x
1

Los pazos de Ulloa



¿Qué día cumple años Los pazos de Ulloa?

Los pazos de Ulloa cumple los años el 18 de enero.


¿Qué día nació Los pazos de Ulloa?

Los pazos de Ulloa nació el día 18 de enero de 921.


¿Cuántos años tiene Los pazos de Ulloa?

La edad actual es 1103 años. Los pazos de Ulloa cumplió 1103 años el 18 de enero de este año.


¿De qué signo es Los pazos de Ulloa?

Los pazos de Ulloa es del signo de Capricornio.


Los Pazos de Ulloa es una novela de Emilia Pardo Bazán (1851-1921) publicada por primera vez en 1886. Forma un díptico con La madre naturaleza, publicada en 1887.

Se trata, dentro del realismo literario español, de la novela que mejor ejemplifica la corriente naturalista, al reflejar la aceptación de las teorías positivistas aplicadas a la literatura por el escritor francés y padre del naturalismo Émile Zola.

En 1985 fue adaptada para la televisión española, dirigida por Gonzalo Suárez.

Don Julián Álvarez, joven y apocado sacerdote, se dirige a los Pazos de Ulloa para servir al Marqués don Pedro Moscoso como administrador, por recomendación del tío del noble. Nada más llegar a los Pazos, situados en una zona rural de Galicia, el sacerdote se escandaliza por el decadente estado del palacio y el comportamiento de Don Pedro y sus empleados: El palacio está en un estado ruinoso, la biblioteca y las cuentas abandonadas, la capilla desatendida por el actual abad. Don Pedro, quien en realidad no es marqués puesto que el título fue vendido, es ignorante y rústico aunque se da aires de gran señor. Pasa la mayor parte del tiempo de cacería rodeado de personajes de mala reputación. El mayordomo de la finca, Primitivo, un aldeano astuto y violento, controla todos los negocios del marqués y tiene atemorizados a los demás empleados e incluso al propio marqués. Su hija Sabela trabaja como cocinera en los Pazos y es la amante de Don Pedro, con quien tiene un hijo ilegítimo de unos cinco años llamado Perucho. Perucho se cría desatendido y casi salvaje en los Pazos. Sabela coquetea abiertamente con Don Julián y recibe a una cohorte de aldeanas y meigas en la cocina de los pazos, aprovisionándolas de la despensa del marqués. En el pueblo cercano, Cebre, los caciques liberal y conservador se disputan el control de la comarca.

Julián decide marcharse de los Pazos sintiendo que su honra de sacerdote está siendo puesta en duda si sigue consintiendo el amancebamiento de Don Pedro y Sabela. Cuando se dispone a despedirse del Marqués, presencia una violenta escena de celos entre el marqués y Sabela, quien ha estado bailando con un gaitero en Cebre.

Don Julián aconseja a Don Pedro que cambie de comportamiento y de sociedad, pero Don Pedro le confiesa sus temores acerca de Primitivo y que, aunque desea despedir a Sabela, teme las represalias del padre de ésta. Don Julián le convence de que se marche con él a Santiago y busque esposa entre sus primas casaderas. Don Pedro acepta entusiasmado. De camino a la estación, Primitivo se dispone a disparar sobre Julián, pero el marqués adivina las intenciones de su mayordomo y lo para a tiempo.

En Santiago Don Pedro es recibido en casa de su tío Don Manuel Pardo de la Lage, quien también es un noble arruinado que guarda las apariencias. Don Manuel recibe con agrado la visita del sobrino intuyendo sus intenciones de elegir esposa entre sus hijas. Las señoritas de la Lage son cuatro: Rita, la más bella y alegre; Manolita a quien su padre pretende casar con un rico de Santiago; Marcelina (Nucha), la más discreta, y Carmen, la más joven, enamorada de un estudiante de medicina para disgusto de su padre. Aunque inicialmente Don Pedro se siente atraído por Rita, decide pedir la mano de Nucha después de que Don Julián le confiese que si él mismo tuviese que elegir entre las señoritas de la Lage, se decantaría por ella debido a su buen carácter y piadosas maneras. También le menciona que la madrina de Nucha es una rica anciana sin herederos.

Nucha y Don Pedro se casan en Santiago, y después de una temporada, Don Pedro, cansado de las discusiones con su suegro acerca de política, y de no ser el señor de la casa, decide volver a los Pazos. Don Pedro envía a Julián primero para despedir a Primitivo y a Sabela antes de la llegada de los nuevos esposos. Julián se encuentra el comportamiento de Sabela y Primitivo completamente cambiado. Ambos son amables y dóciles. Primitivo le cuenta al sacerdote que Sabela va a casarse con el gaitero de Cebre y dejar su empleo. Don Julián no encuentra valor para despedir a Primitivo y se excusa a sí mismo pensando que sólo es necesario esperar un poco a que Sabela se case.

