x
1

Liga Patriótica Argentina



¿Dónde nació Liga Patriótica Argentina?

Liga Patriótica Argentina nació en Argentina.


La Liga Patriótica Argentina fue un grupo político no partidista argentino que promovía un nacionalismo de derecha. Si bien el accionar de la Liga Patriótica data de las huelgas de finales de 1918, su aparición pública tuvo lugar durante la represión ocurrida en la Semana Trágica de 1919, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen. La Liga incluía tanto organizaciones paramilitares, como círculos sociales formales; actuando como grupos de choque, hostigando mediante acciones violentas a las organizaciones sindicales y grupos de trabajadores en huelga, ofreciendo mano de obra alternativa para reemplazar a los huelguistas y desarrollando toda una acción social, educativa y de propaganda a favor de un pensamiento nacionalista y opuesto a las tendencias marxistas y anarquistas que se estaban extendiendo entre los trabajadores como consecuencia de la inmigración europea. Su base de apoyo era transversal a los dos principales partidos políticos de la Argentina, contando entre sus filas a destacados dirigentes tanto de la Unión Cívica Radical como del Partido Autonomista Nacional y los partidos conservadores que tomaron el lugar de este último después de 1916.

El 3 de diciembre de 1918 los empleados de los Talleres Metalúrgicos Vasena de la ciudad de Buenos Aires entraron en huelga pidiendo mejores condiciones laborales.

La huelga llevó a que la empresa contratara, por medio de la Asociación Nacional del Trabajo, obreros rompehuelgas para intentar seguir funcionando. El disturbio entre los obreros en huelga y los rompehuelgas terminó con cuatro muertos y, finalmente, la intervención de la policía, que disparó con armas largas contra la multitud. Como consecuencia de ello se desató una huelga general con disturbios de mayor entidad, en donde las tensiones acumuladas estallaron. Fue en ese momento cuando, por primera vez, aparecieron grupos de particulares que colaboraban con las autoridades en la represión o, como decían ellos, en la defensa del orden. Los voluntarios se inscribían en el Centro Naval o en las comisarías con el fin de formar parte estas guardias cívicas. Sería ese el nacimiento de lo que, poco después, tomaría oficial y públicamente el nombre de “Liga Patriótica Argentina”.

Algunas fuentes, erróneamente, le atribuyen a la Liga la responsabilidad del único Pogromo antijudío en América Latina, que tuvo lugar por la misma época, cuando jóvenes nacionalistas incendiaron sinagogas y además las bibliotecas Paole Sión y Avangard, en el barrio de Once. En realidad, esto no fue obra de la Liga sino de otro grupo efímero, la llamada “Sociedad Sportiva Argentina” que lideraba el barón Demarchi.[3]

El primer nombre tuvo la organización fue el de «Comisión pro defensores del orden».[4]​ Las primeras reuniones de la asociación se llevaron a cabo en Lka Confitería Paris, y días más tarde se trasladaron al edificio del Centro Naval, en la calles Florida y Córdoba, en la ciudad de Buenos Aires.[1]

En el Centro Naval, el 10 de enero, los por entonces contraalmirantes Manuel Domecq García y Eduardo O'Connor repartieron armas automáticas al grupo de jóvenes. Pero fue recién el 19 de enero, una vez concluida la huelga que dejó un saldo de 700 muertos y 4000 heridos, que la Liga Patriótica Argentina se constituyó oficialmente, bajo el lema «Patria y Orden». Domecq García ocupó la presidencia en forma provisional hasta el 18 de abril de 1919, cuando fue elegido Manuel Carlés como presidente y Pedro Cristophensen como vicepresidente.[1][2]

Nacido en Rosario, Manuel Carlés era un alto dirigente de la Unión Cívica Radical. Además era profesor del Colegio Militar de la Nación y de la Escuela Superior de Guerra. Había sido diputado por la Provincia de Santa Fe y fue designado interventor de las provincias de Salta y San Juan en 1918. Su liderazgo estaba afianzado por aquellos vínculos que tenía con diversas facciones políticas y con oficiales del Ejército, a quienes conocía por haber sido sus alumnos en la Escuela Superior de Guerra.

