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Judaísmo



El término judaísmo se refiere a la religión, tradición y cultura del pueblo judío. Históricamente, es la más antigua de las tres religiones abrahámicas,[4]​ grupo que tiene como base e incluye el cristianismo y el islam, originadas en Medio Oriente y tiene la tradición espiritual identificada con Abraham. Cuenta con el menor número de fieles entre ellas.

Aunque no existe un cuerpo único que sistematice y fije el contenido dogmático del judaísmo, su práctica se basa en las enseñanzas de la Torá, también llamada Pentateuco, compuesto por cinco libros. A su vez, la Torá o el Pentateuco es uno de los tres libros que conforman el Tanaj (o Antiguo Testamento), a los que se atribuye inspiración divina.

En la práctica religiosa ortodoxa, la tradición oral también desempeña un papel importante. Según las creencias, fue entregada a Moisés junto con la Torá y conservada desde su época y la de los profetas. La tradición oral rige la interpretación del texto bíblico, la codificación y el comentario. Esta tradición oral fue transcrita, dando nacimiento a la Mishná, que posteriormente sería la base del Talmud y de un enorme cuerpo exegético, desarrollado hasta el día de hoy por los estudiosos. El compendio de las leyes extraídas de estos textos forma la ley judía o Halajá.

El rasgo principal de la fe judía es la creencia en un Dios omnisciente, omnipotente, personal y providente, que habría creado el universo y elegido al pueblo judío para revelarle la ley contenida en los Diez Mandamientos y las prescripciones rituales de los libros tercero y cuarto de la Torá. Consecuentemente, las normas derivadas de tales textos y de la tradición oral constituyen la guía de vida de los judíos, aunque su observancia varía mucho de unos grupos a otros.

Otra de las características del judaísmo, que lo diferencia de las otras religiones monoteístas, radica en que se considera no solo como una religión, sino también como una tradición, una cultura y una nación.[5][6]​ Las otras religiones trascienden varias naciones y culturas, mientras que el judaísmo considera la religión y la cultura concebidas para un pueblo específico. El judaísmo no exige de los no judíos unirse al pueblo judío ni adoptar su religión, aunque los conversos son reconocidos como judíos en todo el sentido de la palabra.

Según la Tanaj, la tradición se remonta a Abraham, llamado el primer hebreo (del hebreo עִבְרִי, ivrí: «el que viene del otro lado»), por haber venido a la tierra de Canaán desde Mesopotamia siguiendo el llamado de Dios (Génesis), hace unos 4000 años. Abraham es considerado patriarca por los tres principales credos monoteístas, por lo que a estos se los conoce también con el nombre de religiones abrahámicas.

En la Biblia, los judíos son denominados «hijos de Israel» (Éxodo; nótese la extensión en el significado entre el versículo 1 y el 7); y, más adelante, fueron llamados «el pueblo de Israel» o «israelitas». El nombre de Israel le fue otorgado al patriarca Jacob, nieto de Abraham, por el ángel con el que se trabó en lucha, quien al bendecirlo lo llamó Israel (יִשְׂרָאֵל, del hebreo: «uno que ha luchado con Dios», Génesis). El término «judío» aparece solo con posterioridad (Ester 2:5), y proviene del reino de Judá (del hebreo יְהוּדָה, Yehudá, hijo de Jacob); reino que estaba formado por dos de las doce tribus del pueblo de Israel, las únicas remanentes luego de la escisión entre este reino y el de Israel y de la destrucción del último tras el exilio de las diez tribus que lo formaban a manos de Asiria, en el año 722 a. C.: «Yahveh, por tanto, se airó en gran manera contra Israel, y los quitó de delante de su rostro; y no quedó sino solo la tribu de Judá».(2Reyes 17:18)

La identidad judía no depende en primer lugar de la aceptación de creencias o del seguimiento de un modelo de vida determinado. Es tema de debate entre los religiosos, los filósofos y los sociólogos judíos sobre quién es considerado judío. Dentro de la religión judía, existen tres ramas que la conforman y cada una de ellas tiene una versión propia de quien es reconocido como judío.