Cuando los esposos llegan a los Pazos, Nucha le confiesa a su esposo que está embarazada. Don Pedro se ilusiona ante la perspectiva de tener un hijo varón con Nucha. Los nuevos esposos frecuentan la limitada sociedad de las aldeas vecinas a los Pazos, como los señores de Limioso, todos arruinados nobles con más presunción que fortuna.

El tiempo pasa y Sabela no se casa con el gaitero. Sabela continúa siendo la cocinera de los Pazos y Primitivo el mayordomo por dejadez de Don Pedro y Don Julián.

La salud de Nucha se deteriora durante el embarazo. Tras un parto difícil, da a luz a una niña. Don Pedro se muestra disgustado por el sexo del bebé y se distancia poco a poco de su esposa, reiniciando su relación con Sabela. Don Julián, sin embargo, centra su devoción en Nucha y su niña. Perucho disfruta mucho jugando con el bebé hasta que un día Nucha, al comentar que los niños se quieren como hermanos, se da cuenta de que Perucho es hijo de su marido por la cara turbada de Don Julián. Nucha prohíbe a Perucho acercarse a ella o a su hija. A partir de entonces la relación de Nucha con su marido se deteriora. Don Julián advierte signos de maltrato físico en Nucha. Sabela y Primitivo vuelven a tomar el control de los Pazos y Nucha vive atemorizada por ellos.

En Cebre, los simpatizantes del partido conservador proponen a Don Pedro como candidato a diputado en Madrid por la región. Aunque es el candidato favorito, pierde las elecciones de manera flagrante. El cacique conservador se entera de que el propio Primitivo ha amenazado a los votantes para que voten al candidato liberal, y envía a un sicario a matar a Primitivo.

Nucha le pide a Don Julián que la ayude a escaparse con su hija, Manuela, a Santiago a casa de su padre, ya que teme por la vida de su hija si ella muere, puesto que Manolita es la única heredera de Don Pedro aparte del bastardo Perucho. Perucho avisa a su abuelo Primitivo de que la Señora está hablando a solas con Don Julián. Primitivo le promete dinero a su nieto si va a contarle al marqués que su mujer se está entrevistando a solas con el cura con la intención de que este crea que mantienen una relación secreta. Perucho así lo hace. Don Pedro, piensa que el cura tiene una relación ilegítima con su mujer y se dirige furioso a la iglesia. En el camino, se encuentra el cuerpo sin vida de Primitivo, abatido de un tiro por el sicario de Barbacana. Don Pedro encuentra a su mujer hablando con el cura en la sacristía y da por hecho que su mujer le engaña con el sacerdote. Don Pedro despide a Don Julián en el momento.

El cura retorna a Santiago y es destinado a una aldea rural en Galicia, donde unos años después recibe noticias de la muerte de Nucha. Años más tarde Don Julián recibe órdenes de volver a los Pazos de nuevo. Nada más llegar visita la tumba de Nucha. Cuando está rezando en el cementerio aparecen Perucho y Manuela. El cura se asombra al observar que Perucho va bien vestido mientras que Manolita va casi descalza.

Así termina la novela, que continúa en la segunda parte La madre naturaleza.

Los Pazos de Ulloa, la más importante de las obras de Pardo Bazán, refleja las contradicciones de la autora y de la sociedad de su época. Pretendidamente naturalista (y considerada como tal por la crítica de su época), la novela también presenta elementos de la novela realista e incluso gótica.[1]​ La intención de la autora era crear un "Naturalismo católico", lo cual se puede ver claramente en algunos elementos de Los Pazos de Ulloa. Por un lado, el "temperamento linfático" de Julián le incapacita para cualquier tipo de heroísmo: esto es naturalismo en estado puro, la biología determina el carácter. Sin embargo, y en cierto modo contradictoriamente, en la descripción de Nucha la causalidad se invierte. La salud de Nucha sufrió por su devoción; de joven agotó sus fuerzas llevando en brazos a su hermano, y luego cayó enferma de nostalgia cuando la alejaron de él. La importancia del alma y las emociones en Nucha apoyan la convicción de Pardo Bazán (expresada en La cuestión palpitante) de que la vida humana se forma a partir de la fatalidad y la voluntad, mientras que la naturaleza se forma sólo a partir de la fatalidad.[1]

