Los hijos del capitán Grant (Les enfants du Capitaine Grant) es una novela "geográfica" del escritor Julio Verne. Publicada por entregas en la revista Magasin d'Éducation et de Récréation de Jules Hetzel desde el 20 de diciembre de 1865 (volumen 4, número 43) hasta el 5 de diciembre de 1867 (volumen 8, número 90), y de manera íntegra como volumen triple el 23 de junio de 1868.
Con la excusa de la búsqueda del náufrago, en donde los hijos del capitán realizan una especie de telemaquia, Verne hace dar a los protagonistas otra vuelta al mundo, esta vez por el hemisferio austral. El punto de partida de la historia, como en el "Viaje al centro de la Tierra", es el desciframiento de un documento que dará origen al viaje.
El aristócrata escocés Lord Edward Glenarvan descubre, durante un viaje de recreo en la costa escocesa, en el estómago de un tiburón martillo un mensaje dentro de una botella lanzada por Harry Grant, capitán del bergantín Britannia, que ha naufragado dos años antes (1862) junto con dos miembros de la tripulación. A petición de Roberto y María, los hijos del capitán, decide lanzar una expedición de rescate, cuya principal dificultad consiste en que los datos del mensaje lanzado por los náufragos son ilegibles, excepto la latitud: 37º S.
Lord Glenarvan, junto con su esposa, Lady Helena, los hijos del capitán y la tripulación de su yate, el Duncan, parten para Sudamérica, puesto que el mensaje incompleto sugiere la Patagonia como sitio del desastre. En mitad de la travesía, descubren a un inesperado pasajero: el geógrafo francés Jacques Paganel, que ha subido a bordo por equivocación y que decide unirse a la expedición, abandonando el viaje que tenía pensado realizar debido a su profesión.
La expedición circunnavega el paralelo 37º sur, atraviesa Sudamérica explorando la Patagonia y gran parte de la Región Pampeana y, posteriormente, las islas Tristán de Acuña, Ámsterdam, Australia y Nueva Zelanda, con resultados negativos.
Al llegar a Australia, debido a una nueva interpretación del mensaje sugerida por el geógrafo Paganel, los expedicionarios encuentran por casualidad a un miembro de la tripulación del Britannia llamado Ayrton, quien les propone llevarlos al lugar del naufragio. Pero ellos no saben que Ayrton está siendo buscado por las autoridades inglesas por pertenecer a una banda de ladrones en la que toma el sobrenombre de Ben Joyce. Ayrton traiciona la confianza que depositan en él los integrantes de la expedición y trata de tomar el control del yate Duncan, pero la suerte le es esquiva y su golpe falla, gracias a la lealtad de la tripulación y a un despiste de Jacques Paganel.
Tomado prisionero en el Duncan, Ayrton ofrece a Lord Glenarvan dar datos sobre el capitán Grant a cambio de ser abandonado en una isla desierta en lugar de ser entregado a las autoridades inglesas, que podrían ejecutarlo. Entonces, el Duncan pone proa a la isla Tabor (o arrecife María Teresa), que casualmente resulta ser el refugio del capitán Grant y los dos marinos sobrevivientes del naufragio. El grupo regresa a Inglaterra, dejando a Ayrton en la isla para vivir entre las bestias y así recobrar su humanidad. El personaje de Ayrton reaparece en la novela de Julio Verne "La isla misteriosa", publicada en 1874.
En la figura de un niño, que es educado en la creencia de que Inglaterra dominaba todo el mundo, Verne empieza a cambiar su postura acerca de Inglaterra, criticándola fuertemente de una manera que se va acentuando al pasar los años.
El personaje Tom Ayrton[14] vuelve aparecer en La isla misteriosa, logrando crear entonces una secuela de esta novela, que se complementa con la primera: "Veinte mil leguas de viaje submarino".
"Los hijos del Capitán Grant" es una de las pocas historias de amor que aparecen en la novelística de Julio Verne. Esto posiblemente se deba a una petición de Hetzel, pero Verne no disfrutaba escribiendo escenas amorosas. "El rayo verde" es la única novela del autor que se considera de amor.
A esta novela le corresponde dentro de los viajes extraordinarios la exploración de Sudamérica (Chile y Argentina), Australia y Nueva Zelanda, y, en general, se tocan todos los emplazamientos del paralelo 37° sur.
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