Los mártires amigonianos forman parte de los 233 mártires beatificados por el papa Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001 pertenecientes a la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos. La propuesta para que la Iglesia católica le diera el grado de mártires fue impulsado por los arzobispos Marcelino Olaechea y José María García Lahiguera, como por el Presbiterio Diocesano y el foro de Laicos.
Los mártires amigonianos fueron consecuencia directa de la guerra civil española llevada al frente por el gobierno republicano contra la Iglesia católica durante ese periodo según el ministro Manuel de Irujo que fue ministro sin cartera de septiembre de 1936 a mayo de 1937 en los dos Gobiernos de Largo Caballero, y ministro de Justicia de Negrín el 18 de mayo de 1937 en valencia en su memorándum de principios de 1937 explica:
El martirio de los amigonianos fue producido por parte de los milicianos de forma lenta. Según el escritor Santiago Mata quien toma el testimonio de Isidoro Burgos Subiela para su libro sobre Los mártires de la guerra civil española, quien relata lo siguiente:
Como consecuencia de la muerte de los amigonianos, más tarde la Iglesia católica dictamina que ellos fueron muertos por defender su fe, de esta forma pasarían a llamarse los mártires amigonianos. Sin embargo, fue el papa Pío XI quien por primera vez se refirió a los religiosos muertos en la guerra civil española como mártires en su mensaje del 14 de septiembre del año 1936.
El proceso de canonización de los mártires españoles durante la guerra civil española fue paralizada el 7 de abril del año 1964 por el papa Pablo VI suspensión que fue extendida hasta el 25 de enero de 1983 cuando el papa Juan Pablo II inició el proceso de reapertura.
El cardenal Palazzini informó sobre la reapertura de canonización de los religiosos, entre ellos los amigonianos, en el sínodo de esta forma:
La beatificación dentro de la Iglesia católica de los 23 mártires amigonianos fue junto a las dos fundaciones religiosas de Fray Luis Amigó que se llevó a cabo en una celebración litúrgica, en donde fueron beatificados 233 mártires, en Ciudad Vaticano. Todos ellos fueron incluidos por el papa Juan Pablo II tras referirse a la muerte de varios centenares de religiosos de diversos institutos masculinos y femeninos durante la guerra civil española.
El decreto para la beatificación fue anunciada por el Vaticano el 18 de diciembre de 2000, más tarde el papa daría por culminada la ceremonia el 11 de marzo de 2001.
Si bien todas las religiosas fueron beatificadas por Juan Pablo II por el martirio y fusilamiento, la beata Carmen García Moyón no fue fusilada sino que prendida fuego en vida la noche del 30 de enero de 1937 en el Barranc de les Canyes.
Hubo diez frailes que no alcanzaron la beatificación, porque no fueron abatidos en un contexto estrictamente religioso, es decir, mientras defendían la fe católica; ellos fueron: Fray Bernardino de Alacuás, Fray Tomás Sanz Poveda, Fray Ezequiel Gil y Gil, Fray Francisco Ferrer Molina, Fray Lorenzo de Alquería, Fray Diego de Alacuás, Fray Pascual de Cuacos, Fray Enrique Gómez Tarín, Fray Pedro Gil Sáez, y el novicio Fray Ángel Prado Andrés.
Existen más de 200 reliquias de los mártires amigonianos que fueron dadas desde su beatificación en el año 2001. Gran parte de estas son restos óseos y pequeños relicarios. Entre los países que poseen estas reliquias se encuentran Estados Unidos, Australia, Nicaragua, Portugal, Costa Rica, Israel, Palestina, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Brasil, México y Filipinas.
Cada 18 de septiembre la Iglesia católica conmemora a los Beatos Mártires Amigonianos, sin embargo el papa Juan Pablo II dio como fecha de conmemoración a los 233 mártires el 22 de septiembre.
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