricardo Requejo, Rafael Orozco y Luis Fernando Pérez, por la que recibió la Medalla Albéniz.[2]​ Del primero, tras ser preguntado Daniel Barenboim acerca de cuándo grabaría Iberia, este respondió que después de haber escuchado la grabación de Esteban Sánchez, poco le quedaba por añadir.[3]

Uno de los primeros interesados en orquestar Iberia fue Maurice Ravel. Sin embargo, hubo de desistir, pues los herederos del compositor cedieron los derechos a Enrique Fernández Arbós, el cual orquestó cinco de las doce piezas: Evocación, El puerto, Corpus Christi en Sevilla, Triana y El Albaicín. Carlos Surinach orquestó años después las restantes, completando así el trabajo de Arbós. La versión de Arbós ha sido grabada en múltiples ocasiones, mientras que complementada por la de Surinach no tanto, destacando los registros de Eugene Ormandy con la Orquesta Filarmónica de Filadelfia y de Jesús López Cobos con la Orquesta Sinfónica de Cincinnati.

Leopold Stokowski hizo una acertada orquestación de Corpus Christi en Sevilla.

A principios de los años noventa, el músico eslovaco Peter Breiner recibió el encargo de la discográfica Naxos de orquestar Iberia. Terminó los doce números, con una orquestación bastante romántica pero con un papel más destacado de la percusión. Fue grabada por la discográfica en 1996, con Igor Golvschin y la Orquesta Sinfónica de Moscú.

Francisco Guerrero Marín inició una orquestación de la obra con un lenguaje más moderno, con gran masa sonora y predominio del metal, pero su repentino fallecimiento en 1997 hizo que el trabajo quedara sin terminar. Completó Corpus Christi en Sevilla, Almería, El Albaicín, El Polo, Málaga y Jerez. Las piezas orquestadas fueron grabadas por José Ramón Encinar y la Orquesta Sinfónica de Galicia. Actualmente, Jesús Rueda, alumno de Guerrero se encuentra finalizando esta labor.



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