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Inteligencia económica



El concepto de inteligencia económica o inteligencia competitiva (a veces también llamada inteligencia empresarial) refiere al conjunto de actividades coordinadas de colecta, tratamiento, y difusión de informaciones útiles a los actores económicos, a efectos de su explotación o utilización fundamentalmente desde el punto de vista práctico, o sea en aplicaciones concretas a casos específicos. A esto se puede agregar las acciones de influencia, de notoriedad, de imagen, así como a todo lo ligado a la protección de informaciones.[1]

La inteligencia económica se distingue del espionaje económico e industrial, ya que sus acciones se desarrollan en forma abierta y sin mayores secretismos, utilizando principalmente fuentes abiertas y medios legales.

La mayoría de los profesionales del sector la conciben desde un ángulo ético y deontológico. El único sindicato del sector en Francia ('Syndicat français de l'Intelligence Économique –SYNFIE–'),[2][3]​ siguiendo a la 'Fédération des professionnels de l'intelligence économique' (FéPIE) hoy día desaparecida,[4][5]​ obliga por ejemplo a sus adherentes a respetar un código deontológico de comportamiento en este dominio.[6]

La inteligencia económica puede completarse o complementarse con otras « inteligencias », como por ejemplo la inteligencia social que organiza la mutualización de informaciones con orientación a la realización colectiva de una comunidad y de sus diferentes actores económicos.

Los especialistas del dominio muchas veces resumen la inteligencia económica en un tríptico de características : Vigilancia (adquisición de la pertinente información estratégica); Protección de informaciones (no dejar traslucir informaciones muy sensibles); e Influencia (propagar informaciones y normas que favorezcan la propia estrategia).[7]

Cuando la información estratégica y útil es proporcionada en el momento adecuado, a la persona adecuada, y en un entorno o contexto adecuado, sin duda se obtiene una ventaja competitiva decisiva.

Ciertas empresas sensibles, especialmente en sectores donde hay mucha competencia, como por ejemplo las industrias de armamentos, el sector farmacéutico, o el sector del automóvil, fueron los precursores en preocupaciones ligadas a la inteligencia económica. De todas maneras, raros fueron los que tempranamente anticiparon el éxito e importancia que tendría esta temática. Como principales precursores en Francia, citemos Giat Industries, Elf Aquitaine, Rhône Poulenc, y en Estados Unidos citemos Lockheed, Motorola, IBM.

Lo que es central en la inteligencia económica es la circunstancia que no se reduce a la acumulación desordenada de todo tipo de informaciones con mayor o menor valor estratégico, sino que se trata de producir un conocimiento bien estructurado, para ayudar a instituciones, empresas, y emprendimientos, a combatir y a defenderse en la competición en general, y particularmente en la competición económica en el presente mundo pos guerra fría tan concurrencial.

La mayoría de los especialistas franceses resume la inteligencia económica o inteligencia competitiva en los ejes principales que a continuación se enumeran :

El referencial en inteligencia económica publicado en Francia en el año 2005, pone el acento sobre la trilogía conformada por la adquisición de informaciones (vigilancia…), la protección de informaciones, y la influencia sobre el entorno. Debe insistirse sobre este último aspecto, pues incluye influencia política en apoyo a la conquista de mercados, aunque también influencia en el sentido de "lobby", y también capacidad de imponer normas y reglamentaciones a nivel internacional, así como iconos, valores, e ideas generales, con la intención de favorecer ciertos intereses económicos y/o ciertos enfoques. A diferencia de la información concerniente la vigilancia o la protección del patrimonio informacional, y que debe ser cierta para ser útil, lo referido a la influencia está rodeado de creencias y de metodologías heterodoxas. Lo que importa, no es tanto que sea conforme a la realidad, sino a la cantidad y calidad de las adhesiones que se consigan (ejemplo: legislador o dirigente involucrado con la cosa.

Con el debate sobre el patriotismo económico, este enfoque que pone el acento sobre los factores políticos, ideológicos, y de comunicación de la inteligencia económica, conforma en los hechos cierta especificidad a nivel nacional en Francia.[7]

La definición del concepto de inteligencia económica ha sido objeto de fuertes debates teóricos y prácticos. La primera definición de inteligencia económica en sentido moderno, fue la de Harold Wilensky en 1967, en la obra titulada : "L'intelligence organisationnelle", donde establecía la inteligencia económica como la actividad de producción de conocimientos, a fin de servir a una organización en sus objetivos económicos y estratégicos, informaciones todas colectadas y producidas en un contexto legal y a partir de fuentes abiertas.

