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Innovaciones en la ortografía española (2010)



El 6 de noviembre de 2010, la Real Academia Española comunicó que habría cambios en la ortografía de la lengua. Esos cambios fueron ratificados el 28 de noviembre de 2010 en una reunión de académicos en el marco de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara (México). Una vez aprobados los cambios, el 17 de diciembre de 2010, en una sesión conjunta del pleno de la Real Academia Española (RAE) y de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), se presentó la nueva edición de la Ortografía de la lengua española, que sustituyó a la ortografía de 1999 anteriormente vigente.[1]

Los principales cambios ortográficos de la lengua española aprobados en 2010 son:[2][3]

Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema. Estos dígrafos no están incluidos en los diccionarios desde el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, y viene aplicándose desde entonces en todas las obras académicas. Las palabras que comienzan por estos dígrafos o que los contienen no se alfabetizan aparte, sino en los lugares que les corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente.

La eliminación de los dígrafos ch y ll del inventario de letras del abecedario no supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del español. Estos signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas: el dígrafo ch en representación del fonema /tʃ/ (chico [/tʃíko/]) y el dígrafo ll en representación del fonema /ʎ/ o, para hablantes yeístas, del fonema /ʝ/ (calle [/kaʎe/, /kaʝe/]). La novedad consiste, simplemente, en que dejan de contarse entre las letras del abecedario.

La nueva ortografía no pretende interferir en la libertad de cada hablante de seguir utilizando el nombre al que esté habituado.[4]

Los cambios propuestos en algunos nombres de las letras son:[2]

La palabra solo, tanto cuando es adverbio (equivalente a solamente) como cuando es adjetivo, no debe llevar tilde según las reglas generales de acentuación. Aun así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica en el adverbio solo para distinguirlo del adjetivo solo, cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja sólo los domingos (= trabaja solamente los domingos), para evitar su confusión con Trabaja solo los domingos (trabaja sin compañía los domingos). Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que solo es siempre palabra tónica en cualquiera de sus funciones. Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, no tildar nunca esta palabra.

Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros medios, como el empleo de los sinónimos solamente o únicamente.

Los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales, funcionan como pronombres (Este es tonto; Quiero aquella) o como determinantes (aquellos tipos, la chica esa), no deben llevar tilde según las reglas generales de acentuación, bien por tratarse de palabras llanas terminadas en vocal o en -s, bien, en el caso de aquel, por ser aguda y acabar en consonante distinta de n o s. Aun así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica en los pronombres demostrativos para distinguirlos de los determinantes demostrativos, cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración), frente a ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el sujeto de esta oración no está expreso y aquellos acompaña al sustantivo libros). Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en los pronombres demostrativos no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que los demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones. Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, no tildar nunca estas palabras.

Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros medios, como el empleo de una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación.

Hasta ahora se venía recomendando escribir con tilde la conjunción disyuntiva o cuando aparecía entre dos cifras o entre dos signos (por ejemplo + o -), a fin de evitar que pudiera confundirse con el cero. Este uso de la tilde diacrítica no está justificado desde el punto de vista prosódico, puesto que la conjunción o es átona (se pronuncia sin acento) y tampoco se justifica desde el punto de vista gráfico, ya que tanto en la escritura mecánica como en la manual los espacios en blanco a ambos lados de la conjunción y su diferente forma y menor altura que el cero evitan suficientemente que ambos signos puedan confundirse (1 o 2, frente a 102). Por lo tanto, a partir de este momento, la conjunción o se escribirá siempre sin tilde, como corresponde a su condición de palabra monosílaba átona, con independencia de que aparezca entre palabras, cifras o signos.

Aunque tradicionalmente los prefijos ya se escribían unidos a la palabra base por coherencia con el sistema ortográfico de la lengua española e incluso su propia manera de entender la lingüística, la ASALE no ofrecía normas concretas y oficiales para su escritura, lo que cambió en 2010 con la publicación de la Ortografía de la lengua española, ya que recopila, expone y explica la norma culta al respecto e incluye algunas modificaciones.