Como diputado, Carlés había pronunciado un discurso en 1910, durante las celebraciones del Centenario, en el que prefiguraba el pensamiento nacionalista de la Liga: «Si hay extranjeros que abusando de la condescendencia social ultrajan el hogar de la patria, hay caballeros patriotas capaces de presentar su vida en holocausto contra la barbarie para salvar la civilización.»

Los fines de la Liga eran:

Además buscaba luchar "Contra los indiferentes, los anormales, los envidiosos y haraganes; contra los inmorales, los agitadores sin oficio y los energúmenos sin ideas. Contra toda esa runfla sin Dios, Patria, ni Ley, la Liga Patriótica Argentina levanta su lábaro de Patria y Orden... No pertenecen a la Liga los cobardes y los tristes".[6]

Entre los personajes más ilustres que pasaron por la Liga se encuentran nombres como los de: Joaquín S. Anchorena, Dardo Rocha, el general Luis Dellepiane, Estanislao Zeballos, Luis Agote, Francisco P. Moreno, monseñor Miguel De Andrea, Ángel Gallardo, Jorge Mitre, Carlos Tornquist, Miguel Alfredo Martínez de Hoz,[7]Federico Martínez de Hoz,[7]Julio A. Roca (hijo), Leopoldo Melo, Lisandro de la Torre, Manuel María de Iriondo, Félix Bunge, el general Eduardo Munilla, Carlos M. Noel, Vicente Gallo, Ezequiel Pedro Paz, José A. Cortejarena, Celedonio Pereda, Saturnino Unzué, Antonio Lanusse , Pastor S. Obligado y Oscar Barroso.[1][8]

Estos afirmaban que "la civilización nacional engendró la Liga Patriótica Argentina, que nació para reunir a todos los hombres sanos y enérgicos con el fin de colaborar con la autoridad para mantener el orden y vigorizar los sentimientos esenciales del alma nacional, que por lo eterno funda la patria".[9]

Al margen de los hechos de violencia hacia los huelguistas, por los que se hizo famosa, la Liga también desarrolló toda una labor de asistencia social hacia los trabajadores, que se traducía en la en la organización de talleres, comedores, escuelas, alcancías para los obreros, etc.[10]

Jorgelina Cano, presidente de la Comisión Central de Señoritas, decía: (…) No es nuestro programa la obra filantrópica inspirada en el alivio transitorio del dolor ajeno o el socorro oportuno al afligente que lo reclama. Aspiramos a resolver el hondo problema con un criterio más humanitario, más eficaz y que mire muy adelante el porvenir. Buscamos la educación, de la clase trabajadora, buscamos enaltecerla con el ejemplo de nuestras virtudes, de nuestra actividad y de nuestro espíritu fraternal (…) (Cano; 1922: 35)

En el Quinto Congreso de la Liga (año 1924), incluso, uno de los exponentes, José Ibáñez propició medidas concretas para que estos desarrollos culturales llegaran más eficientemente a los mismos obreros, especialmente a los más necesitados de instrucción.

El fin de la Semana Trágica no terminó con el accionar de la Liga que continuó reuniéndose asiduamente. Apenas 15 días después de la formación oficial de la Liga, esta ya contaba con 9.800 miembros, 4.500 reclutados por los delegados vecinales —parroquias de San Juan Evangelista, Santa Lucía, Villa Devoto, San Carlos Sur y Villa Urquiza— y 5.300 adheridos directamente en la Secretaría General.[2]

Cuando en noviembre de 1920 se desató la huelga general de peones rurales en la provincia de Santa Cruz, hecho popularmente conocido como la Patagonia Rebelde, la Liga se alistó para frenar el paro.

