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Judeoespañol calco



El judeoespañol calco o ladino[1]​ es una lengua de uso exclusivamente escrito que fue creada por eruditos judíos para la traducción de textos sapienciales. Todavía es empleada actualmente para el estudio y la oración. Antiguamente era llamado ladino, pero en la actualidad este nombre lo utiliza principalmente el judeoespañol hablado, tal vez por el prestigio de que goza esta variedad bastante artificial y hebraizante de castellano, que ha sobrevivido hasta hoy.

La creación del judeoespañol calco tuvo como meta la superación de los numerosos problemas que acarreaba la traducción de la Biblia a una lengua muy diferente del hebreo y con un vocabulario de difícil correspondencia. Fruto de aquellos esfuerzos fueron el Pentateuco de Constantinopla y la Biblia de Ferrara como obras más emblemáticas.

El rabino Akiva ben Iosef del siglo I a. C. enseñaba que Dios, al comunicar la Torá en lenguaje humano, trasfunde en el texto algo de su trascendencia, logrando que el midrásh adquiera una importancia fundamental para conocer a Dios y sus mandamientos. Esto llevó a los traductores de la Biblia a perseguir con denuedo la máxima fidelidad a los textos originales y tratar de infundir en la lengua vertida la sacralidad de la lengua original aún a costa de la naturalidad de la traducción, ya que en esta el orden de las palabras era el mismo que en el original hebreo[2]​ y estaba cuajada de calcos semánticos, cultismos y hebraismos, combinados al mismo tiempo con un lenguaje muy popular; el resultado fue una lengua religiosa con la apariencia de una lengua vulgar.

Hay trabajos en judeoespañol rabínico desde 1350[3]​ hasta la actualidad, aunque con enfoques targúmicos diferentes, como el de la brit jadasha ladina (1999) que, salvo largas frases en hebreo, no tiene tanto en cuenta la sintaxis hebrea pero sí utiliza tantas palabras hebreas que su lectura requiere conocimientos de hebreo. El mayor monumento de las letras ladinas es sin duda la Biblia de Ferrara, que se publicó por vez primera en 1552 en Ferrara y tuvo mucha influencia en la traducción Reina Valera.

Aun siendo el judeo español calco una variedad estilística del judeoespañol, difiere notablemente de este en la sintaxis y el léxico. No obstante, algunas palabras del ladino han pasado al judeoespañol hablado, como por ejemplo: Meldar (leer).

Además de las palabras corrientes en el judeoespañol calco, abundan las formaciones inusuales en el judeoespañol hablado. Conserva arcaísmos como: Abondo, seseña, yebdo. Tiene préstamos del hebreo como: Man (maná), meldar (leer), tamaral (columna, palmera).

El judeoespañol calco, al seguir el mismo orden en que aparecen las palabras en el original hebraico, se convierte en una lengua romance con la sintaxis de una lengua semítica. Pasa de lengua SVO a VSO. El investigador Jacob Hassan[4]​ lo ilustra con el siguiente ejemplo: "Haesh Hagdolá Hazot" (Este fuego grande) pero su traducción en judeoespañol calco es "La fuego la grande la esta" se respeta la sintaxis hebrea y se mantiene el género femenino.[5]



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