Cuando la palabra base del prefijo es una sola palabra, el prefijo deberá soldarse a ella:

No importa si la palabra base lleva detrás un complemento o adjetivo:

El prefijo no se debe unir con guion a la palabra base, ni se debe separar de la palabra base mediante un espacio en blanco:

Si una palabra está formada por varios prefijos que se han soldado a la palabra base, estos deben escribirse igualmente soldados, sin guion intermedio:

En cambio cuando la palabra base comienza por mayúscula (ya sea porque es una sigla o a un nombre propio), el prefijo deberá unirse a ella mediante un guion:

En estos casos el guion sirve para evitar la anomalía que supone que aparezca una minúscula seguida de una mayúscula en posición interior de palabra.

También es necesario emplear el guion cuando la base es un número, con el fin de separar la secuencia de letras de la de cifras:

Cuando la base está constituida por varias palabras, el prefijo deberá escribirse separado:

Se recomienda simplificar las vocales dobles que aparecen al aplicar un prefijo siempre que no existan problemas de identificación del término o de confluencia con otro ya existente de diferente significado y se simplifique en la pronunciación cuidada en todos los niveles de la lengua oral:

Sin embargo, no se simplifican las vocales cuando no se simplifican en la pronunciación o cuando pueda producirse una confusión con otra palabra existente:

Tampoco se simplifican las vocales cuando media una hache:

Con los prefijos co- y bio-, no se simplifica la doble vocal en ningún caso, aunque con co- se admite:

Se prefiere la forma pos- a post-, con una excepción: si la palabra a la que se une este prefijo comienza por s, se recomienda post para evitar dos eses seguidas. Ante un nombre compuesto se escribe separado y ante un nombre propio, sigla o cifra se escribe con guion.

Las palabras ya asentadas con el prefijo sin- con el sentido de ‘carencia’ se escriben unidas. En las de nueva formación se puede escribir unido o separado (pero no con guion). Si se une, ante b y p se convierte en sim-.

Cuando se une sub- a una palabra que empieza por b, se conservan ambas consonantes, con excepción de subranquial y subrigadier.

Se recomienda simplificar siempre trans- como tras-, salvo cuando se aplica a palabras que empiezan por s.

Los cargos se escriben con minúscula inicial, vayan o no acompañados del nombre de la persona que los tiene.

Los tratamientos se escriben con minúscula inicial. Sus abreviaturas, sin embargo, se siguen escribiendo con mayúscula.

Los artículos en topónimos se escriben con mayúscula cuando forman parte del nombre propio, pero en las comarcas se escriben con minúscula. En el primer caso el artículo no se contrae, mientras que en el segundo sí.

Las costas se escriben con mayúscula, incluso en el genérico.

Cuando el nombre específico de una península es un adjetivo que alude a un topónimo se escribe, como caso particular, con minúscula.

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En los premios, se escriben con mayúscula todas las palabras significativas. La categoría se escribe con mayúscula en los grandes premios internacionales y en minúscula en el resto. Cuando se alude al objeto que representa el premio o a la persona premiada, se escribe con minúsculas.

Los puntos cardinales se escriben con minúscula, salvo cuando son parte de un nombre propio (no son nombres propios los puntos y líneas imaginarias).

Es admisible el uso combinado de mayúsculas y minúsculas en las siglas.

Las acrónimos (siglas que se leen como palabras corrientes, no deletreadas) se pueden escribir íntegramente en minúsculas, si corresponden a nombres comunes, o en minúsculas con mayúscula inicial, si corresponden a nombres propios. En estos casos, se acentúan conforme a las normas generales.

Las innovaciones ortográficas introducidas no han estado exentas de polémicas como son, entre otras, las suscitadas por la uniformización recomendada del nombre de las letras del alfabeto,[7]​ por el hecho de que con las nuevas normas haya palabras escritas que dejan dudas sobre su dicción[8]​ o por la nueva forma de uso del prefijo «ex-».[9]



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