El 22 de febrero de 1921 se firma un acuerdo entre peones y la patronal que da fin a la primera de las huelgas.

Las tropas dirigidas por Héctor Benigno Varela retornan a Buenos Aires en mayo de ese año, pero lejos de cumplirse el convenio, la patronal comienza una serie de represalias contra los participantes de las huelgas con refuerzos parapoliciales integrados por miembros de la Liga.

De acuerdo con ese propósito, el 10 de julio de 1921, se reunieron en el Hotel Argentino de Río Gallegos un grupo considerable de personalidades de la ciudad, con el objeto de llevar a la práctica la represión. Luego de un corto debate, se resolvió constituir una brigada local de la Liga.[2]

La Liga tuvo una actuación destacada en el conflicto que finalizó en enero de 1922, con un saldo de 1.500 trabajadores muertos.

El 7 de enero arribó el vapor "Asturiano" a Río Gallegos, con Manuel Carlés a bordo para rendir homenaje y condecorar a Varela y sus hombres.

La crisis económica mundial de 1929 tuvo graves consecuencias en la Argentina. El desempleo y otros problemas provocaron gran malestar social y político que desembocó, en septiembre de 1930, en el primer golpe de estado de la historia argentina. El golpe que derrocó a Hipólito Yrigoyen fue ejecutado por militares pero contó con la adhesión de políticos opositores -como conservadores y radicales antipersonalistas-, de algunos sectores del pueblo, entre los que se incluía la Liga Patriótica Argentina, etc. En la mañana del 6 de septiembre, José Félix Uriburu partió del Colegio Militar de la Nación al frente de un grupo de cadetes y de un batallón de artillería, intimando la entrega del gobierno. El presidente Yrigoyen renunció ante las autoridades militares de la ciudad de La Plata y luego fue detenido y enviado a la isla Martín García.

Según testimonios de la época:

Con posterioridad al golpe de 1930 y el posterior regreso a la democracia con los gobiernos de la llamada Concordancia, la Liga Patriótica inicia un paulatino camino de desaparición. Su costado más visible, el de la confrontación callejera directa, fue abandonado por sus dirigentes y poco a poco también se fue diluyendo su acción social y cultural, así como fueron espaciándose sus congresos y otras reuniones públicas.

La principal explicación de este deterioro puede encontrarse en el éxodo de sus militantes, una vez afianzadas sus ideas nacionalistas, hacia otras formaciones políticas con contenidos políticos más extremos. La década del ’30 fue testigo de una renovación dentro de la derecha nacionalista que, a diferencia de la Liga Patriótica, buscaba la incorporación de las masas a la vida política del país aunque bien compartían el punto de partida: la armonía entre clases y el mantenimiento del orden social. Las ideas de Carlés, que pueden hacerse extensivas en gran medida al pensamiento de la Liga, estuvieron fuertemente influenciadas por un iusnaturalismo de base religiosa, dentro de las líneas más progresistas del conservadorismo argentino. Por otra parte, estaba imbuido por un fuerte patriotismo y una fe ilimitada en el progreso argentino, sustentado por la libre iniciativa privada (liberalismo económico) y por la educación, fundamental a su juicio. Al mismo tiempo, y pese a considerar centrales las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica dentro de la cosmovisión jerárquica que tenía, adscribía plenamente a la democracia republicana y a la defensa de la Constitución Nacional.