Es la vida gallega del medio rural la que nuestra escritora intenta plasmar en el mundo cerrado de los Pazos. Pero la realidad del siglo XIX separaba tajantemente la práctica lingüística en dos vertientes irreconciliables: el castellano urbano de la burguesía y de los viejos hidalgos, y el gallego de los campesinos y de las clases más desfavorecidas. Pardo Bazán es perfectamente consciente del serio problema que se le plantea al plasmar las voces de los personajes santiagueses y los de la montaña orensana.[2]​ Dadas las diferencias entre el gallego y el castellano, se enfrenta al dilema de mantener las locuciones de los personajes en su gallego "original" (haciéndolas, en muchos casos, incomprensibles para el lector castellano) o traducirlas, perdiendo el sabor local y el realismo que busca en la novela. La solución que adoptó fue la elaboración de un habla artificial, manipulada por ella misma, no demasiado alejada de la lengua usual del campesino. Se trata de un constructo lingüístico suficientemente verosímil para lograr infundir al texto la fuerza verística de la Galicia interior, ese «país de lobos» al que se refieren Julián y, más tarde, el narrador de Los Pazos de Ulloa. Pero, también, su fuerte hibridismo castellano-gallego muestra el interés de la autora por llegar a sus lectores. Los esfuerzos de Pardo Bazán para evitar problemas de comprensión se hacen patentes en algunas estrategias seguidas, tales como el empleo de la cursiva para destacar una voz gallega, el que inmediatamente se dé su significado en castellano, o la semitraducción y castellanización en que se presentan algunos términos.[2]

Tras la Revolución de 1868, Isabel II fue obligada a deponer el trono tras la presión de los grupos anti-monárquicos; la profunda inestabilidad política derivada de estos hechos daría espacio a la creación de un plebiscito y a la convocatoria de elecciones generales, donde el caciquismo (única forma en que el poder se extendía a las zonas rurales) cobraría el mayor protagonismo, filtrándose, inclusive, a la literatura.[3]Los Pazos de Ulloa explora los porqués del caciquismo y sus consecuencias entre los paisanos de menor rango.[4]

La oposición entre entorno rural/entorno urbano se refleja en la novela a través de las dos mujeres de don Pedro. Sabela, la amante de Don Pedro e hija de Primitivo, es descrita como "la reina de aquella pequeña corte" que refleja su propio poder en la aldea. Aunque Sabela es una mujer, ella trabaja dentro de los límites de su sexo para controlar todo lo que puede. Usa su sensualidad para ganar control en la aldea. Por ejemplo, después del casamiento de Don Pedro con Nucha, ella todavía sigue teniendo relaciones con él como medio para mantener su posición. Este control muestra el papel más dominante que tiene Sabela en comparación con las otras mujeres en la novela. Nucha es lo opuesto a Sabela en su papel; es una mujer típica de esta época: es la pintura de inocencia; Julián recomienda a Nucha como esposa de Don Pedro porque ella es la mejor de las hermanas desde el punto de vista religioso. Julián dice que ella es "el tipo ideal de la bíblica esposa".[5]​ En el entorno corrupto e inmoral de la aldea, Nucha se marchita hasta perder la vida: es el triunfo de la Naturaleza sobre la Religión.

Son conocidas las ideas de Emilia Pardo Bazán con respecto a la clase social a la que pertenece y al desprecio que manifiesta hacia las clases inferiores. Julián se hace eco de estas opiniones en algunos episodios de Los Pazos de Ulloa; así, cuando increpa al marqués por mantener relaciones con una simple criada (cap. VIII), no censurando tanto el hecho pecaminoso, como la clase de la persona con quien se lleva a cabo; por eso le aconseja ir a Santiago donde hay «tantas señoritas buenas y honradas» y podrá casarse «con persona de su esfera».[6]​22

Lo fundamental del naturalismo de Dª Emilia es precisamente la no aceptación del determinismo filosófico, que es precisamente lo que da su razón de ser al naturalismo. Al determinismo naturalista opone Pardo Bazán el realismo, concebido como eclecticismo, tan caro a ella:

El resto es mera repetición: se rechaza la pornografía, se acepta el elemento científico (no determinista), aprueba el lenguaje bajo, popular, y la presencia de escenas violentas, incluso escabrosas, pero solo hasta ciertos límites, respetando el decoro lingüístico, admite el método experimental, etc.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Los pazos de Ulloa (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!