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Korenización



La korenización[1]​ (ruso: коренизация — korenizatsia) deriva de la palabra rusa «raíz», con el significado de «nativización» o «indigenización»,[2]​ aunque literalmente significa «volviendo a las raíces». El término deriva de "коренное население" (korennoye naseléniye — raíces de la población). Fue una de las primeras políticas nacionalistas soviéticas llevadas a cabo mayormente en la década de 1920, pero con una continuación de su legado en los años siguientes. Las medidas principales consistieron en promover a los miembros de la nación titular de la república soviética y las minorías nacionales a los niveles bajos de la subdivisión administrativa del estado, en los gobiernos locales, la administración, burocracia y la nomenklatura de sus correspondientes entes nacionales.[3]

Los objetivos establecidos de esta política estaban dirigidos a superar el atraso económico y cultural de algunas regiones del Imperio ruso, armonizando las relaciones entre el régimen soviético y la población, con la ejecución de políticas nacionales y étnicas atractivas para las masas de pobladores locales en las áreas étnicamente no rusas. Asimismo se buscaba una efectiva integración de la población con el Estado soviético, asegurando la lealtad de las etnias minoritarias, pero evitando los conflictos y resentimientos que había generado la rusificación forzosa practicada durante el gobierno de los zares. De esta manera se procuraba la identificación de cada minoría étnica con su respectiva dirigencia comunista nativa, en vez de simplemente trasplantar completamente en cada región una élite política rusa como había sido costumbre en el régimen zarista.

La korenización implicaba la introducción de idiomas locales en una extensión tan amplia como sea posible, particularmente en la educación, publicaciones, cultura y, más importante, en el gobierno y el Partido Comunista local, completamente subordinado a su vez al Partido Comunista de la Unión Soviética. No solo los dirigentes locales de las naciones titulares serían promovidos a todos los niveles, sino que también los líderes étnicamente rusos que trabajasen en los gobiernos locales fueron instados (u obligados) a aprender la cultura y lengua local. Los idiomas locales fueron usados en los asuntos oficiales.

La política de korenización estuvo vigente desde casi el fin de la guerra civil rusa y fue ampliamente favorecida por Lenin como un medio de asegurar la unificación política de los pueblos residentes en la Unión Soviética, reconociendo además que en realidad el régimen soviético ejercía autoridad no sólo sobre rusos sino sobre varios millones de individuos dotados de orígenes nacionales muy disímiles, heredando la misma situación de "estado multiétnico" que vivió durante siglos el Imperio ruso. Esta política también impulsaba que los grupos étnicos minoritarios pudieran identificar su desarrollo económico y social con el progreso de la propia URSS, asegurando su lealtad al nuevo régimen.

Desde 1920 hasta los inicios de la Gran Purga la política de korenización favoreció en gran medida el desarrollo cultural de las diversas etnias de la URSS al mismo tiempo que las integraba al nuevo sistema político sin obligarlas a perder su identidad nacional ni rusificarlas. No obstante, después del inicio de la Gran Purga por parte de Stalin, se hizo sospechoso el estímulo de las identidades nacionales y se condenó por "desviaciones nacionalistas" a líderes de minorías étnicas que rechazaban la Colectivización en la Unión Soviética para proteger las tierras agrícolas de sus respectivos pueblos.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que el régimen estalinista sospechase de la lealtad de diversas etnias (osetios, chechenos, baskires, alemanes del Volga) que habían sufrido la colectivización de la agricultura, dejando sin estímulo oficial la korenización. Tras la guerra, la política de Stalin se hizo más radical y en los festejos por el triunfo sobre Alemania, en mayo de 1945, declaró que "el pueblo ruso había sido el principal artífice de la victoria y merecía ser el pueblo rector de la Unión Soviética", consagrando así al grupo étnico ruso como un primus inter pares y dejando sin sustento la korenización.

Pese a estos reveses, la política de korenización ya había cumplido gran parte de sus fines, y así las etnias de la Unión Soviética continuaron siendo reconocidas como minorías dotadas de derechos culturales especiales durante los mandatos de Jrushchov y de Brézhnev, y no se llegó a intentar alguna clase de rusificación de minorías como las ejecutadas en el siglo XIX.



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