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Luis Diego Cuscoy



¿Qué día cumple años Luis Diego Cuscoy?

Luis Diego Cuscoy cumple los años el 22 de octubre.


¿Qué día nació Luis Diego Cuscoy?

Luis Diego Cuscoy nació el día 22 de octubre de 1907.


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La edad actual es 116 años. Luis Diego Cuscoy cumplirá 117 años el 22 de octubre de este año.


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Luis Diego Cuscoy (San Esteban de Bas, Gerona, 22 de octubre de 1907 - San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 24 de abril de 1987) fue uno de los investigadores más importantes en el campo de la arqueología canaria, destacando también como antropólogo y escritor.

El núcleo central de sus investigaciones se centró en el campo de la arqueología, especialmente en Tenerife, donde realizó importantes excavaciones. Fue miembro del Instituto de Estudios Canarios y creador del Museo de Arqueología de Tenerife. Su obra como arqueólogo lo sitúa como nexo de unión entre los estudios sobre la arqueología y cultura tradicional canaria y la actual antropología social y cultural. Sus numerosos trabajos han sido publicados en las revistas más importantes de historia y de arqueología del Archipiélago Canario (Revista de Historia, Anuario de Estudios Atlánticos, Museo Canario, etc.).

Luis Diego Cuscoy nació en San Esteban de Bas, Gerona, el 22 de octubre de 1907, y falleció en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, el 24 de abril de 1987. Su familia era bilingüe: madre de habla catalana y padre castellana.

Comienza a asistir a la tertulia de la Librería Miranda de La Orotava, donde se relaciona con el vicepresidente del Liceo Taoro de La Orotava, Antonio Lugo y Massieu, con su presidente, Adolfo Herreros González, director del semanario el Eco del Valle y con su hermano Antonio Herreros González, también editor y director de la revista La Semana y el periódico El Norte de La Orotava, además de impresor, quien le publica su primer libro, “Tenerife Espiritual”, en 1928, dentro del movimiento canario de la corriente poética del 27. El contacto con esta tertulia lo integra dentro de la orientación liberal republicana que tenía la institución desde su fundación.[1]

En 1927, finalizados sus estudios de Magisterio en la Escuela Normal del Magisterio de La Laguna (facultad de Universidad de La Laguna en la actualidad), estuvo la escuela de La Guancha (1928-1929). Entre abril de 1929 y marzo de 1930 realizó el servicio militar adscrito a Sanidad Militar de sólo un año al figurar como mantenedor de su familia, conociendo a Juan Comas Camps (exiliado a México tras la Guerra Civil) que fue Secretario de Redacción de la Revista de Pedagogía entre 1932 a 1936, donde en 1933 se publicó el artículo de Diego Cuscoy “Ensayo de lectura consciente en una escuela rural” que había ganado el concurso nacional de la Revista de Pedagogía. Después del servicio militar continúa la labor como maestro.

También allí participó en su primera excavación arqueológica, en un castro celta. Diego Cuscoy comenzó interrelacionando la pedagogía con la etnografía, mucho antes de su trabajo en arqueología, lo que anticipa la base antropológica de su obra de madurez. [1]

En 1934 regresó a El Sauzal, Tenerife para continuar con su labor docente.

Durante la Segunda República Española, Diego Cuscoy no tuvo ninguna afiliación política, y su única vinculación concreta fue una posible afinidad ideológica, lógica por la tradición liberal republicana e ideas progresistas del Liceo de Taoro,[1]​ con el que estuvo en contacto desde los 18 años, fue su participación con un breve artículo en la revista Trabajadores de la Enseñanza, del 1 de mayo de 1936, órgano de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de Tenerife, con el título “Pueblo y maestros frente a la guerra” (1936), de carácter pacifista en una Europa entonces amenazada por la guerra. Este artículo fue uno de los elementos que se utilizó en su contra dentro de su expediente de depuración.

La sanción impuesta fue la inhabilitación de cargos directivos y traslado forzoso durante un año a la Escuela Nacional Mixta de Cabo Blanco, Arona, en el sur de Tenerife, hasta inicios de 1942. Cabo Blanco era entonces un pueblo del sur de Tenerife apartado y deprimido.

