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Laissez faire, laissez passer



La frase laissez faire, laissez passer es una expresión francesa que significa «dejen hacer, dejen pasar»; una práctica caracterizada por una abstención de dirección o interferencia especialmente con la libertad individual de elección y acción; una doctrina que se opone a la injerencia gubernamental en asuntos económicos, permitiendo así la asignación más eficiente de recursos en una economía ya que estaran guiados por las demandas de los consumidores y las únicas regulaciones gubernamentales que existan serán para proteger los derechos individuales de la persona, y derechos de propiedad, lográndose así una absoluta libertad en la economía: un libre mercado (libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libertad de contratos, libre mercado laboral, cero aranceles y subsidios, abolición de los privilegios especiales, no hay límites mínimos y máximos a los precios de los bienes y servicios ya que son establecidos por la oferta y la demanda, la apertura de las rutas comerciales mundiales al libre intercambio internacional y la competencia entre los ciudadanos de todos los países que tratan directamente unos con otros, etc...), forma parte de la creencia de que los gobiernos no deben interferir en la vida de las personas.[cita requerida]

La única función del gobierno, en tal sociedad, es la tarea de proteger los derechos naturales del hombre, es decir, la tarea de protegerlo de la fuerza física. El gobierno actúa como agente del derecho del hombre a la autodefensa y puede utilizar la fuerza solo en represalia y solo contra quienes inicien su uso; Por lo que el gobierno es el medio para poner bajo control objetivo el uso represivo de la fuerza.

La expresión laissez faire también se usa para referirse al capitalismo en estado puro, o «capitalismo laissez-faire». El capitalismo en estado puro llega a existir cuando el Estado está separado por medios constitucionales de la economía y el mercado, de la misma manera en la que en la actualidad se da la separación entre el Estado y la iglesia. Cabe destacar que el sistema nunca ha sido experimentado, ya que, hasta la actualidad todos los países han tenido economías mixtas.[1]​ No obstante, la filosofía del laissez-faire ha sido defendida también por corrientes anticapitalistas como el socialismo ricardiano, el mutualismo y el libertarismo de izquierda promercado en general.[2][3][4]

De forma completa, la frase es: Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même; «Dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo» y fue usada por primera vez por Vincent de Gournay, fisiócrata del siglo XVIII, contra el intervencionismo del gobierno en la economía.

En la segunda mitad del siglo XVIII, al calor de la Revolución Industrial inglesa, Adam Smith desempeñó un papel muy importante en la popularización de las teorías económicas del laissez-faire, siendo considerado el padre de las teorías de libre mercado o librecambismo. Aunque existieron precursores de estas teorías por ejemplo en la Persia medieval como Al Ghazali y Al Tusi.[5]Adam Smith comprendía este término como la «no intervención» del Estado en una vida económica, principalmente en el campo de la producción. También decía que el Estado era un mal administrador (porque no estaba interesado en una buena administración, debido a que no utiliza fondos propios). La idea principal de estas teorías era la no injerencia de los estados en asuntos económicos. Según Adam Smith, había una mano invisible que guiaba a la economía de mercado por la cual la suma de los egoísmos responsables repercutiría en beneficio de toda la sociedad y el desarrollo de la economía. Las regulaciones estatales, desde este punto de vista, resultaban poco deseables.

El laissez-faire, un producto del liberalismo económico frente al Antiguo Régimen, primero apareció la Escuela Fisiocrática Francesa que fue la que dejó su máxima “laissez faire, laissez passer” (dejar hacer, dejar pasar). Más adelante Adam Smith en su obra la riqueza de las naciones impuso la mirada de la no intervención en la economía por parte del Estado como una nueva forma de ver la actividad económica. Adam Smith veía la economía desde el naturalismo y el mercado como una parte orgánica de ese sistema. Smith vio el laissez-faire como un programa moral, y el mercado su instrumento para asegurar a los hombres los derechos de la ley natural. Por extensión, los mercados libres se convierten en un reflejo del sistema natural de la libertad. «Para Smith, el laissez-faire fue un programa para la abolición de las leyes que limitan el mercado, un programa para la restauración del orden y para la activación del crecimiento potencial».[cita requerida]

En la Francia del siglo XVIII la expresión laissez faire era la fórmula mediante la cual los revolucionarios comprimían su programa. Su objetivo era el establecimiento de una economía de mercado sin obstáculos. Con el afán de alcanzar dicho fin abogaban por la abolición de todas las leyes que prevenían que gente más eficiente superara a competidores menos preparados.[cita requerida]

Hoy día se utiliza como sinónimo de una versión radical del liberalismo económico, pero sin las regulaciones pro mercado promovidas por los liberales.

Siendo un sistema de pensamiento, el laissez-faire descansa en los siguientes axiomas:

Estos axiomas constituyen los elementos básicos del pensamiento del laissez-faire, aunque otro elemento básico y a menudo desatendido es que los mercados deben ser competitivos, una regla que los primeros defensores del laissez-faire siempre han enfatizado. Para maximizar la libertad y permitir que los mercados se autorregulen, los primeros defensores del laissez-faire propusieron un impuesto único, un impuesto sobre la renta de la tierra para reemplazar todos los impuestos que dañan el bienestar penalizando la producción.[7]



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