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Intifada de los Cuchillos



La Intifada de los Cuchillos hace referencia a los incidentes y hechos violentos (manifestaciones con proyección de piedras y pequeños objetos explosivos, represión con gas lacrimógeno y balas de caucho, asesinatos o intentos de asesinatos de israelíes con armas de fuego o armas blancas, neutralización extrajudicial de los agresores palestinos utilizando fuerza letal, tiros contra manifestantes palestinos contrarios a las colonias, o la utilización de camiones o automóviles para atropellar y asesinar a ciudadanos israelíes, destrucción de casas y hogares palestinos) entre palestinos e israelíes a partir de septiembre de 2015 hasta hasta el estallido de protestas de 2018 a 2019.[1]​ Entre el 1 de octubre de 2015 y el 4 de agosto de 2017 ha habido más de 300 ataques realizados por lobos solitarios, la mayoría de ellos sin afiliación política ni ficha policial.[2]

Invocando la voluntad del gobierno israelí de modificar el statu quo en el Monte del Templo (intención continuamente desmentida por el gobierno israelí), las manifestaciones y protestas palestinas se intensificaron. El 1 de octubre, una pareja de israelíes es asesinada dentro de su coche en presencia de sus cuatro niños en Cisjordania. La ola de violencia se intensifica entonces debido a la búsqueda y captura de los culpables y la destrucción de sus hogares. Mueren israelíes por arma blanca, lo que hace que la prensa empiece a hablar de una "Intifada de los cuchillos". Las manifestaciones provocan disturbios entre las fuerzas del orden israelíes y los manifestantes palestinos.

A mediados del 2015, el conflicto palestino-israelí parecía estancado en beneficio de Israel.[3]​ El proceso de paz estaba totalmente estancado, la campaña de la Autoridad Nacional Palestina para lograr su reconocimiento internacional como estado había obtenido un éxito moderado y la Guerra Civil Siria acaparaba la preocupación internacional sobre Oriente Medio. La esperanza de una realización nacional tras los Acuerdos de Oslo de 1995 se había transformado en decepción, a lo que se añadían las demoliciones de hogares palestinos por parte de las fuerzas de seguridad israelíes,[4]​ los asaltos nocturnos a viviendas particulares,[4]​ la expansión de las colonias en la Cisjordania ocupada[4][5]​ (ilegales según la legislación internacional[6]​) y el bloqueo de Gaza, profundizando en la Franja una crisis humanitaria que dura casi una década.[7]

En este contexto surgió el detonante que está directamente detrás de la escalada: los palestinos inician en julio las protestas por la entrada de grupos de judíos para rezar en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.[8]​ Se trata del tercer lugar más sagrado para el islam (después de las ciudades de La Meca y Medina, en Arabia Saudí).[9]​ Para el judaísmo, allí se levantó el Segundo Templo, del que sólo queda el Muro de las Lamentaciones, situado en uno de sus flancos.

Las protestas en la Explanada, con un marcado cariz religioso, se extienden entre julio y septiembre de 2015.[8]​ El 31 de julio de 2015, un crimen exacerba aún más los ánimos de los palestinos: Alí Dawabsha, un bebé de un año y medio, muere quemado vivo en el ataque de extremistas judíos a su vivienda en Cisjordania. Su padre y su madre morirían posteriormente por las heridas sufridas.[10][11]

Por otra parte, el Shin Bet (servicio de inteligencia de Israel) afirma en un informe en noviembre de 2015 que el origen de los ataques no se encuentra en las órdenes de organizaciones o líderes, sino que los jóvenes palestinos actúan "basados en sentimientos de privación nacional, económica y personal".[12]​ El entonces secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, también relacionó la violencia en Palestina e Israel con el impacto político y social de la ocupación israelí.[4]

El 1 de octubre de 2015, un matrimonio israelí, Eitam y Naama Henkin, moría tras ser acribillado en su auto en una carretera en Cisjordania situada entre la colonia de Itamar y la localidad palestina de Bet Furik. Sus cuatro hijos -entre ellos un bebé- resultaron heridos levemente por el impacto de los cristales en lo que las autoridades de Israel consideraron "uno de los peores atentados palestinos de los últimos años".[13]