En primer lugar, el judaísmo ortodoxo defiende que la ley judía (halajá) establece que aquel que ha nacido de madre judía o ha realizado un proceso de conversión (guiur) conducido por un rabino, una comunidad judía (la sinagoga) y finalizado ante un beit din (tribunal judío) ortodoxo, es judío por definición.

En segundo lugar, el judaísmo conservador defiende los mismos puntos, con la particularidad de que los procesos de conversión aceptados son los realizados por la ortodoxia (proceso anteriormente citado) o por los beit din propios del judaísmo conservador.

En tercer lugar, los reformistas creen que son judíos aquellas personas que han nacido de padres judíos o se han convertido ante un beit din ortodoxo, conservador o ante un rabino reformista (cabe mencionar que cada rabino reformista tiene libertad para decidir cuando un prosélito pasa a ser judío). A este punto cabe añadir que los rabinos reformistas estadounidenses establecieron que los hijos de padre judío podían ser considerados como tales si recibían algún tipo de educación judía. Esto se debe a que un 57 % de los hombres judíos decidían casarse con mujeres gentiles.

Los judíos caraítas, citando prácticas del Tanaj, consideran judío a todo aquel que nazca de padre judío.

Por lo tanto, ser judío es una cuestión de ascendencia biológica o adopción espiritual, por medio de hacerse prosélito, descendientes biológicos o espiritualmente de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob. Según la halajá, una persona judía puede ser cristiana o musulmana sin perder su condición formal de judío, pero perdiendo los derechos religiosos y comunitarios como por ejemplo, el derecho a la sepultura en un cementerio judaico.

A pesar de todo esto, convertirse al judaísmo desde otra confesión (o ninguna) es posible, pues en el Talmud se menciona lo siguiente: «Los rabinos dicen: "Si alguien llega y quiere ser un converso, ellos le dicen: '¿Por qué quieres ser un converso? ¿Acaso no sabes que los judíos están hostigados, acosados, perseguidos y acorralados, y que numerosos problemas los aquejan?' Si contesta: 'Lo sé, y no soy digno', entonces lo reciben sin que sea necesario argumentar nada más"».

Sin embargo, en la práctica será una tarea ardua y compleja, ya que la Torá debe ser seguida por toda la comunidad. Hubo una época en la que el cristianismo consideró una grave ofensa la conversión de sus fieles al judaísmo, y se defendían aludiendo a esta obligación argumentando que por ello no hay ningún tipo de provecho al convertirse al judaísmo ni motivo para fomentar la conversión.

Este punto es uno de los que más diferencia al judaísmo del cristianismo o del Islam, pues a estas dos últimas religiones monoteístas cualquiera puede pertenecer con tan solo que profese y respete sus creencias.

Estos son algunos de los principios sobre los que se basa la religión judía o que la caracterizan.

La comunidad judía de Israel fue dominada por varios antiguos imperios. Los asirios fueron seguidos por los babilonios y luego por los persas hasta la conquista por parte de los griegos. Es en esta época (hacia el 170 a. C.) cuando estalla una revolución encabezada por Judas El Macabeo ("martillo", hasmoneo) que logra colocar a todo el territorio del antiguo Israel nuevamente bajo dominio judío. El Reino Hasmoneo de Judá pasó por último a manos del Imperio romano.

Israel fue conquistado por el rey asirio Sargón II, al final del siglo VIII a. C. El reino de Judea pudo continuar durante un siglo y medio, hasta que en el año 586 aC fue conquistado por los babilonios, comandados por Nabucodonosor II. En ese año se destruyó el primer templo, lugar central de la actividad religiosa judía de la época. Muchos de los judíos fueron desterrados de Israel y fueron llevados como esclavos a Babilonia (actual Irak), lo cual constituye la primera diáspora judía. Durante el exilio en Babilonia, los judíos escriben lo que se conoce como el "Talmud de Babilonia" (Talmud Bavli), mientras que los judíos todavía establecidos en Judea escriben el "Talmud de Jerusalén". Estos dos manuscritos representan las primeras manifestaciones de la Torá en forma escrita, y el Talmud de Babilonia es el utilizado actualmente por las comunidades judías. La subsecuente conquista de Babilonia a manos de los persas permitió a muchos judíos regresar a su tierra natal luego de 70 años en el exilio babilónico. Se construyó un nuevo Segundo Templo y se restablecieron las antiguas prácticas.

