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Jorge Ibargüengoitia



Jorge Ibargüengoitia Antillón (Guanajuato, Guanajuato, México, 22 de enero de 1928 - Mejorada del Campo, Madrid, 27 de noviembre de 1983) fue un escritor mexicano. Falleció cuando se estrelló el Vuelo 11 de Avianca en 1983 cerca de Madrid, España.

Jorge Ibargüengoitia fue ante todo un literato con alto sentido crítico. El humor de sus cuentos, sus novelas, sus obras teatrales y sus artículos periodísticos es de un sarcasmo fino y salvaje.[cita requerida]

La manera como utilizaba su ágil prosa para diseccionar y destazar, para ridiculizar y poner en evidencia a sus personajes —muchos de ellos personajes del poder político y económico, ya fuese a nivel nacional o en el microcosmos de la provincia mexicana— era su fórmula para dinamitar la historia y la realidad oficiales, para hacer trizas el mito de las instituciones y del desarrollo estabilizador, en una época en la cual el PRI era el partido hegemónico en México.

Su madre enviudó poco tiempo después de casada y el pequeño Jorge creció entre mujeres —su mamá, sus tías— cuyos deseos fueron que se hiciera ingeniero. Entró a la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pero la dejó faltándole dos años para terminar la carrera. A este respecto escribió: «Crecí entre mujeres que me adoraban. Querían que fuera ingeniero: ellas habían tenido dinero, lo habían perdido y esperaban que yo lo recuperara. [...] Faltándome dos años para terminar la carrera, decidí abandonarla para dedicarme a escribir. Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión [...] Más tarde se acostumbraron».[1]​ Se inscribió entonces en Filosofía y Letras porque quería ser dramaturgo y tomó la clase de Teoría y Composición Dramática que daba Rodolfo Usigli. Al recibirse se hizo docente y ocupó el cargo de Usigli, a quien nombraron embajador.

En 1962, publicó la obra El atentado, con la cual ganó el Premio Casa de las Américas, y a partir de allí, paradójicamente, decidió hacerse novelista. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela y la que lo llevó a comprender que había elegido su camino. Se trata de una farsa feroz acerca de la última fase de la Revolución mexicana y de la conformación de la clase político-militar mexicana. En Los relámpagos de agosto se observa ya el Jorge Ibargüengoitia gran satírico. También escribió cuentos, lo cual derivaría en su aclamado libro La ley de Herodes de 1967.

Vendrían en adelante otras obras importantes: las novelas Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los pasos de López (1982) —las últimas cuatro forman parte de lo que podríamos llamar las novelas del "Plan de Abajo", por desarrollarse, aunque en diferentes épocas, dentro de la geografía de esa ficticia entidad federativa tan parecida a Guanajuato— y los volúmenes recopilatorios de sus artículos publicados básicamente en Excélsior y Vuelta. De entre estos destacan Viajes a la América ignota (1972), Sálvese quien pueda (1975), Autopsias rápidas (1988) e Instrucciones para vivir en México (1990).

A Ibargüengoitia no le gustaba que lo consideraran un simple cómico, ya que se trataba de un escritor serio y riguroso, ordenado y meticuloso. Su personalidad también fue seria, aunque con sus amistades más íntimas se relajaba.

El escritor decidió irse a vivir a París junto con su esposa, la pintora inglesa Joy Laville —quien ilustró las portadas de todos los libros que publicó en la editorial Joaquín Mortiz— y en la capital francesa se dedicó a trabajar de manera muy intensa en la que sería su séptima novela, situada según se sabe en la época de Maximiliano I y Carlota de México.

Por eso, cuando le llegó la invitación para un encuentro de escritores en Bogotá, se mostró reacio a asistir. A último momento decidió hacerlo y abordó el Vuelo 11 de Avianca, en un Boeing 747 que se estrelló cerca del Aeropuerto de Madrid-Barajas, en Mejorada del Campo, el 27 de noviembre de 1983. Llevaba consigo el borrador de una novela en preparación, el cual se consumió con él. En el mismo vuelo viajaban el poeta y novelista peruano Manuel Scorza, el matrimonio formado por el crítico literario uruguayo Ángel Rama y la crítica de arte argentino-colombiana Marta Traba y la pianista española Rosa Sabater.

Sus restos descansan en el parque Antillón, en Guanajuato, bajo una placa de cerámica tipo talavera que reza: «Aquí descansa Jorge Ibargüengoitia, en el parque de su bisabuelo, que luchó contra los franceses.»

El Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato otorga anualmente el Premio Nacional de Novela Jorge Ibargüengoitia.

En 2000 se abrió al público, tras tres años de gestiones ciudadanas, la primera biblioteca pública (de la Red Nacional que coordina la Secretaría de Cultura de México) con el nombre de Jorge Ibargüengoitia, en San Bartolomé, Guanajuato. Entre 2008-2010 se realizaron importantes ampliaciones, también impulsadas por los promotores ciudadanos.

El accidente aéreo en el que murió se produjo en Mejorada del Campo, Madrid, en un avión Boeing 747 de la aerolínea Avianca, Vuelo 11 de Avianca que cubría el trayecto Charles de Gaulle París - Aeropuerto de Madrid-Barajas Madrid.[2]

En el marco del 80 aniversario de su nacimiento, diversas editoriales reeditaron algunas de sus obras. Fue el caso del Grupo Planeta,[3]​ que lanzó la «Biblioteca Jorge Ibargüengoitia»; por su parte, el Fondo de Cultura Económica publicó El niño Triclinio y la bella Dorotea, ilustrado por el caricaturista Magú.

Bajo el título «Jorge siempre tiene razón» la Universidad Autónoma de Aguascalientes publicó, en coedición con Algarabía, una síntesis de las citas memorables de Jorge Ibargüengoitia.

Serafina y Arcángela, ópera en dos actos de Enrique González-Medina basada en la novela Las muertas.



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