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Ley de bronce



La ley de hierro de los sueldos, también conocida como ley de bronce de los salarios, fue una teoría económica expuesta por algunos economistas clásicos a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, según la cual los salarios reales tienden "de forma natural" hacia un nivel mínimo, que corresponde a las necesidades mínimas de subsistencia de los trabajadores. Cualquier incremento en los salarios por encima de este nivel provoca que las familias tengan un mayor número de hijos y por tanto un incremento de la población, con el consiguiente aumento de la competencia por obtener un empleo hará que los salarios se reduzcan de nuevo a ese mínimo.

Es también el título de una publicación de 1817 escrita por el economista clásico David Ricardo (Iron law of wages), para explicar por qué los salarios bajan hasta el nivel de subsistencia, David Ricardo basaba su argumentación en la Ley de los rendimientos decrecientes de la tierra. A medida que las mejores tierras se iban ocupando, la creciente población se desplazaba a tierras con una productividad menor, es decir, tierras marginales. Cuando las tierras solo dan para subsistir, el salario es por tanto de subsistencia. Debido a la competencia entre los trabajadores, además, ese salario será el mismo para todos los trabajadores (incluso para aquellos que trabajan en tierras con mayor productividad). El argumento de David Ricardo se puede extrapolar también a una economía industrial (no solo agrícola) si suponemos también rendimientos decrecientes del factor capital.[cita requerida] No obstante, según el propio Ricardo, el precio de mercado de la mano de obra en una sociedad que se fuera dotando de mayores capitales y adelantos técnicos, podría superar la tasa de subsistencia durante mucho tiempo.

Esta ley influyó en Karl Marx, en su temprana visión pesimista, acerca de la posibilidad de que los trabajadores puedan beneficiarse del capitalismo. Sin embargo, es un error frecuente considerar que Marx concuerda con Ricardo respecto de esta ley ya que para el primero, la cantidad y tipo de mercancías necesarias para reproducir la fuerza de trabajo tienen un carácter histórico y cultural; no necesariamente se encuentran en un nivel mínimo de subsistencia.

Ferdinand Lassalle la divulgó posteriormente como "Ley de bronce económica" (Das echerne ökonomishe Gesetz, 1863), al compararla con la perennidad de las leyes escritas en placas de bronce.[1]

Desde que se extendiera el control de natalidad, la observación de Malthus de que la oferta de trabajadores siempre excede la demanda ha dejado de sostenerse, y los salarios en la mayoría de los países se han elevado muy por encima del nivel de subsistencia, aunque se mantengan en dicho nivel en los países que no permiten controlar la natalidad.

Algunos economistas modernos creen que las empresas pagan a sus trabajadores un plus sobre los niveles de subsistencia para hacerlos más eficientes. En la teoría de los salarios eficientes, las empresas se aseguran de que sus trabajadores tienen dinero suficiente para comprar comida y alojamiento porque los trabajadores que están adecuadamente alimentados y alojados son más productivos que los que no.

Sin embargo, esta explicación no tiene en consideración la ley de la oferta y la demanda, que sí es considerada por otros economistas. Según esta explicación, los trabajadores entran y permanecen en un sector por los salarios ofrecidos. Las industrias en crecimiento ofrecen salarios más altos, obligando a las demás a pagar más para mantener a sus trabajadores, al menos mientras la oferta de trabajadores no exceda la demanda. Es decir, mientras más empresas existan, los salarios son más altos en el mercado laboral, y mientras menos empresas existan, los salarios son más bajos.

No obstante, en condiciones de alto nivel de desempleo vuelve a poder aplicarse la norma, ya que dicho desempleo implica la imposibilidad de acudir a cualquier otro sector al tiempo que indica la sobreabundancia de mano de obra: el sueldo de un trabajo, como medio de sustento, escasea, y por lo tanto vuelve a bajar.



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