Esa definición fue retomada y trabajada en un primer momento en Francia, por la 'Commission Intelligence Économique et Stratégie des Entreprises du Commissariat Général du Plan', en el año 1993, bajo la presidencia de Henri Martre, y teniendo especialmente como impulsores y relatores a Christian Harbulot, Philippe Clerc, y Philippe Baumard.

La preocupación por la inteligencia económica surgió por la inquietud de ingenieros y técnicos de la industria en cuanto a la mejora en forma continua de los procedimientos de I&D, y particularmente en Francia nació de la mano de hombres y mujeres pertenecientes a sectores muy variados. Ya en el inicio, la voz cantante la llevó el personal enseñante, así como funcionarios y jerarcas del área de la administración estatal y del mundo de los servicios de información; a estos casos deben integrarse técnicos, ejecutivos, y dirigentes de empresas y asociaciones del sector, incluidas algunas asociaciones de exalumnos, y también pensadores y estrategas a título individual o agrupados ; de hecho podría considerarse que el origen se encuentra principalmente en el medio de ingenieros y científicos de alto nivel, quienes confrontados en el día a día a realizaciones cada vez más rápidas y eficaces, optaron por no cubrir todo por sí mismos, y para ello debieron organizarse de una forma diferente, y además disponer de información pertinente cada vez más elaborada y completa para la toma de decisiones.

Ciertamente el universo de la inteligencia económica es muy vasto, así que en sentido amplio engloba realidades muy diferentes. A título de ejemplo, siguen algunas definiciones que en buena medida reflejan las diferentes tendencias que se han observado en el dominio de la inteligencia económica :

La inteligencia económica ha gestado un concepto asociado que es el de la inteligencia económica territorial. Esta última, tal como fue concebida y definida por el prefecto Rémy Pautrat,[12]​ sugiere y permite organizar un sistema con sentido, con una estrategia coherente al servicio del crecimiento económico y del empleo, con acciones variadas de ordenamiento territorial (en francés: aménagement du territoire), así como de política industrial y de crecimiento en general, que son llevadas a cabo a escala tanto central como local, con cierto déficit en coordinación (para así dar lugar a una mayor libertad y creatividad).

En consecuencia, podemos en sentido amplio definir la inteligencia territorial como la valorización, la coordinación, y la protección de las ventajas económicas y del saber hacer tanto industrial como tecnológico, en relación a los territorios concernidos y al correspondiente tejido de PME-PMI,[13]​ con el fin de obtener ventajas comparativas decisivas en relación a la competencia regional y mundial.

Pero… ¿concretamente, qué es lo que comporta y constituye la inteligencia territorial? Bueno, en lo esencia se compone de cuatro tipo de acciones integradas en una unidad o un dispositivo unificado y coordinado.

En efecto, la escena internacional y la propia evolución de las naciones hoy día deben interpretarse con la ayuda de una serie de buenas lecturas. Hemos entrado en la economía del saber, donde el cambio y el dinamismo es enorme, y donde apenas si comenzamos a entender la línea de un nuevo modo de acción cuando surgen otros paradigmas que superan en mucho estas ideas. La llamada "economía del conocimiento" es corolario de la mondialización vertiginosa de intercambios y de ideas. Uno de los elementos esenciales del capital estratégico (de la base estratégica) que hoy día determina la prosperidad de las sociedades y la competitividad de las empresas (y por lo tanto la evolución del empleo) es la "información". Por lo tanto, saber buscarla, saber tratarla y resumirla, saber difundirla (al mismo tiempo de ir convenientemente protegiendo los datos sensibles que deben ser reservados), es una de las tareas prioritarias de todos los actores económicos, a la par de estar en la base misma del concepto de "inteligencia económica".

La inteligencia económica, en tanto búsqueda de informaciones y explotación (utilización) de las mismas con un objetivo económico, existe desde hace mucho. En la historia, con frecuencia ha estado ligada a exploraciones, viajes, comercio, e informaciones aportadas por exploradores, viajeros, y comerciantes…

En otros tiempos, las crónicas de viaje han sido muy interesantes fuentes de información, tanto para las empresas como para los gobiernos.

