La Ciencia Cristiana fue una revista española quincenal que se imprimió en Madrid desde 1877 hasta 1886.
Se opuso a la libertad religiosa que consagró la Constitución de 1876 (pese a que la religión católica seguía siendo la del Estado); salió a la calle coincidiendo con la Restauración de Alfonso XII. Su director, Juan Manuel Ortí y Lara, rescató la filosofía de Tomás de Aquino para contraponerla a la ciencia moderna siguiendo al papa León XIII en su encíclica Aeterni Patris (1879), rebautizada como neotomismo, en lo que fue seguido por otros como Ceferino González, y con casi un centenar de páginas por número combatió desde el punto de vista de los neocatólicos las filosofías de Kant y Hegel, el krausismo de Krause y Julián Sanz del Río, el positivismo y el evolucionismo de Charles Darwin y Ernst Haeckel (1834-1919), así como a la Institución Libre de Enseñanza que amenazaba el monopolio educativo de la Iglesia Católica en España, defendiendo el creacionismo, la escolástica y la Escuela de Lovaina.
Atacó por ejemplo La historia de los conflictos entre Religión y la Ciencia (1874), de John William Draper (1811-1882), que fue traducido al español en 1876 y tuvo una segunda edición prologada por el expresidente de la República Nicolás Salmerón, pero su argumentación era un plagio tomado de la revista Civiltá Cattolica. También combatió al matemático y filósofo de la religión Luis María Elizalde. En especial se preocupó de la cuestión educativa, cuyo monopolio y prevalencia católica no se resignaba a perder.
Su primera sección contenía artículos doctrinales; la segunda reseñaba libros y la tercera y última consistía en variedades y asuntos de menor profundidad. El gobierno progresista de Práxedes Mateo Sagasta obligó en 1882 a cerrar esta publicación, pero un año después reabrió absorbiendo a El Siglo Futuro. Colaboraron en la revista Francisco Navarro Villoslada (1818-1895), Manuel Pérez Villamil (1849-1917), la escritora Emilia Pardo Bazán con artículos contra el evolucionismo de Charles Darwin, al igual que Manuel Polo y Peyrolón (1846-1918).
Se echan en falta en la revista artículos de científicos o de personajes del mundo de la ciencia, pues ninguno se encuentra registrado en sus páginas.
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