Es en el año 70 dC, cuando estalla una nueva rebelión y es destruido el Segundo Templo. Muchos habitantes judíos son vendidos como esclavos y esparcidos por los confines del Imperio romano, proceso que se conoce como la "diáspora". La historia de Masada demuestra el arrojo de los soldados judíos de la época. Numerosas comunidades judías florecieron en el Imperio sasánida y en el Imperio romano.

En la temprana Edad Media el reino Jázaro (en la estepa del Volga) adoptó el judaísmo como su religión oficial, pero aún se discute el alcance de esta conversión entre los pueblos sujetos al khan Jázaro.

La hegemonía del cristianismo en Europa significó numerosas persecuciones contra el pueblo judío, las cuales derivaron en frecuentes y reiteradas expulsiones. Muchas comunidades tuvieron que vivir en barrios segregados llamados guetos, pero también es cierto que en otros períodos gozaron de mayor tolerancia, sin ser nunca aceptados del todo.

Durante el Medievo, por más que se buscasen mercaderes de profesión, no se hallaba ninguno o más bien se hallaban únicamente judíos. Sólo ellos, a partir de la época carolingia, practicaban con regularidad el comercio, hasta tal punto que en el idioma de aquel tiempo, las palabras judaeus y mercator eran casi sinónimos. Unos cuantos se establecieron en el sur de Francia, pero la mayoría venía de los países musulmanes del Mediterráneo, desde donde se trasladaron, pasando por España, al occidente y Norte de Europa. Todos ellos eran radhanitas, perpetuos comerciantes viajeros, merced a los cuales se mantuvo el contacto superficial con las religiones orientales.

El comercio al que se dedicaron fue exclusivamente de especias y telas preciosas, que transportaban trabajosamente desde Siria, Egipto y Bizancio hasta el Imperio carolingio. Los mercaderes judíos se dirigían a una clientela muy reducida. Las utilidades que realizaron debieron ser muy importantes, no obstante se debe considerar que su papel económico no llegó a ser trascendental.

En el mundo musulmán, a pesar de algunos episodios de persecución y matanzas (sobre todo en el primer siglo de expansión del islam), los judíos fueron tolerados por ser uno de los "Pueblos del Libro" –a cambio del pago de importantes tributos y de numerosas restricciones–, llegando a ocupar en algunos casos altos puestos en la administración califal tanto en Damasco como en Bagdad y en Córdoba. Sin embargo, que fueran tolerados no les libró nunca de su condición legal de dhimmies, lo cual los condenaba a numerosas discriminaciones y a una situación de sumisión.

Los judíos españoles, conocidos como sefardíes, fueron obligados a convertirse al cristianismo o ser expulsados en 1492 de los reinos de Castilla y Aragón mediante el Edicto de Granada. Muchos encontraron refugio en el Imperio otomano; incluso hoy en día viven en ciudades como Estambul o Esmirna judíos sefardíes que conservan el español medieval como su lengua.

No existió otro Estado judío en Israel hasta 1948, cuando fue declarada finalmente su independencia.

La historia judía se remonta a las viejas tradiciones bíblicas. Cuando el arca de Noé encalló en el monte Ararat, los hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet) dieron origen, respectivamente, a los semitas del Próximo Oriente, a los camitas de África y a los jafetitas del resto del mundo.

Abraham, padre de los judíos, al recibir de Yahvéh la orden de asentarse en la tierra de Canaán, se puso en camino inmediatamente, partiendo de su patria, Ur, de los caldeos (Mesopotamia). Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob fueron pastores nómadas.