Visita cuevas funerarias con sus alumnos, hijos de pastores que le llevan restos óseos y le conducen a cuevas.

Luis Diego Cuscoy entró en contacto con el mundo del pastoreo tinerfeño durante su estancia forzosa en Cabo Blanco, Tenerife, tras ser denunciado ante las autoridades franquistas. En ese pequeño pueblo, sus alumnos ayudaban a sus familias en el cuidado de las cabras. En su estancia en esa escuela redactó su libro "Entre pastores y ángeles" (1941)

Según Galván, Navarro y Clavijo, su interés por los cabreros fue evolucionando [2]​ desde una primera etapa (1943-1958) estando vinculado a las Comisaría provincial de Excavaciones Arqueológicas, en la que solo se acerca al pastoreo como literato. En una segunda etapa (década de 1960) los pastores le transmiten conocimientos sobre costumbres guanches y ubicaciones de yacimientos arqueológicos, que conocían por haberlos descubierto ellos mismos o por tradición oral. En esta etapa también se interesa por la bioantropología, con autores como Fusté o Schwidetzky o Berthelot. Es aquí cuando comienza a encuestar a pastores, uniendo arqueología y etnografía.

En una tercera etapa, a partir de 1970, los pastores se convierten para él en objeto de investigación en sí mismos. La idea de que los pastores modernos eran depositarios de la herencia cultural guanche ya se había propuesto en el siglo XIX por Berthelot, y continuado por Verneau y Bethencourt Alfonso. Diego Cuscoy consideraba a los pastores descendientes directos de los guanches y depositarios de su cultura.

En el capítulo XVI de su libro "Los Guanches, vida y cultura del primitivo habitante de Tenerife" (1968) declara "este libro tendrá una continuación en otro donde quedarán recogidos todos los aspectos de la vida pastoril de Tenerife que han llegado a nuestros días". También, en una carta a Domingo Pérez Minik escribe "la herencia primitiva ha sido mucho más importante de lo que habíamos sospechado" y le confiesa su intención de publicar un nuevo libro en el que "más que hablar yo, van a hablar los pastores supervivientes". [3]​ Este proyectado segundo libro, continuación de Los Guanches, dedicado al mundo pastoril, sin embargo nunca fue publicado.

Muestra de este gran interés por los pastores y de cómo le ayudaron a construir su obra y pensamiento es cómo se refiere a ellos en su discurso en la ceremonia en la que recogió la Medalla de oro de la Isla, el 30 de junio de 1982: "Permítanme que en este capítulo de los agradecimientos tenga presente en el recuerdo a los que no me van a oír, a los viejos y nobles pastores, a los cabreros, que me llevaron desde el guaydil a la retama, desde las tierras rojas o desde las tierras blancas a las cumbres y a los cráteres, desde las cuevas sepulcrales con huesos ensalitrados a los campos de pastoreo donde nos esperaba la oculta sorpresa de la cerámica con el tacto del pastor antiguo. Darles las gracias por los caminos que me enseñaron, por la hermosa y pura toponimia con que enriquecieron mi vocabulario insular y con el que se rotula el mapa arqueológico de la isla; por revelarme el secreto de tanto barranco, dominado por el vértigo, por guiarme hasta la fuente recóndita, por haberse prestado gustosamente a comunicarme las claves sin las cuales era imposible descifrar el código vital de sus antepasados. No sería agradecido si en esta hora no compartiese con ellos el honor que se me hace".[4]

En 1944 publica el libro “El Folklore infantil” (1944/1990), de más de un centenar de páginas, que revela a un etnógrafo ya formado. Este trabajo analiza las canciones de cuna, monerías, oraciones, los juegos, canciones de corro y recitados, juegos de saltar, correr o con objetos, formulillas, juguetes, cuentos tradicionales, amuletos y curanderismo infantil, adivinanzas y enigmas. La bibliografía que utiliza revela paralelos en el folklore infantil catalán, su región de nacimiento, y el folklore gallego, derivados de su estancia como maestro nacional en Galicia. Esta capacidad de análisis revela a un investigador atento y detallista con los niños, a los que impartía clases y con los que convivía, los cuales se convirtieron en su objeto de análisis.

