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Juan de Pareja (pintor)



¿Dónde nació Juan de Pareja (pintor)?

Juan de Pareja (pintor) nació en Antequera.


Juan de Pareja (Antequera, c. 1610-Madrid, 1670) fue un pintor barroco español de origen morisco y esclavo de Velázquez, en cuyo taller se formó.

Juan de Pareja, conocido como el «esclavo de Velázquez», era originario de Antequera, en la diócesis de Málaga, donde debió de nacer hacia 1610.[1]​ Morisco, «de generación mestiza y de color extraño», según Palomino, ayudaba a Velázquez en las tareas de moler los colores y preparar los lienzos, sin que el maestro, en razón de la dignidad del arte, le permitiese ocuparse nunca en cuestiones de pintura o dibujo.[2]

Según el legendario y muy repetido relato de Antonio Palomino, Pareja aprendió a pintar a escondidas de su dueño y, no atreviéndose a confesárselo, urdió una artimaña para descubrírselo. Sabiendo que el rey, cada vez que visitaba el taller de Velázquez, pedía se le mostrasen los cuadros que estaban vueltos contra la pared, dejó arrimado a ella como al descuido un pequeño cuadro pintado por él. Cuando el rey quiso verlo, según había previsto, se arrojó a sus pies, «y le suplicó rendidamente le amparase para con su amo, sin cuyo consentimiento había aprendido el arte, y hecho de su mano aquella pintura». Felipe IV no sólo le concedió lo que le pedía, sino que ordenó a Velázquez su completa liberación, pues «quien tiene esta habilidad, no puede ser esclavo».[3]

La primera noticia que se tiene de un Juan de Pareja con oficio de pintor es una carta dirigida a Pedro Galindo, procurador de la ciudad de Sevilla, fechada el 12 de mayo de 1630, por la que Juan de Pareja le solicita permiso para trasladarse a Madrid a fin de proseguir sus estudios junto con un hermano de nombre Jusepe. El documento, en el que no se menciona a Velázquez y cuya autenticidad no ha podido ser corroborada al darse por perdido tras su publicación, contradice las restantes noticias conocidas, pues en él se dice libre y se da en fecha temprana título de pintor:

Se desconoce en qué momento pudo entrar al servicio de Velázquez, pero ya en 1642, sin otro título que el de residente en la corte, firmó como testigo en el poder otorgado por Velázquez a sus procuradores en el pleito entablado con los escribanos de la cámara del crimen, sobre la posesión de un oficio de escribano.[5]​ Fue testigo también, en octubre y diciembre de 1647, de los poderes para gestionar sus bienes en Sevilla otorgados por Velázquez y su mujer Juana Pacheco, y lo volvería a ser en noviembre de 1653 firmando en esta ocasión el poder para testar de Francisca Velázquez, hija del pintor.[6]

En 1649 acompañó a Velázquez en su segundo viaje a Italia. Allí el sevillano pintó su célebre retrato (Museo Metropolitano de Arte de Nueva York), expuesto el 19 de marzo de 1650 en el pórtico del Panteón de Roma con motivo de la fiesta en honor del patrón de la Congregación de los Virtuosos del Panteón, a la que Velázquez pertenecía desde el mes anterior. Ese mismo año, el 23 de noviembre, todavía en Roma, Velázquez le otorgó la carta de libertad, que había de hacerse efectiva a los cuatro años a condición de que en ese tiempo no huyese ni cometiese actos criminales.[7]

Desde ese momento y hasta su muerte en Madrid en 1670 ejerció su oficio como pintor independiente, manifestando en su pintura los conocimientos adquiridos en el taller de Velázquez, donde pudo desempeñar unas funciones más amplias que las sugeridas por Palomino, pero también su conocimiento de la obra de otros pintores tanto italianos como españoles.

Juan de Pareja imitó en sus retratos los de su maestro. Antonio Palomino destacó su «singularísima habilidad» para los retratos, de los cuales, añadía, «yo he visto algunos muy excelentes, como el de José de Ratés (arquitecto en esta Corte) [actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia] en que se conoce totalmente la manera de Velázquez, de suerte, que muchos lo juzgan suyo».[8]​ En sus composiciones religiosas, sin embargo, se mostró, según Pérez Sánchez, «completamente ajeno a la contención velazqueña», aproximándose a las corrientes del pleno barroco y a los modos de hacer de Francisco Rizi o Juan Carreño.[9]​ Buen ejemplo de ello es su Vocación de San Mateo (Museo del Prado), la primera de sus obras fechadas (1661), en la que incluyó su autorretrato entre los asistentes a la escena llevando un papel con su firma, y con mayor intensidad en el Bautismo de Cristo (1667, Museo de Huesca, depósito del Museo del Prado), cercano en su concepción del color a la pintura de Tintoretto.



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