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La Peza



¿Dónde nació La Peza?

La Peza nació en Granada.


Vista de La Peza

Extensión del municipio en la provincia.

La Peza (también escrito Lapeza)[1]​ es una localidad y municipio español situado en la parte occidental de la comarca de Guadix, en la provincia de Granada, comunidad autónoma de Andalucía. Limita con los municipios de Diezma, Darro, Cortes y Graena, Lugros, Güéjar Sierra y Quéntar. Por su término municipal discurre el río Fardes, incluido el embalse de Abellán.

El municipio lapeceño comprende los núcleos de población de La Peza —capital municipal—, Los Villares y las Albuñuelas.

Su topónimo actual procede del término latino Lapices, que significa «piedras», y que derivaría en la época nazarí a Labassa. El nombre hace referencia a la piedra o lápice que se extraía de sus canteras.[2]​ Tras la Reconquista empezó a denominarse Lapeça o Peça, más tarde sería Monterrosano de La Peza y hacia el siglo XIX Lapeza, con la ortografía castellana moderna. Desde entonces se escribe erróneamente separado, como si Peza fuese el sustantivo y La el artículo, error histórico que se mantiene hasta nuestros días en su toponimia oficial. Se emplean los gentilicios tanto lapeceño/a —o lapezeño/a— como lapezano/a.[1][2]

La villa de Lapeza ha sido desde tiempos muy remotos punto clave en la vía que comunicaba el Levante peninsular con el valle del Genil y la Vega de Granada. Esta posición estratégica justificaría un pronto asentamiento humano, al hallarse en un trayecto más accesible que a través de toda Sierra Nevada. Por ello, tuvo que ser Lapeza punto de paso obligado para los vascones que fundaron la antigua Ilíberis —hoy Granada—, y para los romanos, quienes hicieron partir de este pequeño núcleo un desvío hacia la Vía Augusta, con destino a Cástulo. De este modo, Lapeza se hallaba justo en la mitad de la ruta tradicional que unía Guadix y Almería con Granada, una ruta que fue también muy frecuentada durante la Edad Media. De hecho, el castillo de Lapeza tenía la función primordial de salvaguardar la villa y garantizar el tránsito seguro por esta ruta.

En 1489, al capitular El Zagal —Rey de Granada— llegaron los Reyes Católicos a tierras lapeceñas. Sin embargo, la huella dejada por los árabes era muy profunda, tal y como haría constar en sus notas el médico y viajero alemán Jerónimo Münzer, quien declararía que Lapeza guardaba todavía ese matiz musulmán. Esta decisiva presencia árabe queda también reflejada en los antiguos nombres de los pagos rurales: Alconaytar, Alcambra, Oveledín, etc. Ya entrado el siglo XVI, los nombres se cambian por topónimos cristianos, como las calles del Río, de San Francisco y de la Iglesia; las acequias de la Fuente Blanca, de la Montefría y de la Fuente Encantada; los pagos del Morollón, de la Vega Alta y de la Vega Baja, y del Barranco de los Lobos.

Idéntica suerte corrieron los edificios religiosos. Siendo Lapeza un importante núcleo de población con los árabes, tuvieron que alzarse varias mezquitas para atender las necesidades de los creyentes. Con la llegada de los cristianos, la mayoría fueron convertidas, como fue el caso de las ermitas de San Marcos, San Francisco, Santa Lucía y San Sebastián. Del mismo modo, la mezquita mayor fue convertida, y más tarde demolida para construir la primera iglesia de Lapeza, que también sería destruida en la rebelión de las Alpujarras. Pero inmediatamente después se inició la construcción del templo nuevo, que es el que se puede contemplar en la actualidad.

También a raíz de aquella guerra, hubo un personaje que todavía sigue siendo conocido y admirado en la localidad: el beato Marcos Criado. Era un monje trinitario de Andújar (Jaén), enviado a esta villa para predicar la fe cristiana entre los moriscos. Estos eran mayoría en Lapeza, y aunque no todos se rebelaron junto a Abén Humeya, la crispación en el ambiente llevó a algunos de ellos a apresar a este monje, al cual, tras pasar tres días atado a una encina junto a la actual Fuente de Belchite, le arrancaron el corazón. Ahí ocurrió lo que muchos calificaron como un milagro: del corazón del fraile surgió una brillante luz que cegó la vista de los allí presentes, quienes, poco después, pudieron observar que tenía inscritas las iniciales de Jesucristo. Desde ese momento, Fray Marcos Criado recibió un culto espontáneo que se expandió por el resto de España, Portugal e Italia. Fue el primer y único mártir de la guerra de las Alpujarras beatificado por la Iglesia católica, hecho que ocurrió en 1899 por el papa León XIII. Su festividad se celebra el 24 de septiembre.

