x
1

Juan Ignacio Molina



Juan Ignacio Molina, también conocido como abate Molina y en Italia como Giovanni Ignazio Molina (Hacienda "Huaraculén", comuna de Villa Alegre, Chile, Imperio español, 24 de junio de 1740-Bolonia, provincia de Bolonia, Italia, 12 de septiembre de 1829), fue un sacerdote, naturalista, lingüista, botánico, catedrático, geógrafo y cronista hispano-chileno. Es uno de los más importantes autores de la Escuela Universalista Española del siglo XVIII.

Sus padres fueron Agustín Molina y Francisca González Bruna. Molina se educó en Talca, en la escuela de los jesuitas de Concepción (Chile), parte del Imperio español hasta 1818. Desde muy temprano le atrajo la naturaleza del entorno donde se encontraba y su estudio. Dada su excelencia académica —especialmente en lenguajes— fue aceptado entre los jesuitas a los quince años de edad. Vivió en la hacienda de Bucalemu, en el sector conocido hoy como El Convento en el humedal El Yali.[1]​ En 1768 se vio obligado a abandonar Chile debido a la orden de expulsión de la orden de los jesuitas del reino de España. Se asentó en Italia donde, gracias a sus habilidades lingüísticas, obtuvo la cátedra de lengua griega en la Universidad de Bolonia. Pronto logró buena reputación como historiador y geógrafo, debido a su Compendio della storia geografica, naturale e civile del regno del Cile (1776) y Saggio della storia civile del Cile (1787).

Finalmente llegó a ser profesor de Ciencias Naturales (1803), dado sus estudios en esa área. Por ejemplo, publicó (1782) el Saggio sulla Storia Naturale del Cile, en el que describió por primera vez la historia natural de Chile e introdujo a la ciencia numerosas especies propias de ese país. Además, en esa obra es también el primero en mencionar las minas de Paramillos de Uspallata, de plomo, plata y zinc. Todas esas obras fueron traducidas, atrayendo considerable atención, al alemán, español, francés e inglés. En botánica es reglamentario y permisible escribir simplemente Molina cuando se hace una referencia a alguna de sus descripciones. También alcanzó el rango de miembro del Real Instituto Italiano de Ciencias, Letras y Artes y la alta dignidad de primer académico americano de la docta Academia del Instituto de las Ciencias.

Todavía de considerable interés y más controversial son sus Analogías menos observadas de los tres reinos de la Naturaleza (1815) y Sobre la propagación del género humano en las diversas partes de la tierra (1818). En la primera propuso —más de cuatro décadas antes que Darwin— una teoría de la evolución gradual. De acuerdo a su proposición, el Creador organizó la naturaleza no en tres reinos (animal, mineral, vegetal) totalmente distintos, sino como una cadena continua de organización, sin pasos o quiebres bruscos, en «tres especies de vida, esto es, la vida formativa, la vegetativa y la sensitiva; de modo que la primera, destinada a los minerales, participe en algún grado de la segunda, propia de los vegetales, y esta, de la tercera, asignada a los animales». Así por ejemplo, los minerales cristalinos anteceden las formas vegetales más simples. Y las organizaciones vegetales complejas dan paso a las animales. En la segunda obra mencionada, Molina propuso la tesis de que las diferencias físicas observables en la raza humana se deben a factores climáticos y geográficos.

El impacto que tales ideas causaron fue tal que un mismo exestudiante de Molina lo acusó de herejía y el obispo de Bolonia ordenó que un consejo de teólogos examinara su obra. Afortunadamente para él, ese comité no encontró nada contra la fe en sus escritos y autorizó su publicación. A pesar de esto, sus Analogías no fueron publicadas por mucho tiempo, conservándose en Italia solo su original en castellano. Se puede argumentar que esto privó a Darwin —quien cita a Molina numerosas veces— y a sus partidarios de poderosos antecedentes y argumentos y le costó a Molina mismo la posibilidad de ser conocido como uno de los precursores de la teoría de evolución.

Desde su destierro en Bolonia, el abate Molina donó sus bienes para la creación de una biblioteca en la ciudad de Talca, misión que encargó a su albacea, don José Ignacio Cienfuegos, quien destinó dicho dinero para crear un Instituto Literario en la misma ciudad. El decreto que autoriza la creación de dicho instituto vio luz un 5 de julio de 1827, convirtiéndose este en el cuarto liceo de Chile. Abrió sus puertas al estudiantado provisoriamente en 1829 en el Convento de Santo Domingo, y luego, en 1831 en el Convento de la Merced. Su primer programa de estudios comprendía las asignaturas de Gramática castellana, Gramática Latina y Filosofía; además de una Escuela anexa de "primeras letras".

El terremoto de 1835 inhabilitó el local en el cual funcionaba el instituto, paralizando toda actividad educacional. La municipalidad acordó cederle un local definitivo, a dos cuadras de la plaza de armas, local que abrió sus puertas en 1843, en el edificio de "El Viejo Liceo", sitio en el cual están actualmente "Las Escuelas Concentradas", donde funcionó hasta 1925. Sus primeros programas se centraron en las humanidades, incluyéndose posteriormente ramos científicos. El rector, Enrique Molina Garmendia, consiguió en 1908 del Gobierno iniciar la construcción del nuevo edificio en predio de la Alameda. Así en 1926 se inauguró oficialmente el nuevo local, que hasta hoy ocupa.

Este establecimiento, ha tenido varios nombres a lo largo de su historia: Instituto Literario de Talca; Liceo de Hombres; Liceo A-8; y actualmente Liceo Abate Molina de Talca.

En 1834, el pueblo de Molina fue nombrado en su honor.

La abreviatura Molina se emplea para indicar a Juan Ignacio Molina como autoridad en la descripción y taxonomía en zoología.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Juan Ignacio Molina (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!