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Isla artificial



Una isla artificial es una isla que ha sido formada por el ser humano en vez de por procesos naturales. Generalmente son construidas sobre algún pequeño filón, usando arena o rocas o como una expansión de una o varias isletas. Las islas artificiales tradicionales son creadas mediante tierras ganadas al mar, aunque algunas estructuras más recientes son construidas de forma similar a las plataformas petroleras. Otro tipo de isla artificial es formado por el aislamiento de una zona mediante la construcción de canales.

A pesar de tener una imagen de modernas, las islas artificiales tienen una larga historia en diversos puntos del planeta, desde los crannógs en la Escocia e Irlanda prehistórica, los centros ceremoniales Nan Madol de Micronesia y las islas flotantes del lago Titicaca en Bolivia y Perú.

La ciudad de Tenochtitlán, precedente azteca de la ciudad de México, estaba ubicada en una pequeña isla natural en el lago de Texcoco y rodeado de innumerables islas artificiales, principalmente islas Chinampa.

Muchas islas artificiales han sido construidas en puertos urbanos por distintos motivos. Un ejemplo es la isla Dejima, construida en la bahía de Nagasaki en Japón durante el período Edo. Durante la etapa aislacionista, navegantes neerlandeses tenían prohibida la entrada a Nagasaki, y los japoneses la tenían prohibida en Dejima.

Hong Kong es una ciudad que utiliza frecuentemente terreno artificial para la construcción de nuevos rascacielos y otras construcciones. Popularmente se dice que Hong Kong es prácticamente tierra construida por el ser humano.

En la bahía de Osaka, Japón, el Aeropuerto Internacional de Kansai fue construido sobre una isla artificial, en la obra de ingeniería civil más costosa de la era moderna.

En el marco del ratificado Convenio de Naciones Unidas sobre el Derecho de Mar (UNCLOS, por sus siglas en inglés), las islas artificiales no se consideran puertos de trabajo (artículo 11) lo que significa que: el Estado ribereño no puede reclamar los mismos derechos que se han previsto para puertos permanentes en la determinación de la línea de base y la medición de las zonas marítimas. Las islas artificiales están bajo la jurisdicción del Estado ribereño más próximo, si están dentro de las 200 millas náuticas (370 km) (artículo 56 ). Las islas artificiales no se consideran aptas para tener o reclamar su propio mar territorial o zona económica exclusiva, y solo el Estado ribereño podrá autorizar su construcción (artículo 60). Sin embargo, en alta mar (aguas internacionales) fuera de la jurisdicción nacional, cualquier "Estado" puede construir islas artificiales (artículo 87).

Algunos intentos de crear micronaciones han involucrado a las islas artificiales, tales como Sealand y la Isla de las Rosas. Todos los intentos hasta ahora han fracasado.

Simplemente partiendo de la construcción, la isla artificial ya deja una huella ecológica grande y un alto impacto ambiental asociado. El proceso de dragado acaba con los ecosistemas abisales y los lechos marinos involucrados ya que la máquina desprende todo lo que encuentre sin importar cuál sea su naturaleza, pues no tiene como distinguir entre la arena y un coral o una reserva o cualquier ecosistema marino; adicional a esto, muchas especies mueren succionadas en el proceso. Después de recoger el material, la máquina lo vuelve a verter en otro lugar diferente enterrando todo lo que encuentre, repitiéndose el mismo proceso y daño generado.

Las corrientes migratorias de peces se ven alteradas por esta gran barrera que genera la nueva masa de tierra. Cuando se construye la isla se crea un movimiento frecuente de tierras que genera una capa en suspensión, o un fenómeno conocido como turbidez, que afecta el crecimiento, reproducción y vida en general de los organismos ya que se impide el paso directo de la luz.

Las islas tienen un alto riesgo de inundación, ya que al estar en contacto directo con el mar cualquier creciente podría sumergirlas, haciendo que todos los descomunales esfuerzos empleados en su construcción así como sus altos impactos ambientales, no sean justificados.

Uno de los principales de usos de la creación de islas artificiales pequeñas es la extracción de petróleo. En caso de accidentalmente perforarse el yacimiento, se causaría un derrame que pondría en riesgo la vida marítima e incluso la terrestre, ya que las aves migratorias arrastrarían el petróleo extendiendo el problema. Aunque estos derrames son penalizados por ley, hay muchos que pasan desapercibidos porque la mayoría son invisibles desde el aire.

Construir islas artificiales altera las corrientes marinas, que a gran escala podrían incidir en el clima terrestre. Las islas artificiales no solo alteran la geografía de la tierra, cambian la manera en que se habita.



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