Sus descendientes se vieron empujados por el hambre a la tierra de Gosén, en el delta del río Nilo. Pero el faraón de Egipto, viendo que aumentaban imparablemente y se hacían poderosos, los redujo a la esclavitud. Con Moisés ungido como líder y legislador, el pueblo elegido por Dios se dirigió hacia Canaán, la tierra prometida.

La dramática marcha desde Egipto a través del mar Rojo y la peregrinación de 40 años por el desierto son hitos importantes en la historia del pueblo israelita. Los judíos, una vez conquistada la ciudad de Jericó, se establecieron en la zona agrícola de Canaán, tierra de la cual en la Biblia se dice que «manaba la leche y la miel».

Una vez establecidos en Israel, la tierra fue dividida entre las doce tribus: Aser, Neftalí, Manasés, Zabulón, Isacar, Gad, Efraín, Dan, Benjamín, Rubén, Judá y Simeón. Con el tiempo se pasó de una teocracia a una forma de gobierno monárquica, y fueron los reyes más famosos de la época Saúl, David y su hijo Salomón, con su capital en Jerusalén. Después del reino de Salomón, la nación se dividió en dos reinos: el reino de Israel en el norte y el reino de Judea en el sur, donde los judíos toman su nombre.

En la Edad Media surgen dos obras consideradas el centro de la literatura halájica:

Cabe destacar también la importancia del libro fundamental de la Cábala judía:

Según el profesor Sergio Della Pérgola, experto en demografía del pueblo judío de la Universidad Hebrea de Jerusalén, en 2001 vivían en el mundo 13 200 000 judíos, de los cuales 4,9 millones residían en Israel (aproximadamente un 37 % del total), mientras que los restantes 8,3 millones lo hacían en la diáspora, el nombre dado por los judíos a la comunidad judía fuera de Israel.

La mayor concentración de población judía se encontraba en Israel. El mayor núcleo urbano del mundo judío era el área metropolitana de Gush Dan —o el Gran Tel Aviv—, con 2,5 millones, a la que seguían Nueva York, con 1,9 millones; Haifa, con 655 000; Los Ángeles, con 621 000, Jerusalén, con 570 000 y el sudeste de Florida con 514 000 judíos (datos de 2001).

En 2010, según The Jewish Population of the World, cuya fuente es el American Jewish Year Book y el North American Jewish Databanka de la Universidad de Connecticut, la cifra era de 13 430 000 judíos en el mundo. En América residían alrededor de 6 039 600 (5 275 000 en Estados Unidos), en Asia alrededor de 5 741 500 (5 703 700 en Israel), en Europa aproximadamente 1 500 000, en Oceanía 115 100 y en África 76 200. Son cifras que cambian permanentemente.[8]

Desde el año 70 de nuestra era, fecha en la que el Imperio romano destruyó el Segundo Templo de Jerusalén, la sinagoga pasó a ser el lugar de preferencia para el culto, aunque el judaísmo no emite una preferencia sobre un lugar específico para dicha actividad. En hebreo, la sinagoga se llama Bet Haknéset (בית הכנסת) o "lugar de reunión".

Los varones, al entrar a la sinagoga, generalmente se ponen una kipá o yarmulke sobre su cabeza. También se acostumbra utilizar espacios normalmente destinados al estudio para la oración. A los miembros del clero judío se les llama rabinos o dayanim.

