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Inclusión digital



La inclusión digital es la democratización del acceso a las tecnologías de la información y la comunicación para permitir la inserción de todos en la sociedad de la información. La inclusión digital es también la rutina diaria para maximizar el tiempo y sus posibilidades. Un incluido digital no es aquel que solamente usa el nuevo lenguaje para intercambiar emails, esto es el mundo digital. Sino el que usufructúa este soporte para mejorar sus condiciones de vida y puede tener una postura crítica frente a los criterios que definen las tecnologías como una panacea social.

Para que suceda la inclusión digital, se precisa de tres instrumentos básicos, que son, el computador, acceso a la red, y el dominio de esas herramientas. Por lo tanto no basta que las personas tengan un simple computador conectado a Internet para considerar esto un incluido digitalmente, se precisa saber qué hacer con estas tecnologías.

Entre las estrategias inclusivas hay proyectos[1]​ y acciones que facilitan el acceso de personas con bajos ingresos a las tecnologías de información y comunicación (TIC). La inclusión digital también está dirigida hacia el desarrollo de tecnologías que extienden la accesibilidad para usuarios con discapacidades.

De esta forma, toda la sociedad puede tener acceso a la información disponible en Internet, y así producir y diseminar el conocimiento. La inclusión digital está insertada en el más grande movimiento de la inclusión social, uno de los grandes objetivos compartidos por diversos gobiernos alrededor del mundo de las últimas décadas.

Tres nuevos conceptos son incorporados a las políticas de inclusión digital: la accesibilidad de todas las TI (e-accesibilidad), en este caso, no solamente la población con discapacidad; la competencia de usar las tecnologías en la sociedad de la información (e-competencias)[2]​ y la inclusión digital genuina (Maggio, 2005)[3]​ que intenta captar aquellas situaciones en las que las nuevas tecnologías son incorporadas a las prácticas de la enseñanza,[4]​ emulando las relaciones de la tecnología con el campo disciplinar.

Diversos gobiernos e instituciones han realizado diversas iniciativas de inclusión digital. Muchas de estas están orientadas al acceso a la tecnología a través de contextos educativos, especialmente a estudiantes primarios y secundarios. Algunas de las iniciativas más destacadas a nivel mundial es Un portátil por niño (OLPC, One Laptop per Child).

A partir de 2010, en virtud de un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, ha comenzando a implementarse en Argentina el plan Conectar Igualdad, un proyecto que pretende incluir la alfabetización digital en los niveles primario y secundario de la educación pública. Para ello se ha distribuido gratuitamente cerca de 3 millones de netbooks a alumnos y docentes, con el objetivo de disminuir la brecha digital y alcanzar una mayor democratización del acceso a la tecnología. Se trata, en este sentido, de la política de inclusión tecnológica más masiva del continente.

Paralelamente, entre otros programas de formación, el Ministerio de Educación de la Nación ha puesto en marcha cursos de Especialización Docente en Educación y TIC, a distancia y gratuitos, para todos los docentes de educación secundaria, superior y especial de la Argentina. El objetivo de esta especialización es capacitar a los docentes en el uso de herramientas pedagógicas y digitales que les permitan comprender, planificar, implementar y evaluar propuestas pedagógicas medidas por tecnologías.[5]

Además del carácter inclusivo de esta política educativa, en la actualidad se discuten también las estrategias pedagógicas que se deben adoptar para lograr una inclusión tecnológica genuina, que le asigne un sentido profundamente didáctico al uso de TIC en la educación[6]



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