La logística militar (del griego logistikos, que sabe calcular) fue introducida en Europa por el barón de Jomini en su obra titulada Compendio del arte de la guerra o Précis de l'Art de la Guerre: Des Principales Combinaisons de la Stratégie, de la Grande Tactique et de la Politique Militaire como una de las tres partes del arte de la guerra.
Jomini distinguió tres partes distintas en la técnica militar:
Esta voz la usaron también en el siglo XIX los siguientes autores:
En cuanto a su etimología Jomini la derivó erróneamente de la voz de la antigua designación francesa del cuartel-maestre-general (Mayor general des logis), ya que la palabra logística como se cita al principio del artículo, como la voz estrategia o táctica vienen del griego y significa logística, el arte de calcular y sabido es que los cálculos son la parte más importante de las funciones del Estado Mayor.
En Edad Contemporánea, a partir de la publicación de la obra de Jomini, la importancia y trascendencia de la logística aumentó considerablemente, conforme aumentaban la importancia y generalidad de las funciones que incumbían al Estado Mayor en el gobierno y dirección de los ejércitos.
En sucesivas guerras como las de mediados y finales del siglo XIX en que las tropas en campaña alcanzaban efectivos inmensos, menester ya era de que la Logística, de tal modo entendida, tuviese en los ejércitos perfecta ejecución y sobre todo a partir de la Primera y más tarde Segunda Guerra Mundial, se puso ya en absoluta evidencia la necesidad de una discurrida y trabajada disposición logística de los ejércitos de las diversas naciones para que el plan estratégico pueda recoger en el campo de la táctica la victoria deseada.
Algunos de los puntos principales que debe contener la logística, según Jomini, son los siguientes:
Según Jomini, la importancia de una buena logística se dio en esta batalla, ya que recibiendo los franceses esta batalla con un desfiladero a retaguardia y unas praderas cubiertas de arboledas y cortados por pequeños ríos y jardines, era necesario haber echado un número de pequeños puentes, abrir paso para que condujeren a ellos y marcar con jalones las comunicaciones.
Si bien estas precauciones no hubieran evitado la pérdida de aquella batalla decisiva a los franceses, hubieran podido salvar un gran número de hombres, cañones y carros de municiones que se vieron obligados a abandonar.
Ejemplos de buena logística son la maravillosa reunión del ejército francés en las llanuras de Lera en 1806 y la apertura de la campaña de 1815.
En ambos casos supo Napoleón hacer coincidir con una admirable precisión y en el punto decisivo de la zona de operaciones, cuerpos que partieron de puntos los más divergentes y aseguró de este modo el éxito de la campaña.La razón es sencilla, cuando hay un hombre excepcional como el emperador francés al frente de los ejércitos, era capaz de concebir brillantes planes estratégicos y de ocuparse a la vez en la forma de ejecutarlos, asumiendo, a la par que las funciones más elevadas del mando, las que entraban de lleno en la Logística, combinando de manera perfecta las marchas de las tropas, que a veces partían de puntos muy apartados y divergentes, los hacía coincidir con precisión admirable en el lugar decisivo de la zona de operaciones, asegurando de esta suerte el éxito de la campaña.
La elección del punto decisivo fue una hábil maniobra estratégica y el cálculo de los movimientos una operación logística emanada de su gabinete, siendo el emperador mismo jefe de su Estado Mayor, como dejó escrito un reputado escritor de temas militares:Teniendo un compás en la mano, abierto con un equivalente a siete u ocho leguas de la escala se ponía en el mapa, apoyado o recostado y marcando las posiciones de sus cuerpos de ejército y las que presumía que ocupaba el enemigo, con alfileres de diversos colores, disponía los movimientos con una seguridad que es difícil concebir, contando las jornadas con la abertura constante de su compás, juzgaba en un instante los días necesarios a cada masa de tropas para llegar al punto determinado el día preciso y marcando estas nuevas posiciones con alfileres y combinando las jornadas correspondientes a cada una de las diferentes columnas con el momento posible para emprender su marcha, dictaba a quellas instrucciones que bastarían por sí solas para hacerlo memorable.
Así fue como viniendo Ney de las orillas del lago de Constanza, Lannes de la Alta Suabia, Soult y Davout de Baviera y el Palatinado, Bernard y Augereau de Franconia y la Guardia Imperial de París, se hallaron sobre tres caminos paralelos a la misma altura, cuando nadie ni el ejército ni en Alemania comprendían cosa alguna de sus movimientos, al parecer tan complicados.
Cuando Blücher, mariscal prusiano en 1815, estaba pacíficamente acantonado entre los ríos Sambre y Rin y Wellington estaba muy ocupado en dar y recibir fiestas en Bruselas, aguardando tanto uno como otro el momento de invadir Francia, Napoleón, a quien creían que estaba en la capital francesa ocupado en ceremonias políticas, caía como un rayo con su Guardia Real, apenas reorganizada, sobre Charleroi y los cuarteles de Blücher, coincidiendo con una rara puntualidad las columnas convergentes de todas las direcciones el 14 de junio de 1815 en los llanos de Beaumont a las orillas del Sambre.
La ejecución de esta obra maestra de logística se debió a la combinación de dos operaciones napoleónicas, fundadas en un buen cálculo estratégico.
José Almirante, autor de la obra Diccionario militar (Madrid, 1869), dejó escrito lo siguiente sobre la palabra logística: A las dificultades insuperables que por sí ofrece la exacta definición de Estrategia y Táctica, añade Jomini esta otra de Logística, explicando en dieciocho párrafos nada menos las atenciones que comprende el nuevo ramo y que, sin gran esfuerzo, pudieran repartirse y clasificarse en los dos principales o, si se quiere, en otros dieciocho nuevos, cada uno con su respectivo nombre griego.
No obstante, la palabra Logística fue rápidamente admitida en las naciones de Europa y concretamente en España de manera oficial en el año 1882, en que, al aprobarse el plan de estudios que había de regir en la Academia de Estado Mayor, se introdujo en España como práctica de fin de carrera la realización de un viaje de Estado Mayor o campaña logística, según se efectuaba también en las Escuelas de Guerra o Estado Mayor de las naciones extranjeras, determinando en esta forma sus ideas acerca del asunto: ..y disponiéndose así de treinta y cinco o cuarenta días para la instrucción práctica, habrá de invertirse el razonable tiempo en una campaña logística o viaje de Estado Mayor, apropiado para ejercitarse en aquellas cuestiones relacionadas inmediata y principalmente con el servicio que el oficial de nuestro cuerpo está llamado a prestar en circunstancias y casos en el que el menor descuido o la más leve falta pueden producir funestas e irreparables consecuencias...
Resumiendo, resulta que la concepción del plan de operaciones, basada en un buen cálculo estratégico, es independiente de la logística y corresponde exclusivamente al general en jefe, pero la ejecución y el modo de disponer, combinar y arreglar en su conjunto y por números los movimientos de las masas de tropas corresponden a la Logística y pertenecen al Estado Mayor.
Nacimiento de la logística militar (Vídeo). Logística actualizada-YouTube
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