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Jerusalén celeste



En la Biblia, la Nueva Jerusalén (también llamada el tabernáculo de Dios, ciudad sagrada, ciudad de Dios, Jerusalén madre celestial, Jerusalén de arriba y Sión) es una ciudad ya sea literal o figurada que representa una reconstrucción física o bien una restauración espiritual. Esta renovación de Jerusalén es un tema importante en el judaísmo, en la cristiandad y en la fe Baha'i. Como rasgo prominente del libro del Apocalipsis, la Nueva Jerusalén mantiene un lugar importante en la escatología cristiana y en la teología cristiana. También ha influido en la filosofía cristiana y en el misticismo cristiano.

Muchas tradiciones en las religiones judía y cristiana, como por ejemplo el protestantismo fundamentalista, la cristiandad ortodoxa y el judaísmo ortodoxo esperan que la renovación literal de Jerusalén tenga lugar en la explanada de las Mezquitas, según varias profecías bíblicas. Otras, como por ejemplo varias denominaciones protestantes, el mormonismo y las ramas modernistas de la cristiandad y del judaísmo reformado, ven la Nueva Jerusalén como figurativa o creen que tal renovación puede haber ocurrido ya o que tendrán lugar en un sitio distinto de la explanada de las mezquitas. Los mormones creen que la nueva Jerusalén se va a establecer en Misuri, EE. UU.[1]

En la revelación de apocalipsis de Juan se indica que las dimensiones de la Nueva Jerusalén serán de 12 000 estadios de ancho e igual dimensión de largo y de altura (cada estadio según la medida de la antigüedad equivale a 185,20 metros del sistema métrico decimal actual) y 144 codos la altura de sus muros (la dimensión de un codo en la antigüedad, se determinaba por la dimensión del extremo de la mano hacia el codo del mismo brazo) es decir sería un cubo o hexaedro regular de 2222,4 km de largo por 2222,4 km de ancho, 2222,4 km de altura y una muralla de 70 metros de espesor aproximadamente.

El término Nueva Jerusalén se encuentra dos veces en el Nuevo Testamento, en los versículos 3:12 y 21:2 del libro del Apocalipsis. La palabra nueva en Nueva Jerusalén viene de la palabra griega kainos, que tiene un significado distinto de neos, la otra palabra griega usualmente traducida como nuevo. Neos se refiere a algo nuevamente creado, mientras kainos significa algo renovado o refrescado.

En 167 a. C., el emperador Antíoco IV Epífanes sofocó una revuelta en Jerusalén e impuso severas restricciones a los judíos, la circuncisión, la celebración de fiestas y la observancia del sábado se prohibieron totalmente. Antíoco también ordenó la quema de todas las copias de la Torá y obligó a los judíos a comer carne de cerdo. La peor calamidad llegó con la profanación del Templo, instauró un culto politeísta aboliendo el culto del Señor y construyó una estatua de una deidad seléucida para ser colocada en el altar del Templo de Jerusalén. El Libro de Enoc (capítulos 85-90) fue una respuesta a las persecuciones del emperador seléucida entre 166 a. C.-163 a. C., visualizando una nueva Nueva Jerusalén celestial en sustitución de la Jerusalén terrestre profanada.

Durante el mismo periodo de tiempo, los manuscritos del Mar Muerto contienen una tradición particular de la Nueva Jerusalén. La secta judía de los esenios también se opuso al liderazgo del Templo y de su sumo sacerdote. Su condena se centró en criticar a los Sumos Sacerdotes que los Reyes de Judá imponían. Como respuesta a esta situación los esenios de Qumrán predijeron en sus escritos la reunificación de las doce tribus y juntas lucharían contra los gentiles opresores para finalmente restablecer la verdadera adoración. Los textos se centran específicamente en las doce puertas de la ciudad y en las dimensiones de la nueva ciudad. En el papiro 4Q554, las puertas de Simeón, José y Rubén que se mencionan en el fragmento simbolizarían para el autor las doce tribus de Israel.

Dentro de las iglesias cristianas se encuentran diferentes interpretaciones de la Nueva Jerusalén, desde las estrictamente literales como la ofrecida por la secta primitiva del montanismo hasta las simbólicas, como las interpretaciones propuestas por la Iglesia católica, donde la Nueva Jerusalén representa a la comunidad de fieles que la conforman.

Diversos Profetas del Dios del Cielo están recibiendo revelaciones de una Nueva Jerusalén que será restaurada en este tiempo entre las naciones gentiles. Será una nueva ciudad con características similares a la Jerusalén de los días de David y de Salomón. Esa será una ciudad santa y será modelo para las demás naciones de la tierra, porque Cristo reinará en las naciones antes de que suene la séptima trompeta, tal como lo señala Apocalipsis 11:15-18, y esa ciudad será el lugar desde el cual reinará Cristo sobre las naciones.

La nación donde el Dios del Cielo levantará esta ciudad sufrirá grandes crisis como nunca antes ocurrió antes en toda su historia, ni a otra nación alguna en nuestros días. El Dios del Cielo tratará con esta nación de la manera que trató con Israel en el pasado, y será evidente que el Dios del Cielo la habrá escogido, porque la librará de todas sus angustias y establecerá un pacto con ella, para reinar desde ella sobre las naciones. Todas estos acontecimientos llamarán mucho la atención al pueblo legítimo de Dios, Israel, pero es evidente que aún no ha finalizado el tiempo del trato de Dios con los gentiles, y siendo el Dios del Cielo soberano hará estas cosas por amor de su Nombre.



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