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Judaísmo rabínico



El judaísmo rabínico o rabinismo (en hebreo: יהדות רבנית) (transliterado: Yahadut Rabanit) ha sido la forma principal del judaísmo desde el siglo VI, como resultado de la codificación del Talmud de Babilonia. En un principio, surgió a partir de los fariseos y sus creencias. Posteriormente, los principios rabínicos se basaron en la creencia de que en el Monte Sinaí, Moisés recibió de Dios la Torá escrita (el Pentateuco), además de una explicación oral, conocida como la Torá oral (la Mishná), que el profeta Moisés transmitió a su pueblo. El judaísmo rabínico se diferencia de otras denominaciones como el Samaritanismo y el Caraísmo, y también de las creencias de los saduceos, pues estos últimos no reconocían la Torá oral (Mishná) como parte de la revelación divina, ni tampoco aceptaban los procedimientos rabínicos para interpretar la Tanaj. A pesar de que en la actualidad existen profundas diferencias entre las distintas denominaciones judías del judaísmo rabínico con respecto a la autoridad legal de la Halajá, y existe en algunas de ellas la voluntad de desafiar las antiguas interpretaciones, todas ellas se identifican como las descendientes de la misma tradición oral, y del mismo método de estudio talmúdico y rabínico.

El judaísmo rabínico está basado en las enseñanzas del profeta Moisés (Moshé Rabeinu) y en la creencia que Dios ha revelado la Torá a Moisés en dos partes bien definidas: una parte es la Torá escrita, el Pentateuco, y la otra parte es la Torá oral, también conocida como Mishná.[1]​ Todas las leyes descritas en la Torá escrita son consideradas como parte de la narrativa descriptiva de Dios, el cual impartió estas leyes al profeta Moisés, y este a su vez mandó transmitirlas al resto de la nación.

El Talmud contiene discusiones y opiniones sobre muchas leyes orales, que se creen fueron originalmente transmitidas a Moisés. Algunos consideran que Éxodo 18 y Números 11 muestran que Moisés eligió a jueces y ancianos para gobernar con él y resolver disputas, impartiéndoles detalles y una guía sobre cómo interpretar las leyes de Dios, entre otros deberes. El Talmud está formado por la Mishná y la Guemará, y es también llamado "la Torá oral", pues este incluye muchas leyes que fueron establecidas para prevenir el incumplimiento de las leyes de la Torá escrita (el Pentateuco). Algunos autores se refieren al Talmud como "un cercado alrededor de la Torá". Por ejemplo, la Torá escrita prohíbe ciertos tipos de viaje durante el Shabat; por consiguiente, la Torá oral prohíbe caminar grandes distancias durante el Shabat, para asegurarse de que la persona no incumpla involuntariamente los preceptos de la Torá escrita. Similarmente, la Torá escrita prohíbe arar en Shabat; la Torá oral prohíbe cargar con palos en Shabat, para asegurarse de que la persona no arrastra el palo por el suelo, y para que esta persona no cometa una acción prohibida.

Como resultado de que los rabinos fueron obligados a encarar una nueva realidad, de un judaísmo sin Templo (para servir como centro de estudio y enseñanza) y una Judea sin autonomía, se crearon muchas disputas pertinentes al discurso legal, así, el antiguo sistema de escolaridad oral ya no era sustentable. Es durante este periodo que el discurso rabínico comenzó a ser escrito.[2]​ La teoría que la destrucción del Templo de Jerusalén y la subsecuente convulsión llevó a la necesidad de grabar, por primera vez, la Torá oral en papel, fue descrita en la Epístola de Sherira Gaon.[3]

La Torá oral fue subsecuentemente codificada en la Mishná y en la Guemará, y es interpretada como literatura rabínica, que detalla decisiones rabínicas y escrituras. Esta literatura es predicada sobre la creencia que la Torá no puede ser correctamente entendida sin el recurso oral. Establece que muchos mandamientos y estipulaciones contenidas dentro de la Torá serían difíciles, incluso imposibles, de mantener y obedecer sin la las leyes orales que las definen. Por ejemplo, la prohibición de hacer cualquier "trabajo creativo" (Melajá) en Shabat, la cual no está definida dentro de la Torá.

Gran parte de la literatura rabínica está dedicada a especificar qué comportamientos son sancionados por la ley rabínica y talmúdica, este cuerpo de interpretaciones es conocido como la Halajá (el camino).

Hasta la ilustración judía, que se originó hacia finales del siglo XVIII, y las subsecuentes divisiones de los judíos asquenazim en diversos grupos religiosos o denominaciones, especialmente en Norteamérica y el mundo anglosajón, la Halajá contaba con un estatus universal de instrucción religiosa. Esta se mantiene como la posición predominante en el judaísmo ortodoxo y en el judaísmo conservador. Por su parte, los judíos reformistas no consideran que la Halajá sea vinculante actualmente.



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