El judaísmo no es una religión monolítica ni presenta una absoluta cohesión ni unidad. Los judíos reformistas, ortodoxos y masortíes mantienen unos con otros relaciones, no siempre cordiales, pero están organizados en grupos completamente autónomos. Las diferencias entre los judíos ortodoxos y no ortodoxos, o practicantes y no practicantes según los ortodoxos, se considera una amenaza a largo plazo a la estabilidad del estado de Israel, donde la mayoría es no practicante pero el poder político y religioso está en manos de los ortodoxos.[cita requerida]

Esas tres ramas principales del judaísmo se vinculan a través de la tradición rabínica de la Edad Media y del Talmud, aunque la importancia que prestan a dicha tradición varía de uno a otro. Los tres grupos provienen del tronco común de los fariseos, quienes al principio de la era cristiana representaban la tendencia más numerosa en el seno del judaísmo. Aún hoy en día, existen algunos samaritanos y caraítas, disidentes desde el punto de vista de la ortodoxia rabínica, en Medio Oriente.[9]

También conocido como haredí (los que tiemblan ante Dios), presenta dos diferencias doctrinales con el ortodoxo, una práctica especialmente devota, y su distanciamiento del sionismo. Tiene dos grandes subdivisiones:

El judaísmo jasídico es un movimiento ultraortodoxo. El jasidismo fue creado en Polonia a principios del siglo XVIII. Su fundador fue el rabino Israel ben Eliezer, también conocido como el "Baal Shem Tov". Los seguidores del jasidismo desearon crear un judaísmo más alegre y menos académico. Actualmente están divididos en múltiples tendencias. El subsubgrupo de los Chabad-lubavitchers se distingue por sus esfuerzos para atraer a los judíos, sobre todos a los no practicantes, a la variedad del judaísmo que para ellos es la única auténtica, y por su expansión geográfica para conseguir este fin. Tienen representación en más de 1000 ciudades en 80 países, y constituyen la organización judía más extendida en el mundo.

También ultraortodoxos, los mitnagdím (del hebreo מתנגדים, oponentes), por el contrario, rechazan algunas posturas del jasidismo, como el estudio intensivo de la parte oculta de la Torá. Es una corriente más unificada.

Los ultraortodoxos, por su casi inexistente matrimonio fuera de su misma variedad del judaísmo, y por sus grandes familias, están en auge demográfico.

El judaísmo reformista (Hebreo: יהדות רפורמית) es una de las grandes ramas de la religión judía (Judaísmo Rabínico) en la actualidad, de origen ashkenazí, junto con el judaísmo ortodoxo y el judaísmo conservador o masortí'. El judaísmo reformista (también llamado progresista o progresivo) defiende la autonomía individual en lo relativo a la interpretación de los preceptos religiosos (Hebreo: מצוות mitzvot).[10]

No pretenden ser dogmáticos:[11]

El judaísmo ortodoxo es una de las ramas de la religión judía en la actualidad, junto con el judaísmo reformista y el judaísmo conservador o masortí. Se distingue de ellas por su adhesión rigurosa a la Halajá. Carece de una autoridad doctrinal central permitiendo cierta variación en la práctica. Afirma que la festividad de pésaj, el shabat (sábado) y todos los preceptos de la Torá (tanto la escrita como la que llaman parte "torá oral"), fueron entregadas por Dios mismo a Moisés hace más de 3.323 años en el Monte Sinaí. Creen que Moisés a su vez enseñó estas leyes a todo el pueblo israelita, que como una sola entidad aceptó cumplirlas antes de saber en qué consisten o el porqué de cada una de ellas, con una disposición única de entidad indivisible. De acuerdo con su actitud hacia la cultura contemporánea, el judaísmo ortodoxo se divide informalmente en judaísmo ortodoxo moderno, que busca adecuar hasta algún punto sus prácticas y estudios a la situación social contemporánea, aunque es firme con respecto a la halajá, el sionismo religioso que liga el judaísmo ortodoxo con el sionismo y el judaísmo haredí, que rechaza toda innovación que sus líderes consideren contraria al espíritu de la Torá.

El judaísmo ortodoxo nació como respuesta adversa al crecimiento del judaísmo reformista en la Alemania del siglo XIX. Este se guía principalmente por la Halajá o ley judía especificada en el Talmud y codificada en el Shulján Aruj. Estos a su vez se basan en la Torá. Considera que las leyes fueron entregadas no solamente a esta generación, sino también dirigidas a todos sus descendientes, y contienen en sí todas las facetas que se puedan pensar que requieran su aplicación.

