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Lírica tradicional



La lírica tradicional es un género literario que se transmite manualmente de generación en generación y cuyos autores nunca han muerto y se han olvidado con el transcurso del tiempo. Comprende las manifestaciones orales anónimas y en verso del género literario lírico que se dan en la fase más primitiva del desarrollo de una cultura: el folklore producido colectivamente por el pueblo.

En todas las literaturas el verso precede a la prosa y la lírica a la narrativa o épica. Se discute mucho sobre el posible origen de la lírica castellana. Las primeras manifestaciones son siempre difíciles de encontrar; en el caso de las líricas neolatinas o románicas, las más antiguas son las jarchas, escritas en un mozárabe muy contaminado de arabismos, que datan del siglo X d. C. Posteriormente los poetas del Renacimiento (fray Ambrosio Montesino, Gil Vicente, Juan del Encina) y del Barroco (Lope de Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo) entreveraron sus obras, en especial las teatrales y las líricas, de versos tomados de la tradición popular, y místicos como San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús usaron a manos llenas de ella en sus poemas. Muchos cantares populares fueron rehechos (contrafacta) a lo divino para convertir la temática de amor profano en temática de amor divino. Posteriormente la atención a la lírica popular sufrió un eclipse hasta que el Romanticismo alemán descubrió el volkgeist o espíritu popular y empezaron a coleccionarse y editarse compilaciones de cuentos populares, leyendas, tradiciones, romances, cantares, baladas etcétera. Se empezaron a estudiar las obras anónimas medievales y surgió la figura del folclorista. Incluso la lírica popular llegó a influir en la culta a través de movimientos estéticos como el Neopopularismo, que impregnó a algunos autores del postromanticismo y de la Generación del 27. En la actualidad, Margit Frenk Alatorre ha recogido lo que queda de la lírica tradicional antigua española en su obra Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII). Se usan para representar la cultura tradicional de algún país o región.

Entre los diversos géneros literarios a que da lugar la lírica tradicional tenemos:

La lírica popular tradicional abunda en elementos rítmicos, repeticiones y recurrencias, y alterna dos estructuras diferentes de composición: la paralelística, que recurre al paralelismo sintáctico, al semántico y a veces al leixaprén (lírica galaico-portuguesa), y la zejelesca, de origen arábigo, que parece partir de la alternancia entre un solista y un coro que repite un estribillo o bordón. Son recursos estilísticos comunes el uso de arcaísmos, un primitivo simbolismo, la anáfora, la aliteración, las metáforas simples y los símiles, las exclamaciones, la condensación, el paralelismo, el uso de una rima fácil (en español, la asonante), el uso de estrofas breves como la cuarteta de romance, la soleá, la seguidilla o el pareado, etcétera.[1]

Desde los tiempos de Juan Antonio de Iza Zamácola en el siglo XVIII y de Antonio Machado Álvarez, Luis Montoto, Eusebio Vasco y otros en el siglo XIX, distintos folcloristas han ido recogiendo la lírica popular. La recopilación más amplia hasta la fecha de lírica popular antigua la ha realizado Margit Frenk, en los dos extensísimos volúmenes de su Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica (2003) con más de 3.700 composiciones medievales, renacentistas y barrocas y una rigurosa clasificación, crítica y bibliografía, que suceden a su anterior Corpus (Madrid: Castalia, 1987).[2]​ Entre otras, la Fundación Joaquín Díaz y la Revista de Folklore dan cabida a distintas investigaciones sobre la misma.[3]



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