En 1631, Pedro Tesifón de Moctezuma, conde de Moctezuma y bisnieto del último emperador mexica, compró la villa de Lapeza y la convirtió en un señorío. Desde entonces pasó a llamarse Monterrosano de La Peza.[1]​ En 1693, tras varias vicisitudes, levantamientos y juicios, la villa pasaría de nuevo a la Corona Española, por impago.

A comienzos del siglo XIX, con la invasión de los franceses, el pueblo vivió otro episodio singular: la resistencia del alcalde Manuel Atienza, alias el Carbonero, al paso de estos.[3]​ Es el escritor Pedro Antonio de Alarcón quien en su obra El carbonero alcalde relata la gesta del edil y sus vecinos, que en pleno asedio del ejército napoleónico durante la primavera de 1810, hicieron de un tronco de encina un cañón, el cual al ser usado por las gentes del lugar estalló en mil pedazos, sembrando la muerte entre ambos bandos y el pánico en el ejército francés, que sin embargo finalmente y dada su superioridad de medios y efectivos, terminó tras una aguerrida lucha tomando el pueblo y capturando a su alcalde. Este, en lugar de asumir su cautiverio, rompió la vara de mando ante el general francés y se arrojó desde el escarpado barranco del Tajo de Barruecos al grito de "yo soy la villa de Lapeza, que muere antes de entregarse".[1][3]

Se asienta en la falda del Monterrosado, frente a la cara norte de Sierra Nevada.

Según el Instituto Nacional de Estadística de España, en el año 2019 La Peza contaba con 1178 habitantes censados,[4]​ que se distribuyen de la siguiente manera:

Datos según el nomenclátor publicado por el INE.

     Deuda viva del Ayuntamiento de Peza (La) en miles de Euros según datos del Ministerio de Hacienda y Ad. Públicas.[5]

Los resultados en La Peza de las últimas elecciones municipales, celebradas en mayo de 2019, son:

Las principales vías del municipio son:

Algunas distancias entre La Peza y otras ciudades:

La Peza pertenece a la Zona Básica de Salud de Purullena, en el Distrito Sanitario de Granada Nordeste. El municipio cuenta con dos consultorios médicos, situados uno en la calle Lepanto s/n de La Peza y el otro en la calle Principal s/n de Los Villares.

Los centros educativos que hay en el municipio son:

Entre las fiestas y tradiciones más importantes de la localidad destaca la festividad de Nuestra Señora del Rosario y el Santísimo Cristo de la Misericordia, sobre el 10 y 12 de octubre de cada año, y que está declarada de interés turístico. En el transcurso de la misma tienen lugar los populares encierros taurinos, que van desde las afueras del pueblo a la Plaza de España, donde se torean por la tarde.

El 16 de enero se celebra San Antón con hogueras en la noche del día anterior —15 de enero—, llamadas boliches, que están amenizadas con cánticos típicos. En ellas se asa careta de cerdo acompañada con vino. Los niños le dan roña a los hachos, es decir, hacen girar rápidamente los hachos o teas que previamente se han elaborado. Por la tarde, antiguamente la gente que tenía bestias realizaban promesas al santo para que estas tuviesen buena salud, y daban con el ganado siete vueltas a la ermita corriendo. Las jóvenes del lugar cantaban distintas canciones populares de la época.

El 25 de abril se festeja a San Marcos, patrón de la localidad. Tiene lugar una procesión con cohetes y tracas en honor al santo. Anteriormente, los habitantes repartían roscos de pan, bendecidos por el cura del pueblo, de manera gratuita entre los vecinos y visitantes.

El 24 de septiembre se celebra el día del Beato Marcos Criado, con una misa en su ermita.

También el día de Santa Lucía, 13 de diciembre, tiene lugar una comida campestre, merendando longanizas del lugar.



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