En el judaísmo ortodoxo, no se acepta como judío a aquel que se haya convertido al judaísmo por otras reglas que las de la Halajá. El rabino ortodoxo es el único que puede celebrar un matrimonio -religioso- en Israel (y no casará a judío con no judío).

El judaísmo ortodoxo basa sus creencias en los trece principios de fe de Moisés Maimónides. Sus principios son:

También conocido como judaísmo masortí o tradicionalista (del hebreo masóret, מסורת "tradición"). Este movimiento se formó en los Estados Unidos a través de la fusión de dos grupos distintos: los reformistas y los ortodoxos. Enfatizan que los judíos constituyen una nación (Am Israel), pero que esta no puede identificarse, en su totalidad, con el estado de Israel.

Los conservadores no siguen la ley judía en su totalidad, sino que se inclinan hacia interpretaciones más abiertas al mundo moderno, no siempre basada en la opinión mayoritaria de los sabios (talmidim o jajamim).

Los judíos seculares son aquellos que pertenecen al pueblo judío por ascendencia familiar, en concordancia con las leyes del judaísmo, sin embargo se esfuerzan poco o nada por practicar las leyes judías. La mayoría de los judíos seculares son indiferentes al judaísmo, el cual forma parte relativamente pequeña de su identidad. Esto último los diferencia de los judíos humanistas seculares. En hebreo, principalmente en Israel, a los judíos seculares se los conoce como jilonim (en hebreo, חילונים‎), en singular jiloní (חילוני).

El judaísmo humanista secular es una corriente que ve al hombre como centro del mundo y de la vida judía, a diferencia de las otras corrientes que subrayan la centralidad de Dios. Para los judíos humanistas seculares la religión y sus leyes no necesariamente deben regir el comportamiento del individuo. Esta corriente destaca los valores humanistas universales, que se basan históricamente en las fuentes judías. Los distintos libros del judaísmo son remarcados como fuentes de inspiración para los conceptos de libertad, justicia, justicia social, solidaridad, respeto y ayuda al prójimo, tolerancia y demás.

Esta corriente, al igual que la reforma, es uno de los intentos de adaptar el judaísmo y compatibilizarlo con las distintas posibilidades de identidades seculares y nacionalistas, que surgen como consecuencia de la Revolución francesa.

El caraísmo es una corriente religiosa del judaísmo, conocida por ese nombre, que proviene del término hebreo קראית (Qaraim: "lectores") y, que también es designada como Bené mikrá, que significa "seguidores de la Escritura", que reconocen la Tanaj como única máxima autoridad, en oposición a los Bene mishnah, seguidores de la tradición. Proclama el derecho de todo judío a estudiar las Escrituras Hebreas de un modo libre, sin tener en cuenta la interpretación rabínica ni el Talmud; debido al énfasis que le daban a las Escrituras, se les llamó desde el siglo VIII "Qara'ìm".[14]

El judaísmo nazareno es un movimiento judío, cuya base de creencias se encuentra en el Tanaj, además de tener en cuenta tanto los escritos de los primeros discípulos de Yeshua de Nazaret (sin considerarlos evangelios) como textos de fuentes judías, como el Talmud y los manuscritos de Qumram. El término no debería ser confundido con los nazarenos, sino que es una denominación en el judaísmo de los discípulos de Yeshua, que eran judíos (ortodoxos según la aceptación de la época), y que en el cristianismo llegarían a llamarse apóstoles.

Lo más notable en la corriente nazarena (como también la mesiánica) es su creencia que Yeshua de Nazaret es el mashiaj elegido por Hashem, apartándola del grueso del judaísmo que ve imposible la llegada del mesías como hecho consumado. Sin embargo, los judíos nazarenos no creen en conceptos trinitarios, ni en la divinización del mesías, ni en el nacimiento virginal u otros dogmas que forman la base dogmática del cristianismo.[15][16][17]



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