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La acción humana



La acción humana: Tratado de economía es el opus magnum del economista austriaco Ludwig von Mises, escrito en 1949 en idioma inglés (como Human Action).

En él se presenta una causa por el capitalismo laissez faire sobre la base de la praxeología de Mises, una investigación racional sobre la toma de decisiones de las personas. Rechaza el positivismo dentro de la economía.

La acción es reemplazar “un estado menos satisfactorio de cosas por otro más satisfactorio” y el hombre debe hacer uso de medios para alcanzar fines. Los medios, a su vez, son siempre escasos con relación a la consecución de fines. Si los medios no fueran escasos, no estarían sujetos a economía, así que no podría haber ninguna acción, y esto, por supuesto, es imposible de creer.

Es en este sentido en el que la acción humana es una acción con un propósito, es decir, en hacer uso de medios para alcanzar ciertos fines. Y a la praxeología no le preocupan los contenidos de ciertos fines o cómo se motivan fines concretos.

Defiende una epistemología a priori, utilizando el método deductivo, y sustenta la praxeología con base en el individualismo metodológico y las leyes de la certeza apodíctica.[1]​ Mises sostiene que la economía de mercado no solo supera cualquier sistema de planificación gubernamental, sino que en última instancia sirve de fundamento de la propia civilización.

Nationalökonomie: Theorie des Handelns und Wirtschaftens de 1940 es la predecesora en idioma alemán de La acción humana.

En La Acción Humana, Mises critica el método matemático y la observación de datos como estudio de la economía, de hecho, considera que dichos métodos pueden ser usados en el análisis de la historia económica, pero no son válidos para entender o predecir el comportamiento humano. Ello se debe a que las simplificaciones y los problemas técnicos en la recogida de datos modifican de tal modo la relación entre las variables que puede alterar la relación y causalidad que, a priori y basándonos en hipótesis deductivas, persigue el ser humano para alcanzar su fin. Dicho de otro modo, todo estudio de la economía a través de datos empíricos es un estudio de hechos pasados y por tanto no sirve para deducir una pauta de comportamiento en los individuos. Dentro del enfoque praxeológico, las hipótesis que se realizan sobre la acción humana llevan vinculadas factores como el valor de la operación, la riqueza, los términos de intercambio, precios y costes y también su valoración subjetiva ligada a la escala valorativa del sujeto, importancia relativa, escasez, etc. De este modo puede extraerse una acción humana que corresponda de forma racional a la maximización del sujeto de su bienestar individual. La consecuencia de aplicar este sistema a las ciencias sociales es que el estudio de la “economía” no solo mide las relaciones humanas mesurables, sino aquellas que no pueden medirse en términos monetarios, pero presentan relaciones de intercambio, siendo dicho conjunto conocido como “acción humana” y representando este concepto un tramo de acción acotado, que posteriormente formando fenómenos complejos sea el que defina el comportamiento del individuo. Este conjunto nuevo de conocimiento abarca todas las disciplinas de las ciencias sociales, similar a la sociología pero sin el carácter historicista que Mises le atribuye a esta última. Otra consecuencia es que para la Escuela Austriaca, todas las demostraciones empíricas no sirven para nada, ya que se basan en el estudio de datos, pero esta relación puede cambiar. Mises no contempla una categoría de ciencia donde sus leyes sean mutables y por ello todos los axiomas demostrados matemáticamente no tienen la consideración de economía, en todo caso podría considerarse estudio de la historia económica. El autor considera que las acciones extraídas de la praxeología son inmutables y por tanto leyes humanas y que dichas leyes humanas no dependen del tiempo ni de otros factores, por lo que pueden observarse o no dentro de la realidad y del estudio de datos dependiendo de la complejidad de los fenómenos.[2]

Al igual que Ludwig von Mises en La Acción Humana, Friedrich Hayek usó el término catalaxia para describir «el orden que surge por el ajuste recíproco de muchas economías individuales en un mercado».​ Hayek se sentía incómodo con el uso de la palabra «economía» cuya raíz griega, que se traduce como «administración del hogar», implicaba que los agentes económicos en una economía de mercado compartían fines. Hayek derivó la palabra «catalaxia» del verbo griego katallasso (καταλλάσσω), que significa no solo «intercambio», sino también «admitir en la comunidad» y «pasar de enemigo a amigo».[3]



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