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Inducción al suicidio



La inducción, incitación o provocación del suicidio se refiere a las conductas que pueden conducir directa o indirectamente al suicidio de otra persona, y que en algunos países son punibles por la ley.[1][2][3][4]

En algunos países, la inducción al suicidio es un delito que consiste en ejercer una influencia física o mental sobre la víctima para conseguir que en un momento dado ésta cometa suicidio. Es una conducta penada por tratarse de una figura muy similar al homicidio o asesinato, que atenta contra el derecho a la vida.

El Código Penal de la Nación Argentina establece en el artículo 83:[5]

En Colombia, el artículo 107 del Código Penal tipifica el delito de inducción o ayuda al suicidio:[6]

Sobre el último caso, la Corte Constitucional, mediante sentencia C-239/97[7]​ establece la diferencia entre suicidio asistido y eutanasia activa, la cual en Colombia es legal.[8]

Según el Código Penal (Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre), el artículo 143 castiga como delitos autónomos una serie de modalidades de participación en un suicidio ajeno:[9]

2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos necesarios al suicidio de una persona.

3. Será castigado con la pena de prisión de seis a diez años si la cooperación llegara hasta el punto de ejecutar la muerte.

Los casos contemplados en la Sección 6 del código penal francés sobre la provocación del suicidio son:

La defensa o apología del suicidio ha ocurrido en muchas culturas y subculturas. El confucianismo sostiene que uno debe renunciar a su vida, si es necesario, ya sea de forma pasiva o activa, en aras de defender los valores morales cardinales de ren (altruismo) y yi (rectitud). El ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial alentó y glorificó los ataques kamikaze, y la sociedad japonesa en su conjunto ha sido descrita como "tolerante al suicidio" (ver Suicidio en Japón).

Algunos casos históricos conocidos han sido:

Se han dado casos de inducción al suicidio en masa en sectas destructivas.

La promoción del suicidio también se ha realizado a través de Internet. Un estudio del British Medical Journal encontró que es probable que las búsquedas en la web de información sobre el suicidio devuelvan sitios que fomenten, e incluso faciliten, los intentos de suicidio.[10]​ Si bien los recursos pro-suicidio eran menos frecuentes que los sitios neutrales o anti-suicidio, no obstante eran fácilmente accesibles.[11]​ Existe cierta preocupación de que tales sitios puedan empujar al suicida al límite. Algunas personas forman pactos suicidas con personas que conocen en línea.[12]​ Algunas personas forman pactos suicidas con personas que conocen en línea.[13]​ Becker escribe: "Los visitantes adolescentes suicidas corren el riesgo de perder sus dudas y temores sobre el suicidio. Los factores de riesgo incluyen la presión de los compañeros para suicidarse y las citas para suicidios conjuntos. Además, algunas salas de chat celebran a los conversadores que se suicidaron".[14]

William Francis Melchert-Dinkel, de 47 años en mayo de 2010, de Faribault, Minnesota, enfermero con licencia desde 1991 hasta febrero de 2009, está acusado de alentar a la gente a suicidarse mientras miraba como un voyerista en una cámara web.[15][16][17][18]​ Supuestamente les dijo a los que estaban contemplando el suicidio qué métodos funcionaban mejor, que estaba bien suicidarse, que estarían mejor en el cielo o que suscribieran pactos suicidas con ellos.[15][19]​ Melchert-Dinkel fue acusado de dos cargos de ayudar al suicidio, por supuestamente alentar el suicidio de una persona en Gran Bretaña en 2005 y otra persona en Canadá en 2008.[15][20]

La llamada "ley de Suzy" (proyecto de ley llamado así por Suzanne Gonzales, quien cometió suicidio en 2003[21]​ tras acceder a información del grupo alt.suicide.holiday de Usenet) prohibiría, en los EE. UU., los sitios que brinden información sobre métodos suicidas o que ayuden al suicidio.[22]​ Ha habido algunas prohibiciones legales en los sitios web pro-suicidio, sobre todo en Australia, pero al parecer tales prohibiciones simplemente han alentado a los propietarios de estos sitios a trasladarlos a otras jurisdicciones.[23]



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