Diego Cuscoy recopiló a lo largo de su trayectoria una gran cantidad de materiales documentales en diferentes soportes: fotografías, diapositivas, películas, grabaciones de audio, etc. que constituyen un legado histórico.

Aficionado a la fotografía, la empleó para documentar su trabajo como arqueólogo y etnógrafo.

Este legado fue donado en 1991 por la familia del arqueólogo al Puerto de la Cruz y su Museo Arqueológico, y fue depositado en el Fondo Diego Cuscoy del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz en 2012.[5]

En 2018 el Gobierno de Canarias presentó el proyecto de recuperación del legado de Luis Diego Cuscoy a través de una exposición en la Sala Instituto Canarias Cabrera Pinto. El legado de Diego Cuscoy se digitalizó y catalogó.

En 2019, el cineasta canario Miguel G. Morales junto a la artista visual S. Navarro Martín dirige el largometraje documental “De los nombres de las cabras”,[6]​ con montaje de Ivó Vinuesa y diseño sonoro de Juan Carlos Blancas. Es un documental experimental construido con archivos fílmicos, sonoros y fotográficos del arqueólogo Luis Diego Cuscoy.

En su estreno mundial gana el Gran Premio Ciudad de Lisboa al Mejor Largometraje en Indie Lisboa 2019.[7]

Luis Diego Cuscoy se dedica a la literatura y la poesía, de forma autodidacta, durante toda su vida, relacionándolas con su intereses en arqueología y etnografía, desde obras tan tempranas como "Entre pastores y ángeles" (1941). Él mismo consideraba a Azorín y a Juan Ramón Jiménez como las influencias fundamentales de su trabajo literario.

Durante su juventud en La Orotava frecuenta la Librería Miranda, dónde se reúne a una tertulia, poniéndolo en contacto con periódicos y revistas de la época. Este ambiente le da acceso a las bibliotecas de Antonio Lugo Masaieu y del Liceo Taoro. En esos años, década de 1920, mientras estudiaba Magisterio, colaboró con poemas y cuentos en prensa y revistas literarias como Hespérides, La Voz del Valle, La Atlántida o Gaceta de Tenerife. Tras la guerra civil colabora con revistas como El Mirador donde publica su relato "Flor de carne sobre el abismo", la revista Mensaje y a finales de los cincuenta y primeros de los sesenta pública en Gánigo.

Mantuvo correspondencia con Azorín, Camilo José Cela, Dulce Maria Loynaz, Domingo Pérez Minik, María Rosa Alonso. Sin embargo no participó en las vanguardias ni se le reconoció como un escritor valoso o interesante, solo se le presta atención tras el desarrollo de su carrera como arqueólogo.[8]

El paisaje, constante en su trabajo de campo como arqueólogo, es siempre una de sus temáticas principales: territorios volcánicos, barrancos, como por ejemplo en “Cráteres en Vigilia” (1947) en el que habla del territorio de Las Cañadas del Teide (capítulos como: "La cañada", "La lava negra", "La retama", "La violeta del Teide"), mientras "Solveig, latitud de mi isla" (1953) es un poema largo en el que trata también la isla. En "Entre el volcán y la caracola" (1956) reúne pequeños relatos histórico y geográficos, orientados a lectores infantiles o juveniles. Por ejemplo el capítulo IV dedicado a la isla de El Hierro contiene: "1.-La antigüedad. Grabados en Piedra.s 2.-Historia. Augerón y Armiche. 3.-Leyenda. El bimbache Ferinto".

Entre otras distinciones otorgadas a su labor científica e investigadora destacan:[9]​:

Poemas, relatos y colaboraciones publicados en revistas literarias: La Voz del Valle (1926, 1927), Hespérides (1927), Gaceta de Tenerife (1927, 1928, 1929, 1930), La Atlántida (1928), La Prensa (1929, 1931, 1932, 1933, 1934, 1935, 1936), El Mirador (1939, 1940, 1941), Mensaje (1945), Tenerife gráfico (1946, 1949, 1954), Drago, revista mensual de cultura (1953), Gánigo (1953, 1954, 1956, 1961), Magec (1978).



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