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Inodoro



Se denomina inodoro al moderno aparato sanitario utilizado para recoger y evacuar los excrementos sólidos y líquidos de los humanos hacia una instalación de saneamiento y que impide, mediante un sistema de sifón de agua limpia, la salida de los olores desagradables de la cloaca o alcantarillado hacia los espacios habitados. Inodoro quiere decir que no huele.

Generalmente, los inodoros se fabrican de porcelana, pero también de acero inoxidable y cualquier otro material impermeable y liso.

Quevedo, en una escena del Buscón llamado Don Pablos, indica el uso del "servicio" para evacuar. Este consistía en una suerte de bacinilla que recogía los excrementos u orines y que se vacíaba directamente en la vía pública previo aviso: "¡Agua va!".[2]​ También se denominaba "servicio" al habitáculo o cuarto donde se guardaban las bacinillas, lo que posteriormente se denominaría "retrete".

John Harington describió en 1596 un predecesor del inodoro que se vaciaba mediante una válvula.

El sistema de cierre hidráulico con el tubo en forma de S fue patentado por Alexander Cumming en 1775.

El nombre de inodoro viene de que es el primer aparato sanitario que tuvo un cierre hidráulico para evitar la salida de olores, lo que fue mucho más necesario que en los aparatos anteriores, por lo que ya se conectó al alcantarillado. Antes de la aparición de este sistema, evidentemente era maloliente, y se encerraba en un local pequeño, exclusivo para ese uso, que tenía el nombre de retrete (que viene de retirete, retiro pequeño). Como de todos modos, tras su uso, quedan olores en el local, en los países fríos se conservó esa separación en un local específico, que podía ser ventilado sin necesidad de enfriar el aire del cuarto de aseo o baño, en el que es habitual desnudarse. El resto de los aparatos adoptó también el cierre hidráulico, luego, teóricamente, también podrían llamarse inodoros.

La particularidad del inodoro de agua consiste en que tiene un desagüe acodado, de modo que queda retenida agua en él, formando un cierre hidráulico o sifón, que impide el paso de olores desagradables. El arrastre de la materia orgánica al saneamiento requiere un dispositivo que produce una descarga de gran caudal de agua en tiempo muy corto, dejando nada más que agua limpia en el codo del cierre hidráulico. Este dispositivo puede ser una cisterna o una válvula especial llamada fluxómetro.

Las cisternas, que pueden ser altas (fijas a la pared a una altura de casi dos metros) o bajas, disponen de un mecanismo de llenado, con una válvula de nivel, que corta la entrada de agua cuando llega a un nivel determinado, y de otro de descarga, accionado por el usuario. Por su posición, la cisterna alta requiere menos cantidad de agua para funcionar.

En algunos aseos públicos y hoteles, para evitar el vandalismo, se emplean cisternas empotradas tras el paramento que sostiene el inodoro, situadas a mayor altura que la cisterna baja y menor que la alta, de modo que de la cisterna solamente se ve el pulsador de accionamiento, siendo lo suficientemente grande como para servir de registro de la cisterna para reparaciones.

En aseos colectivos, en que la frecuencia de uso pueda ser grande, se emplean los fluxómetros, que evitan tener que esperar el tiempo necesario para el llenado de la cisterna entre un uso y el siguiente. Sin embargo, debe limitarse el uso de este dispositivo, porque exige tuberías de mayor diámetro y, si la instalación tiene muchos aparatos de este tipo conectados, puede exigir una instalación propia, distinta de la normal. Por el contrario, tiene la ventaja, en aseos públicos colectivos, de que es más difícil estropearlo por vandalismo.

Las diferentes categorías de inodoros incluyen:

El inodoro de pedestal está diseñado para que la persona que lo usa lo haga en posición sentada tanto para defecar como para orinar. Por ello, tiene una altura de alrededor de 40 cm y una placa especial para apoyar los muslos con comodidad.

Sin embargo, es tradicional que los varones lo utilicen en posición de pie para orinar usando el pene para orientar la orina hacia el interior del artefacto. Existen opiniones que cuestionan este uso por parte de los varones: la mayoría de los consejos para enseñar a los niños a usar el artefacto[5]​ y las propuestas de algunos políticos. Según estas propuestas, los motivos para alentar el uso del inodoro en posición sentada en los varones son tener cuartos de «baños limpios de charcos y salpicaduras» y el hecho de que en esta posición se evacúa la vejiga con mayor eficacia y reduce el riesgo de problemas de próstata. Han realizado propuestas de este tipo Viggo Hansen del Partido de Izquierda de Suecia[6][7]​ y el ministro taiwanés Stephen Shen.[8]​ El artefacto diseñado para orinar en posición de pie es el urinario.

Cuando alguien decide hacer uso del inodoro, está inevitablemente contaminando el agua. Se estima que una familia de cinco personas que lo usa, contamina más de 150 000 litros de agua al transportar unos 250 kilos de heces y 2500 litros de orina en un año.[cita requerida]

Las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) pueden ayudar a minimizar el impacto ambiental negativo que esto puede acarrear, reduciendo la propagación de enfermedades infecciosas, (como la gastroenteritis y el cólera, entre otras), pero, en el 90 % de los casos en el mundo, las aguas residuales no reciben tratamiento y van directamente al ambiente.[9]​ Además, existen muchos tipos de fármacos y otros químicos que no pueden ser eliminados confiablemente en los EDAR.[10]

La disposición de inodoros como parte de las intervenciones de saneamiento contribuyen a mejorar los resultados en la salud y desarrollo social. Una revisión de diversos estudios realizados en África, Asia y Latinoamérica concluyó que las intervenciones de saneamiento e higiene reducen el riesgo de diarrea, lo que conduce a una disminución en la morbilidad de 37% en promedio.[11]

Algunos expertos[¿quién?] sugieren que el inodoro occidental, que es el más extendido actualmente, está mal diseñado, puesto que obliga al usuario a sentarse para defecar. Al parecer, esta posición no es la más eficiente ni la más higiénica para realizar esta necesidad fisiológica, dado que el organismo humano no ha evolucionado para defecar en la posición de sentado, sino en cuclillas, al igual que los otros primates.[12][13]​ Defecar sentado conlleva un mayor gasto de oxígeno corporal, en especial en asmáticos o ancianos con enfermedades respiratorias y pueden quedarse faltos de oxígeno al tener que soportar su propio peso, la solución es defecar en cuclillas pero que el cuerpo lo soporte un asiento ergonómico.

El campo del saneamiento ecológico ofrece otras maneras de tratar las excretas, sin contaminar el medio ambiente y aprovechando el material como un recurso valioso. Existen inodoros ecológicos secos con separación de la orina y retretes secos que usan material absorbente en vez de agua. Los ArborLoo son muy económicos y permiten fertilizar la tierra donde se van a sembrar árboles, en lugar de generar aguas negras que contaminan los ríos y mares.



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