Por el otro lado, y en consonancia con el auge de las ideas fascistas en Europa, también en Argentina, se va formando un grupo de jóvenes nacionalistas que se percibían a sí mismos como una “nueva generación”, una vanguardia literaria con nuevas propuestas estéticas, que buscaban diferenciarse de aquellos nacionalistas del centenario y que, a diferencia de la Liga, expresaban un desprecio por la democracia representativa y las instituciones de lo que llamaban “el liberalismo”. Para esta nueva tendencia dentro del nacionalismo argentino, la cuestión inmigratoria ha dejado de ser una preocupación: el problema ya no se encuentra en el inmigrante como un factor disolvente de la sociedad y la nación argentina, sino que se encuentra en el propio sistema democrático que se busca reformar. A los conservadores en general –incluyendo la Liga Patriótica-, este “combate contra la democracia” les resulta totalmente ajeno desde lo ideológico, más allá de que, circunstancialmente, puedan tejerse alianzas entre los dos grupos, basados especialmente en el miedo que les produce un enemigo común, como lo era en ese momento el yrigoyenismo. Los jóvenes aglutinados en el periódico La Nueva República “levantaron sus armas para enfrentar a la democracia y al liberalismo, hijos de la Revolución Francesa, la Ilustración y el mundo moderno, que fueron el basamento ideológico sobre el cual se construyó el Estado nacional. El ataque ahora apunta directamente contra la soberanía popular, asociada a menudo con el “obrerismo bolchevizante”. De tal manera, se propone una lucha en dos frentes, por un lado, una tarea intelectual cuyo fin sea la desarticulación de los sofismas democráticos y liberales; y por el otro, una lucha política contra los adversarios de la nacionalidad y el orden, es decir, contra la izquierda”.[13]​ Es a partir de este punto que comienza a gestarse lo que el autor italiano Loris Zanatta llama "El Mito de la Nación Católica" que se impondría como dogma a partir de la próxima interrupción del orden constitucional, la Revolución de 1943. Esta nueva concepción nacionalista entraba en conflicto con la visión democrática liberal - conservadora de la Liga Patriótica y llevaba implícito el concepto -inspirado en el fascismo italiano- de “Tercera Posición”. Este no sólo implicaba superar la dicotomía capitalismo – comunismo. La verdadera dualidad que había que superar era entre comunismo y democracia liberal. En ese momento la doctrina de la Iglesia los señalaba como dos flagelos de igual gravedad. Argentina, con sus profundas raíces culturales católicas, decían, estaba en condiciones de dar a luz una nueva forma de estado católico superior a esas opciones. Aunque en los primeros momentos del régimen militar de 1943, exmiembros y otros afines a la Liga participaron de puestos de gobierno, terminó imponiéndose la versión más dura del nacionalismo, lo que prácticamente vació de contenido a la agrupación, convertida cada vez más en un grupo minúsculo y sin ninguna injerencia real.

En 1969, 50 años después de que la Liga viera la luz, ésta contaba con apenas 560 miembros. En ese entonces, su presidente, Jorge Kern declaraba de que la Liga era "una institución desvinculada de toda bandería política". Asegurando que la Liga mantenía una inalterada admiración por su fundador, Manuel Carlés, quien era "un inolvidable patriota".[6]​ Con posterioridad a esa fecha, ya no se encuentran nuevas referencias a la Liga, a sus dirigentes ni a sus reuniones, con lo que debe presumirse su desaparición.

En las Notas sociales del diario La Nación del jueves 1 de diciembre de 2005 se publicó el siguiente anuncio:

Esto llevó a error a algunas personas que pensaron que el mismo grupo había permanecido en actividad secreta durante 35 años. En realidad el Teniente Coronel Ernesto Fernández Maguer, un exveterano de la Guerra de Malvinas, comenzó desde la misma finalización de la guerra una intensa tarea de difusión de la historia y de homenajes a los excombatientes y veteranos. Al adoptar el nombre “Liga Patriótica Argentina”, le rinde tributo a aquel viejo proyecto nacionalista con el que se siente identificado, pero sin que haya una continuidad institucional entre ambas formaciones. En la actualidad, la tarea principal de la nueva Liga Patriótica es, justamente, la organización de homenajes a los veteranos de Malvinas.




Escribe un comentario o lo que quieras sobre Liga Patriótica Argentina (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!