Jezabel (en hebreo, אִיזֶבֶל |אִיזָבֶל| Izével| Izável| ʾÎzéḇel |ʾÎzāḇel| interpretado tradicionalmente como "no exaltada") es el nombre de la reina de Israel que aparece en los libros de los Reyes de la biblia judía y cristiana. Se trata de una reina de origen fenicio que restableció el culto a los dioses semíticos Baal, Asherah y El durante su mandato conjunto con Ajab, y finalmente fue arrojada desde los muros de su palacio por sus propios sirvientes, según cuenta la tradición, hartos de su opresión y costumbres exageradamente libertinas.
Jezabel es una reina del antiguo Israel cuya historia se cuenta en los Libros de los Reyes (I y II, en el Tanaj (las Escrituras hebreas) y el Antiguo Testamento cristiano.
Es presentada como una princesa fenicia, hija del rey Ithobaal I de Sidón, que se casa con el rey Acab del Reino del Norte durante la época en que el pueblo hebreo estaba dividida en los reinos del Norte (Israel) y el Sur (Judá). En el relato bíblico, esta reina aleja al rey Acab del culto monoteísta a Yahweh (el Dios nacional de Israel y Judá) y reinstaura el culto politeísta, cuyas figuras principales son, El, Baal y Asherah, a quien adoraban los fenicios y otros pueblos semíticos.
Ajab y Jezabel permitieron que en Samaria funcionaran templos dedicados a los Baales (El, Baal, Asherah, entre otros) por lo que entra en contradicción con el culto nacional a Yahweh, y la adoración a otros dioses que recibían respaldo legal. Esto genera una serie de conflictos con el culto monolátrico ya establecido en Israel y tensiones con la vecina Judá, y se la acusa de inmoralidad e idolatría. La nueva creencia se impuso a los ancianos de Israel y al mismo rey, con lo que generó un cambio cultural importante, adoptando el sistema de vida permitido por el dios El, lo que generó una serie de conflictos religiosos de gran importancia.
Gracias a esto, Jezabel intentó proscribir el culto al dios Yahweh y convencer a los hebreos para que siguieran los preceptos establecidos por los dioses fenicios y cananeos, Ishtar (diosa babilónica del amor), y a otros dioses extranjeros. Según el texto bíblico, es en este punto Yahweh en sus celos, condena a Jezabel e Israel a la sequía y con ello a la hambruna. Yahweh envía sus profetas al rey Ajab, para tratar de convencerle de volver a la religión de Yahweh. Jezabel asesina de manera sistemática a los profetas, hasta que el profeta Elías desafía a 450 profetas de Baal a una prueba para determinar cuál es el dios verdadero.
Según las escrituras hebreas en (1 Reyes, 18, 20-40) ambos bandos ofrecieron un reto que consistía en prender la leña donde se había sacrificado un buey, el dios que invocando lograra prender el fuego sería el verdadero. Baal no logró encender el sacrificio de sus seguidores, en tanto el dios Yahvé envió fuego del cielo que quemó el altar de Elías hasta convertirlo en cenizas, aún a pesar de que este había sido mojado en abundante agua. Acto seguido, la audiencia siguió las instrucciones de Elías y mató a los sacerdotes de Baal, ganándose la enemistad de Jezabel. Yahveh, entonces decide enviar lluvia al país después de una fuerte sequía.
No obstante, Jezabel sigue teniendo mucha influencia en la corte y en la religión hebrea, ya que seguiría gobernando Israel incluso tras la muerte de su esposo.
Tras la muerte de Acab, Jezabel continúa mandando a través de su hijo Ocozías, y aún mantiene el culto al panteón semítico. Cuando Ocozías muere tras caer por una ventana y agonizar algunos días, ella continúa ejerciendo el control a través de su otro hijo, Joram.
En Reyes 2 Re 9:1-10 se dice que Yahweh habla a través del profeta Eliseo (sucesor de Elías), y sitúa a uno de sus siervos, Jehú, como rey en lugar de Joram, ordenándole: golpea la casa de Acab.... Eliseo, pues, ordena a este personaje que destrone a la Casa de Omri y restaure el culto de Judá, por lo que Jehú asesina al rey Joram cuando intenta escapar.
El usurpador Jehú se enfrenta luego a Jezabel en Jezrael y anima a sus eunucos a asesinar a la reina madre tirándola por una ventana. Lo hacen y la dejan en la calle para que sea comida por los perros. Según la Biblia, de Jezabel solo quedan el cráneo, los pies y las manos.
De acuerdo con Israel Finkelstein, el casamiento entre el rey Ahab y la hija del rey fenicio fue un signo del poder y el prestigio del reino norteño de Israel y del propio rey. El autor dijo que esto era un "brillante logro de diplomacia internacional." Dice que las inconsistencias y anacronismos en las historias bíblicas de Jezabel y Ahab parecen más "una novela que una crónica precisa." Entre otras inconsistencias, Reyes 1, 20 dice que "Ben-Hadad rey de Aram" invadió Samaria durante el reinado acabeo, pero este evento no tuvo lugar hasta más tarde en la historia de Israel. Los dos libros de Reyes deuterocanónicos fueron compilados más de doscientos años después de la muerte de Jezabel. Finkelstein nota que estos relatos están "obviamente influenciados por la teología de los escritores del siglo séptimo a.C". Los compiladores de las historias bíblicas de Jezabel y su familia fueron escritos en el reino sureño de Judá siglos después de los eventos, desde una perspectiva de estricta monolatría. Estos escritores consideraban que el politeísmo de los miembros de la Casa de Omri no era tolerado. Asimismo, eran hostiles al reino del norte y su historia, ya que Samaria era un rival de Jerusalén. De acuerdo con el doctor J. Bimson, del Trinity College de Bristol, Reyes 1 y 2 no son "una historia directa, sino un relato que contiene su propio comentario teológico". Apunta además que en Reyes 1 14:19 el autor de Reyes apelaba a fuentes previas. El redactor del libro de Reyes, asimismo, invoca fuentes previas en Reyes 1 22:46.
Un sello del siglo IX aC descubierto en 1964, tiene una inscripción parcialmente dañada con las letras "YZBL" que según los apologistas de la Biblia podría significar "perteneciente a Jezabel", no obstante, hay algunos problemas con esta hipótesis. Aunque el sello empieza con la inscripción de la letra yodh, el nombre Jezabel empieza con una aleph, que falta en el sello; más aún, el posesivo lamedh que se traduciría como "perteneciente a (…)" no está presente. Sin embargo, sería enteramente deducible que estas letras simplemente estuviesen donde está dañado. Más allá de esto, los estudiosos no se ponen de acuerdo de si esto constituye una evidencia de apoyo al relato bíblico. Algunos de ellos han notado que su delicadeza puede ser un indicio de que fue usada por la realeza.
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