En el primer año desde el estallido de la Intifada murieron 236 palestinos y 34 judíos israelíes; cuatro de los fallecidos palestinos eran árabe-israelíes (tres de ellos autores de atentados, y el cuarto víctima en uno de estos ataques), y cinco ciudadanos extranjeros (un refugiado eritreo linchado en un centro comercial israelí,[14]​ dos ciudadanos estadounidenses, un sudanés y un jordano).[4]​ Entre las víctimas se cuentan tanto civiles como militares, mujeres y hombres, personas de todas las edades: la víctima mortal más joven es un bebé palestino de 8 meses muerto a causa de los gases; la de más edad, un colono judío de 78 años. Destaca que una cuarta parte de los atacantes y de las víctimas palestinas son adolescentes, entre los 13 y los 18 años.[4]​ Por su parte, solo una de las víctimas israelíes era menor de edad (una adolescente de 13 años del asentamiento israelí de Kiryat Arba), tratándose en su mayoría bien de colonos (18 víctimas), bien de soldados o policías (7 víctimas).[4]​ Israel asegura que las redes sociales han creado un efecto de “imitación” entre estos jóvenes: por la red circulan vídeos de las acciones, fotografías e imágenes exaltando los atentados.[12]​ Muchos de los supuestos agresores, además, provienen de barrios árabes de Jerusalén Este, ocupada por Israel desde 1967 en violación del derecho internacional.[15]

Un análisis estadístico de los primeros 80 atacantes palestinos desde el inicio de esta Intifada de los cuchillos indica que un 40% de los atacantes provenían de siete ciudades o pueblos de Cisjordania (incluida Jerusalén Este).[2]​ De hecho, el 30% de los fallecidos palestinos durante esta Intifada (incluyendo atacantes y víctimas de las fuerzas de seguridad israelíes) provenían de la Gobernación de Hebrón, lo que la convierte en el epicentro de la revuelta.[4]​ Una diferencia clave con respecto a los atacantes de la Primera y Segunda Intifada es que los actuales no se caracterizan por sus fuertes creencias religiosas, no tienen historial de activismo político y en su mayoría provienen de clases medias. Las redes sociales han ejercido una poderosa influencia que no existía en los anteriores levantamientos, alabando la figura de los atacantes y calificándolos de shahibs (mártires).[2]

Israel habla de “respuesta a ataques terroristas” en todos los casos (hay que tener en cuenta que son las fuerzas de seguridad israelíes las que califican e investigan cada ataque) mientras la Autoridad Nacional Palestina, una serie de organizaciones pacifistas israelíes e incluso algunos medios de comunicación cuestionan la versión israelí y denuncian “asesinatos extrajudiciales”.[16][17][18]​ Por ejemplo en Ramala, el 25 de diciembre de 2015, los soldados mataron a una mujer que, aseguran, intentó atropellarlos. En cambio, según los testigos, el vehículo se encontraba a 150 metros y recibió 30 balas.[19]​ En otro caso que adquirió gran notoriedad a nivel mundial, la ONG israelí B'Tselem difundió imágenes en YouTube en las que un soldado llamado Elor Azaria ejecutaba de un disparo en la cabeza a un atacante palestino que yacía inmóvil en el suelo. Azaria fue juzgado y condenado por homicidio a 18 meses de cárcel.[20]​ En apenas tres meses de Intifada, B'Tselem había documentado 12 casos de "uso injustificado de fuerza letal y ejecuciones", así como 2 casos de denegación de tratamiento médico.[21]​ El ministro israelí Gilad Erdan avaló esta doctrina de "disparar a matar", denunciada por Human Rights Watch,[17]​ en unas declaraciones públicasː "todo terrorista debe saber que no sobrevivirá al ataque que va a realizar".[21]

El Ejército israelí solo han reconocidos tres casos de exceso de fuerza.

Una encuesta realizada periódicamente por el Centro Palestino para la Investigación Política entre la población de Cisjordania y la Franja de Gaza a fin de sondear las opiniones mayoritarias entre el pueblo palestino sobre los asuntos que le afectan señala un apoyo de la población a esta Intifada de los cuchillos, e incluso una visión favorable a que la ola de violencia se recrudecieseː "la mayoría de palestinos, tanto en la Margen Occidental como en la Franja de Gaza, continúa apoyando una intifada armada y sigue creyendo que tal campaña ayudaría a los palestinos a conseguir sus derechos nacionales de una manera que las negociaciones no conseguirán".[22]



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