Sin llegar a remontarse a la Antigüedad, se podría citar el comercio establecido a partir de la República de Venecia, las exploraciones de los misioneros (sobre todo franciscanos) en Asia y hasta Extremo Oriente (China) en el siglo XIII, y la consignación de informaciones bajo forma de escritos de viaje (informaciones geográficas, botánicas…). Por cierto, también debe citarse a Marco Polo y al relato titulado Il Milione que en su momento conoció gran suceso.

Otra fuente histórica, actualmente reestudiada en Francia, es la que tuvo origen en el explorador belga Jean de Mandeville quien, después de un viaje de 34 años en Asia (tiempo considerable aún para la época), compiló en varias lenguas los relatos sobre sus propios viajes (1322-1356) así como sobre los de algunos exploradores anteriores, bajo una forma por momentos esotérica o mística, por lo que antes no fue muy tenido en cuenta. Jean de Mandeville se puso al servicio de los ingleses, cuando Francia aún estaba enfrascada en la llamada "Guerra de los cien años".

Las obras de Jean de Mandeville fueron impresas en diferentes idiomas en la segunda mitad del siglo XV, y muy posiblemente entonces fueron leídas por el joven Cristóbal Colón, quien tal vez así comprendió que la Tierra era redonda (en realidad, ello ya se sabía en ciertos medios cultivados europeos). Así, las informaciones geográficas estructuradas en forma cartográfica permitieron a los europeos, de hecho, adquirir la supremacía mundial en el siglo XVI.

Pasemos ahora al siglo XVIII, cuando los colonos anglófonos establecidos en América del Norte, se revelaron contra la corona británica, en buena medida porque no querían pagar las tasas que se les exigía, reivindicando así su derecho a la independencia. Uno de los impulsores de este enfoque, Thomas Jefferson, defendió con fuerza los principios de la propiedad intelectual, pues entendía se encontraban en la propia cultura de la nueva nación.

En la segunda mitad del siglo XIX, los Estados Unidos conocieron un período de muy fuerte inmigración desde Europa (Europa central, Irlanda, Italia…). Por tanto, se sintió fuerte la necesidad de contabilizar la población, utilizándose para ello la técnica que llevaba consigo el uso de la tarjeta perforada Hollerith y de la mecanografía; se consiguió así realizar el primer censo semi-automatizado de la historia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el centro de informaciones de Londres, donde esencialmente trabajaban estadounidenses e ingleses, sacaba partido de todas las informaciones con origen en el continente europeo y en otras partes del mundo. Sin duda los anglo-sajones fueron muy hábiles durante ese gran conflicto mundial en cuanto a colecta y tratamiento de informaciones.

Esta cultura de manejo informativo, permitió a los estadounidenses de desarrollar los primeros sistemas de tratamiento electrónico de la información (ordenadores) en el entorno del año 1942 (en buena medida implementando las ideas de John von Neumann), y en una primera instancia con orientación a la reconversión de la industria estadounidense en economía de guerra, lo que en su momento significó sin duda un enorme esfuerzo.

Las reflexiones teórico-prospectivas sobre la información en esa época (y sobre todo en 1948-1949, o sea, poco después de la aparición de la primera computadora operativa) obviamente estaban fundadas sobre modelos de comunicación bastante simplistas : transmisión de un emisor a un receptor (cf. Claude Shannon).

La visión actual de la inteligencia económica representa una evolución sin duda muy importante respecto del enfoque clásico sobre la información, en la medida que el surgimiento de Internet (Web, mensajería electrónica), así como de redes informáticas dedicadas (Intranet, Extranet), con multiplicidad de emisiones y recepciones, permite un efecto de retroalimentación que en gran escala eran inconcebibles y no operativos en los sistemas telegráficos y telefónicos tradicionales, máxime que al inicio mucha cosa era analógica y no numérica, tanto en la radiodifusión como en la televisión. La informática de empresa tuvo un fuerte empuje en los años 1970, a pesar de que en esos tiempos los procesamientos se hacían hacia dentro de cada institución, con pocos intercambios de información hacia afuera, y cuando ellos se daban, implementados de manera rudimentaria y poco operativa.

Internet sin duda no es ni un concepto ni una herramienta menor, y en pocos años ha cambiado nuestras vidas.

En esta sección, la bibliografía es presentada en orden anticronológico, de manera de enumerar primero los documentos más recientes en materia de "inteligencia económica".



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