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Llaranes



Llaranes es un barrio del municipio asturiano de Avilés (España). Se encuentra situado en la zona sureste del mismo y sus orígenes se remontan a la Prehistoria, de la que se han encontrado algunos restos arqueológicos. Su importancia y mayor desarrollo como núcleo de población se centra, principalmente, a partir de la década de los años cincuenta con la construcción del poblado obrero de la Empresa Nacional Siderúrgica S.A. Constituye, hoy en día, uno de los mejores ejemplos de su tipología en España, y un destacado punto de referencia del Patrimonio Industrial asturiano.

Su fiesta se celebra el fin de semana más cercano al 10 de agosto, en honor a su patrón San Lorenzo de Cortina. Desde la creación del poblado obrero y de la nueva iglesia de Santa Bárbara, también cobra gran importancia la celebración en torno al 4 de diciembre.

Llaranes no cuenta con ningún símbolo oficial ni popular. Tan solo se ha realizado el himno titulado Llaranes. Mi barrio, con una letra original de la vecina Ángeles Álvarez Nieto que fue estrenada en un concierto celebrado en el año 2009 en la iglesia de Santa Bárbara[1]​ y que todos los días desde 2015 es interpretado por el reloj de la Plaza Mayor, a las seis[2]​. Con ocasión de las celebraciones del 60º aniversario del poblado obrero, en 2017, el artista avilesino Samuel Armas diseñó una bandera que reunía algunos de los elementos patrimoniales más populares del barrio, que fue retirada de su mástil al término de la efeméride[3]​.

Llaranes se encuentra situada en el extremo suroriental del municipio de Avilés. Pertenece a la parroquia de Avilés, una de las seis en que se divide el concejo.

La zona es atravesada por el río Arlós de sur a norte, limitado al este por el monte de Truyés y presidido por un pequeño promontorio, en el pasado denominado El Carbayéu, donde hoy se sitúa la iglesia de Santa Bárbara.

En la actualidad, la zona de Llaranes está integrada por los núcleos del Llaranes original, El Poblado, Garajes (antiguo Monte Ormón), El Cruce, La Toba, La Espina, El Ensanche. Antes de la llegada de ENSIDESA contaba con poco menos de cuatrocientos habitantes, que con la construcción del poblado obrero ascendieron a más de ocho mil.

Los orígenes de Llaranes como núcleo de población se remontan a tiempos prehistóricos, atestiguados por el hallazago de un denticulado, un hacha pulimentada y una lasca levallois en la zona de La Rocica y de Llaranes Viejo. Estos pocos vestigios enlazan con los correspondientes al período de la romanización, del que se ha defendido la existencia de una pequeña villa romana sustentada en la aparición de varias monedas de cobre de época imperial. De esta época es también el propio topónimo, que los especialistas enlazan con el antropónimo Larius y que, en época medieval, evolucionaría a Leranes y, más tarde, a su forma actual de Llaranes.

Durante la Alta Edad Media existe una comunidad cristiana, seguramente de pequeñas dimensiones, que contaba con un templo propio ubicado, con toda probabilidad, en el entorno de la actual Capilla de San Lorenzo de Cortina. De ese primitivo espacio de culto se conserva, inserta en el imafronte de la actual capilla, una ventana prerrománica datada en el siglo X. En los años 2002 y 2010 se realizaron sendas campañas arqueológicas que sacaron a la luz los restos de una necrópolis de origen medieval, cuya ocupación se extendió durante la Edad Moderna.

La Capilla de San Lorenzo de Cortina pasó por épocas de mayor o menos esplendor, pero nunca perdió la condición sacra. Ni siquiera cuando, por la penuria económica de sus habitantes campesinos, ganaderos y pescadores, pasó a depender de la iglesia de San Nicolás de Bari de Avilés. Casi un siglo después de la muerte de su último párroco, Alonso Suárez, la iglesia se encontraba en estado de ruina. Este hecho se refleja en un apercibimiento emitido por el Arzobispado de Oviedo en 1732, por el que se insta a los vecinos a reparar la iglesia. El aviso surtió efecto, pues en 1773 ya figura como iglesia de asilo.

En el siglo XVIII, casi como precursor del desarrollo industrial que alcanzaría Llaranes con la dictadura franquista, se fundó el Martinete del Castañedo de Zaldúa, que llegó a ser uno de los establecimientos metalúrgicos más importantes de la época en el concejo, dedicado al procesamiento del cobre. Su edificio fabril aun se conserva, mientras que la gran casona con capilla que dio cobijo a sus propietarios fue derribada en los años setenta del pasado siglo.

Entre 1845 y 1850 se publicó el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, de Pascual Madoz, que hace una pormenorizada descripción del Llaranes de Allá:

En el año 1950 se constituye en Madrid, a instancias del Instituto Nacional de Industria (INI), la Empresa Nacional Siderúrgica, S.A.. La ubicación definitiva de esta planta siderúrgica integral barajó diversas localizaciones en el Principado de Asturias, hasta que finalmente se optó por la erección de la factoría en la margen derecha de la ría de Avilés. Las malas condiciones del cenagoso terreno obligaron a emplear métodos de cimentación como el hincado de pilotes de hormigón o el uso de campanas de aire comprimido que facilitasen las labores de construcción de los numerosos edificios que formaron parte de la fábrica. Desde el principio, se planteó la construcción en la zona contigua al histórico barrio avilesino de Llaranes de un poblado obrero de considerables dimensiones que facilitase el alojamiento de una parte de los trabajadores llegados a Avilés desde numerosos puntos de la geografía rural española. De esta forma, se realizan numerosas expropiaciones y el paisaje agrícola y ganadero da paso a un nuevo pueblo dotado con todo tipo de servicios para el bienestar y control de sus habitantes, con un planteamiento urbanístico de gran singularidad. Con el paternalismo propio de la dictadura franquista.

Del proyecto de construcción se encargaron los arquitectos Juan Manuel Cárdenas Rodríguez y Francisco Goicoechea Agustí, que plantearon un diseño ideal que combina los edificios residenciales (situados en núcleos jerárquicos diferenciados entre sí, en función del puesto que ocupasen sus inquilinos en la fábrica), las construcciones de uso para la comunidad y amplias zonas ajardinadas que constituyen, hoy, una de sus principales señas de identidad. Este modelo paternalista contempló la construcción de edificios articulados en torno a patios (llamados "pabellones" y "pantallas") que alojaron a los obreros en viviendas de unos sesenta metros cuadrados. En el extremo norte del poblado se situaron las viviendas para los capataces y en la parte más alta, ya en el barrio de La Rocica, se crearon dos poblados dedicados a cargos intermedios. Los ingenieros residían en un complejo arquitectónico de gran relevancia, parcialmente destruido,[cita requerida] situado en el centro de Avilés.

A partir de la década de los años ochenta el Poblado de Llaranes entra en un profundo declive coincidente con los inicios de la privatización de ENSIDESA y su abandono de la obra social, en la que se enmarcaba el mantenimiento de sus viviendas. A finales del siglo XX el poblado es cedido al Ayuntamiento de Avilés y las viviendas son vendidas a sus inquilinos, pasando a formar parte de pleno derecho de la ciudad como un barrio más, abandonando la autarquía que le caracterizaba.

En las últimas décadas ha sido sometido a un proceso de rehabilitación, tanto el barrio como el Poblado de Llaranes. El poblado obrero, único por sus características formales y por su estado de conservación, está incluido en la actualidad dentro de la oferta turística de la Comarca de Avilés junto a otros elementos destacados del patrimonio industrial asturiano, como la Mina de Arnao (Castrillón).



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